Michelle, Sanders, la Covid, Nerón, y más sobre Trump
Pie de foto de archivo: Los estadounidenses no deberían sorprenderse si Michelle Obama entra en la carrera presidencial de 2024, tomando en consideración la avanzada edad de Joe Biden, entre otros factores...
Roberto Pérez Betancourt
Algunas de las opiniones sobre el ex mandatario Donald Trump, de cara a la nominación presidencial para los comicios de noviembre de este año, y hechos sucedidos bajo su administración, subrayan su carácter antidemocrático y anticipan peligros globales de su revancha, alimentada de odio y resentimientos, si logra regresar a la Casa Blanca.
“Donald Trump es el presidente equivocado para nuestro país”, afirmó la ex primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, al resumir el primer día de la convención del Partido Demócrata en Estados Unidos, en Milwaukee, en agosto de 2020.
“... Ha tenido tiempo más que suficiente para demostrar que puede hacer el trabajo, pero está claro que está por encima de su cabeza. No puede afrontar este momento. Simplemente no puede ser quien necesitamos que sea para nosotros. Es lo que es”, dijo Michel Obama, y añadió que Trump solo ha causado “caos, división y falta de empatía” entre los estadounidenses, antes de recordar que en las elecciones de 2016 el republicano no obtuvo el voto popular para coronarse como el presidente número 45 en la historia estadounidense que ejerció desde el 20 de enero de 2017.
Aludiendo implícitamente a Trump, Michelle Obama añadió que los hijos de los estadounidenses "ven a nuestros líderes que etiquetan a conciudadanos como enemigos del Estado mientras incentivan a supremacistas blancos que portan antorchas". Y también: "ven con horror cómo se separa a niños de sus familias y se los mete en jaulas", en referencia a la separación familiar de inmigrantes que tratan de llegar a Estados Unidos, muchos de ellos de América Latina.
Otros importantes políticos grabaron sus criterios y los dieron a conocer públicamente, en los que destacaron la posición “controversial y errática” asumida por Trump ante la Pandemia del coronavirus, su responsabilidad por la enorme pérdida de vidas humanas, y las tensiones raciales, alimentadas con los desmanes racistas y xenófobos del mandatario, a lo que la señora Obama añadió que ella es una mujer negra que conoce el significado del racismo.
El Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME, en inglés) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calculaba que cuando Trump abandonara la presidencia habrían muerto más de 405.000 personas en Estados Unidos. Según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins, en ese momento se registraban más de 24 millones de casos y casi el 20 % de los fallecimientos provocados por la COVID-19 en todo el mundo, pese a que el país norteamericano solo supone el 4 % de la población mundial.
La desatención oportuna a la situación epidemiológica en tiempos de la administración Trump, se estima responsable en gran medida de lo sucedido posteriormente. Hasta el 14 de enero de 2024 Estados Unidos contabiliza, 103.436.829 personas confirmadas de coronavirus… Es el país con más casos y 1.161.235 personas fallecidas por coronavirus.
Estados Unidos perdió cerca de 3 millones de trabajos durante el gobierno de Trump, siendo el peor presidente para el mercado laboral desde Herbert Hoover, y añadió 7.8 billones de dólares a la deuda nacional estadounidense, debido a sus recortes de impuestos y el impacto del COVID-19.
“Nerón tocaba el violín mientras Roma ardía. Trump juega al golf”
Así caracterizó a Trump el senador Bernie Sanders – entonces rival de Biden en las primarias--, para significar la despreocupación evidente del mandatario por lo que sucedía en el país, donde millones de estadounidenses sufrían las trágicas consecuencias de la Pandemia de la Covid 19, la pérdida de sus empleos y la falta de seguros médicos.
Las opiniones de la señora Obama, del respetado Sanders y de otras personalidades, fueron consideradas entonces como una lápida para las aspiraciones reeleccionistas del señor Trump, reproducidas por la mayoría de los grandes medios de difusión noticiosa a escala global, significaron una especie de premonición documentada sobre las ilusiones perdidas del más rabioso de los usufructuarios de la Casa Blanca.
Trump fue derrotado por el demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020 y desató un vendaval de injurias y reclamaciones para incitar a sus seguidores a una sedición con su actuar contra los poderes institucionales.
Inicialmente se negó a ceder, alentando los intentos de anular la elección, incluso desató el Asalto al capitolio del 6 de enero de 2021, instando a Mike Pence a revertir los resultados. Luego de eso, dos secretarias (la de seguridad y la de educación) presentaron sus respectivas renuncias. Finalmente, Trump se negó a asistir a la toma de posesión, (fue el 1° presidente en no hacerlo en más de un siglo) abandonando Washington D.C horas antes de la jura de su sucesor, no sin antes dar un discurso de despedida en la Base Militar Andrews ante algunos simpatizantes.
Las consecuencias de esos actos destaparon otras ilegalidades cometidas por el Rubio despeinado, las cuales derivaron en varias demandas y encausamientos, hoy en proceso, cuyas conclusiones legales podrían impedirle sus nuevas aspiraciones presidenciales.
Para ganar adeptos: “que hablen de mí es lo que importa…”
Respondiendo a sí misma sobre lo que podría pasar en las elecciones de este año 2024, sin mencionar a Trump explícitamente, Michelle Obama expresó a Jay Shetty en su podcast “On Purpose” “… Estoy aterrorizada por lo que podría pasar, porque nuestros líderes importan. A quién seleccionamos, quién habla por nosotros, quién ocupa ese púlpito, nos afecta de maneras que a veces creo que la gente da por sentado”.
Hoy, según la opinión editorial del periódico El País, de España: “La retórica que utiliza el expresidente convierte su afán de volver a la Casa Blanca en una amenaza a la democracia”.
Trump ha prometido si gana las elecciones una presidencia de “venganza” y “revancha” y será un “dictador” el primer día para tomar algunas medidas. Llama “alimañas” a sus rivales y dice que los inmigrantes “envenenan” la sangre de los estadounidenses. Como han resaltado los historiadores y denunciado el propio Joe Biden, es un lenguaje con ecos de la Alemania nazi.
Para Frida Ghitis, colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y de World Politics Review, el historial de casos civiles y penales de Trump es tan largo que los periodistas se han esforzado por mantenerse al día, publicando rutinariamente artículos que resumen, catalogan y recopilan el asombroso volumen de escándalos y acciones judiciales, todos ellos relacionados con comportamientos del expresidente que van de inquietantes a escandalosos.
En las opiniones públicas de Trump “…hay ecos de la retórica fascista y son muy precisos”, dijo Ruth Ben-Ghiat, profesora de la Universidad de Nueva York que estudia el fascismo. “La estrategia general es hacia una evidente deshumanización para que el público no proteste tanto por lo que quieres hacer”.
Según los analistas Michael C. Bender y Michael Gold en The New York Times: “Los insultos y las críticas de Trump atizan los temores sobre su tendencia al autoritarismo”.
Sin embargo, el magnate de las comunicaciones sabe aplicar muy bien la clásica máxima de “…no me importa que hablen de mí, lo importante es que hablen”. Y no le falta razón, en el sentido de que diariamente los medios de difusión masiva en Estados Unidos, incluidas las agencias de prensa, y las redes sociales, que tanto influyen en la divulgación doméstica y foránea, cada día multiplican el nombre de quien, a pesar de sus desmanes pretéritos y actuales, en esta fecha continúa liderando las encuestas entre los votantes.
Inquietud en ascenso: Millones de votantes a favor de Trump
Hoy, inquieta sobremanera los millones de votantes estadounidenses que ciegamente siguen creyendo lo que afirma Trump, a pesar de los hechos expuestos por magistrados, periodistas, analistas y políticos de todas las tendencias, y le conceden la preferencia electoral, según las encuestas.
La estrategia política habitual de Trump está clara: no admitir nada de lo que se diga o documente en su contra, calificar de injurias las pruebas que se presenten contra su tropelías financieras y personales, y aparecer ante sus simpatizantes como una especie de mártir a quien todos sus enemigos intentan crucificar para impedir que vuelva a reinar, incluso con la aspiración suprema, incoada por sus abogados, de que le sea reconocido el poder de haber delinquido y no ser juzgado por sus actos. Así amenaza hoy Trump con rentar la Casa Blanca por segunda ocasión, en noviembre de este año, y ser investido el 20 de enero de 2025, si es que antes el Poder Judicial, o los votantes que pueden hacerlo, no frenan sus aspiraciones de volver a esgrimir el hacha del verdugo.
(Con monitoreo en vivo del discurso de Michel Obama, agencias de prensa y otros medios en Internet, y archivos del redactor).
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