W. BUSH O LA SOBERBIA AL FINAL DEL TÚNEL
Roberto Pérez Betancourt
Mientras más se aproxima el final de su oscuro paso por la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, da nuevas muestras de impotente soberbia, incapaz de comprender razones de sus propios asesores y altos militares para no seguir hundiendo a su país en el infierno de la guerra. El más reciente episodio lo protagonizó el almirante William Fallon, jefe del Comando Central de EE.UU. desde hacía un año y quien renunció el martes porque se opone a las políticas aventureras de Washington, y en particular a la proyectada agresión contra Irán. Aunque el secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, trató de amortiguar el diferendo de principios con el mandatario, lo cierto es que Fallon, cuya jurisdicción en el Medio Oriente abarcaba los territorios de Iraq y Afganistán, declaró lo contrario a la revista Esquire, el cinco de marzo último, en un trabajo periodístico titulado: El hombre entre la guerra y la paz. Según un despacho de la agencia alemana de prensa DPA, la citada publicación describía al Almirante como resistente a las políticas de la Casa Blanca. En una declaración leída por Gates a los periodistas, Fallon expresa: "La actual vergonzosa situación, la percepción pública de diferencias entre mis opiniones y la política de la administración y la distracción que eso causa respecto de la misión hace que esto (la renuncia) sea lo correcto por hacer". Cabe señalar que la conferencia de prensa del Jefe del Pentágono se sucedía cuando en Iraq aún estaba fresca la sangre de cinco soldados norteamericanos abatidos el lunes en el centro de Bagdad, capital iraquí, según dio a conocer la agencia AP. De acuerdo con ese órgano, el hecho elevó a tres mil 979 la cifra de efectivos estadounidenses muertos directamente en la nación árabe desde el inicio de la invasión, en marzo del 2003. Otras fuentes estiman que la cantidad de militares que han perecido en realidad es mucho mayor, pues el parte oficial no incluye a quienes dejaron de existir entre más de 20 mil heridos en acciones de la insurgencia y fueron evacuados hacia centros hospitalarios. Basándose en el libro: "La guerra de los tres billones de dólares", firmado por el economista y ganador del Premio Nóbel, Joseph E. Stiglitz, y la periodista Linda J. Bilmes, analistas indican que la guerra de Bush contra Iraq le costará todavía a la Unión unos 12 mil millones de dólares mensuales durante el presente año. Esa noticia se difunde en un contexto socioeconómico signado por el inicio de la recesión en los propios Estados Unidos, y la creciente desatención a las necesidades sociales de la población de ese país, incluidos los servicios médicos y educacionales. Pero nada de esto parece importarle lo mas mínimo al Presidente, quien se afana en apuntalar la candidatura de otro declarado guerrerista, John Mc Cain, aspirante oficial del Partido Republicano para suceder a Bush en el máximo cargo ejecutivo de la Nación. Obviamente, el disponer del mayor poderío económico y militar del mundo contemporáneo le ha servido al vaquero texano para ordenar la masacre de cientos de miles de civiles iraquíes y ser el principal responsable de la muerte de casi cuatro mil jóvenes compatriotas (AIN) (14/03/08).
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