IMPUDICIAS SIN FRONTERAS
Por Roberto Pérez Betancourt
Hace falta tener la cara dura, el cerebro caliente y aprender a prostituir el carácter, moviendo la colita al ritmo de las monedas que los amos lanzan al entarimado show que periódicamente organiza esa llamada organización no gubernamental (ONG) que responde al nombre rimbombante de “Reporteros Sin Fronteras” (RSF). Robert Menard es el nombre de novelita rosa que identifica con carácter vitalicio al rector de ese engendro, supuestamente llamado a velar por virtudes éticas que con justicia debieran adornar el ejercicio del periodismo mundial, pero cuyas acciones impúdicas, repetidas y bien orquestadas por la gran prensa adinerada, hace rato que mostraron su verdadero rostro de meretriz “bien pagá”. Hay que reconocerle a Menard el don de la iniciativa para ganar dinero. No se sabe si por cuenta propia o de la CIA, se inventó el 12 de marzo como “Día de la libertad en Internet”, y cual caballero teutónico en pleno siglo XXI salió a la palestra digital a emular con Don Quijote, sin darse cuenta que al faltar recurrentemente al mandamiento de “No mentirás”, solo conseguiría trompetillas desde el lunetario. En principio involucró hasta la mismísima Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) entre sus patrocinadores morales y materiales. Coincidente con el mandatario norteamericano George W. Bush, aficionado a enlistar a su antojo a todo el que se oponga a sus designios malévolos, Menard confeccionó su lista negra de “violadores de la libertad de prensa en Internet”. Y como es ya costumbre cada vez que se habla de libertades, allí aparece Cuba -¡cómo no iba a estar, si para eso al señor Menard le paga muy bien desde hace algunos años la CIA y la extrema derecha de Miami!- El método es análogo al utilizado por las mafias organizadas para vender “protección a cambio de donaciones monetarias”. Parece ser que quien no desee figurar en la lista culpable de Menard (Reporteros Sin Fronteras), debe transferir una cantidad sustancial a su ONG -preferentemente en euros porque los dólares en esta época se devalúan notablemente-, y así demostrará “pureza” en sus propósitos, de manera que será exonerado de toda mala intención. Lo mismo hace W. Bush con su directorio de “violadores de derechos humanos”, mientras veta el proyecto de ley para prohibir oficialmente aplicar la tortura a los prisioneros y manda un mensaje directo a otros Estados: o se pliegan a los dictámenes de la Casa Blanca, o siguen excomulgados del reino imperial. Todo indica que cuando la UNESCO se percató de que la habían involucrado en la gran falacia pública, le retiró su apoyo oficioso a Menard y comparsa para no plegarse a su afán inquisidor. Menard se quedó en pelotas en la escena y sin acompañamiento musical. Según el periodista y escritor Thierry Meyssan, presidente de la Red Voltaire, la historia refiere que RSF fue reconocida como de utilidad pública en decreto emitido por el primer ministro francés Alain Juppé el 19 de septiembre de 1995, estatus que le permitió un más fácil acceso al financiamiento público, el cual asciende a 778 mil euros, de acuerdo con las últimas cuentas publicadas. Precisa el propio Meyssan que este financiamiento proviene de los servicios del primer ministro francés, del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, de la Agencia Intergubernamental de la Francofonía, de la Comisión Europea, de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y de la UNESCO. Meyssan sostiene que RSF cuenta igualmente con el mecenazgo privado (FNAC, CFAO, Hewlett Packard, Fundación Hachette, Fundación EDF, etc.) que le aporta unos 285 mil euros y muchos significativos ingresos. “Sin embargo, la mayor parte de su presupuesto proviene de la generosidad pública, especialmente de la venta del álbum anual por la libertad de prensa y de operaciones especiales, que representan en total 2 millones 125 mil euros de un presupuesto total de 3 millones 474 mil 122 euros.”, indica la fuente. La esencia de RSF está muy alejada de lo que creen financiar los donantes. El fondo de asistencia a los periodistas realmente oprimidos, o sea, al pago de honorarios de los abogados de reporteros encarcelados, al apoyo material a sus familias..., sólo la ONG destina el 7 por ciento del presupuesto general, de manera que por cada euro donado para los periodistas oprimidos, únicamente siete centavos llegan a su destino. La pregunta siguiente es la misma que se hace y responde Meyssan: ¿A dónde va el resto? “La verdadera actividad de Reporteros Sin Fronteras es organizar campañas políticas contra objetivos determinados, campañas que serían legítimas si, al igual que la Fundación Soros, no manipulara la libertad de prensa al punto de evocarla para justificar graves violaciones del derecho internacional”. Sin encomendarse a ningún sabio protector de inmoralidades, respecto de Cuba, Reporteros sin Fronteras afirmó que todo aquel que en la Isla tenga acceso a Internet “forma parte de la cúpula del régimen castrista”. Así acabo de enterarme que, como cientos de colegas y miles de compatriotas soy “privilegiado”, porque puedo acceder normalmente a la red de redes, eso sí, dentro de restricciones técnicas y logísticas derivadas de la política hostil que nos impone Estados Unidos, quien, por cierto -y en honor a la libertad en Internet-, acaba de bloquear más de tres mil dominios punto com vinculados a temas cubanos. En la red encuentro de todo: desde datos interesantes y educativos para mi profesión y mi familia, hasta la maléfica pornografía y esta piltrafa nombrada Menard con su lucrativo negocio de vocear lo que le dictan quienes lo remuneran, mintiendo inescrupulosamente, en especial en este día- inventado o no- por RSF y que en realidad debiera haberse bautizado como de las Impudicias sin fronteras
1 comentario
angel -
¿Esto no es acaso un indice de algo que no es como era antes?
¿Van a seguir diciendo que son mercenarios, como los presos que tienen en Cuba, que tienen una opinion diferente?
¿Que va a decir la verdad revolucionaria de este suceso?
Me gustaria escuchar tus argumentos.
Gracias