Los jubilados no tenemos vacaciones
Roberto Pérez Betancourt
“Los jubilados no tenemos vacaciones”, comenta Max Martelo desde sus 72 años de edad, “los 12 últimos jubilado, pero no retirado”, precisa, y ensarta consejos, “porque los abuelos solo podemos ofrecer experiencias”, afirma, y añade: “…quien los pueda asimilar con menos años y más energías triunfará en la vida”.
El gran desafío actual es llegar a la jubilación aún activo para seguir aprendiendo.
El que se rinde perece antes de tiempo.
En términos de subsistencia el jubilado de hoy, por regla general, no puede entregarse a la vida contemplativa ante la carestía de la supervivencia, y suele buscar ocupación que le posibilite ingresos monetarios adicionales.
Cubano es excepción. Pero, afortunadamente, el jubilado cubano no afronta calamidades que ahora mismo llenan las páginas de diarios extranjeros: Nadie es expulsado de su vivienda ni abandonado a su suerte. Disfruta el jubilado de asistencia médica y sabe que su familia está amparada a través de un sistema social que lo garantiza.
La edad de la jubilación hoy no identifica a personas laboralmente acabadas.
En Cuba las estadísticas dicen que los hombres rondan los 78 años de longevidad promedio y las mujeres rebasan los 80. Con más del 18 por ciento de la población por encima de los 60 años, salta a la vista el desafío de proporcionar una vejez activa, productiva y feliz a los ciudadanos.
Para el año 2030, en Cuba más del 30 por ciento de los habitantes rebasará las seis décadas, es decir, uno de cada cuatro cubanos.
Coincido con mi amigo Max, los jubilados no tenemos vacaciones.
Pero esto no debe verse solo como problema, sino también como reto personal en procura de una vida longeva saludable; implica instrumentar más programas que adiestren a jubilados en proyectos de subsistencia, autocuidados, ejercicios físicos y entrenamiento en hábitos y conductas saludables, en Matanzas y en todo el país.
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