¿Para qué sirve un informático?
Roberto Pérez Betancourt
Con la graduación este año en Cuba de más de mil 500 ingenieros en la Universidad de Ciencias Informáticas, más los egresados de igual rama en otras universidades y escuelas de nivel medio del país, suman varios miles de profesionales informáticos incorporados a entidades administrativas, de producción o servicios. La informática es imprescindible hoy en todas las ramas del saber.
Las tecnologías digitales forman parte intrínseca de la actividad de cualquier profesional. Un buen especialista, aplicado a la programación, la confección de programas digitales en función de la producción, la reparación y fabricación de medios computacionales, los servicios y la administración de redes, el diseño, los medios digitalizados de comunicación en sectores del comercio y la prensa en Internet e Intranet, y otras especialidades de la rama, puede ser útiles y aportar beneficios a su entidad empleadora, que redunden en incrementos de productividad laboral, en el sentido más amplio del término económico, y por ende en los resultados monetario-mercantiles y en la mejor calidad de los productos que se brindan a los clientes.
Los directivos que no cursaron las materias informáticas durante sus años de estudio, los jefes y trabajadores activos, o jubilados que se emplean mediante contratos u otras fórmulas de empleo, hoy se ven obligados a actualizar sus conocimientos en las citadas técnicas para poder manejar las herramientas comunicacionales y desempeñarse con un nivel básico de eficiencia, cualquiera sea su profesión.
En primerísimo lugar necesitan esa actualización los directivos de empresas y de organismos en todos los sectores, así como todos los funcionarios cuyas responsabilidades administrativas incluyen las de recibir a los técnicos en informática, de nivel superior y medio, contratados para prestar servicio en la entidad y proveerles de contenido laboral real y necesario, con propósitos claros, así como de los medios materiales para ejecutar las funciones asignadas, y después evaluar al técnico conforme a las disposiciones vigentes en materia laboral.
Para realizar esa labor, el directivo o funcionario administrativo necesita saber para qué sirve un informático. ¿En realidad todos los directivos saben la utilidad del perfil ocupacional de un ingeniero o técnico en informática? ¿Han concebido algún contenido de trabajo específico para quienes cubrirán las plazas previstas en la plantilla laboral, en calidad de adiestramiento?
Las numerosas dubitativas respuestas que este comentarista recibió a las preguntas anteriores, formuladas a una veintena de personas relacionadas con la informática, revelan la necesidad de que quienes desempeñan funciones de dirección, se ocupen de capacitarse en estas materias para poder entender y dirigir a sus subordinados recién graduados.
Esos jóvenes, con deseos de trabajar e ideas frescas, no deben frustrarse al comprobar que, ya sea por desconocimiento de quienes han de dirigirlos, o por falta de computadoras y otras medios indispensables, tengan que asumir tareas laborales sin relación con los estudios que cursaron.
El recién graduado necesita un período elemental para adquirir habilidades laborales, familiarizarse con los flujos de producción y de servicio, las características administrativas y otros factores que complementan su calificación y progresivamente alimentan su experiencia, sinónimo de capacidad.
Cuando se desvía la ubicación laboral de la profesión estudiada, comienza un proceso de involución profesional y la persona tiene que readaptar su mente a utilizar lo que le pueda servir de lo aprendido en el aula, en función de la “tarea” que le asignaron. Lamentablemente, esta realidad también se aprecia en otras ramas del saber, cuando el graduado va a desempeñar un oficio o empleo alejado de lo que estudió.
Tiene esto mucha relación con la recurrente imagen que a veces se observa en las oficinas, cuando un profesional, a golpe de teclado, intenta hacer que el muñequito Mario llegue a la meta de su jueguito digital. Está perdiendo el tiempo y derrochando los recursos que se emplearon en su preparación. Y el tiempo, el tiempo, mis amigos, es la vida misma.
3 comentarios
Eloy Gonzalo -
Saludos.
Roberto -
Leobel Perez Alfonso -