EE.UU.: Inseguridad y crímenes, sin el menor recato y con el mayor descaro
Roberto Pérez Betancourt
No es suposición, ni especulación a partir de noticias “flash” que explotan los noticieros de televisión especializados en crónica roja sensacionalista en Estados Unidos, sino realidad ilustrada con estadísticas y testimonios de víctimas de agresiones por parte de delincuentes comunes, y de la propia policía cuando olvida las restricciones éticas que le impone el protocolo para ejercer la represión y velar por el orden.
Es realidad que los ciudadanos comunes aprecian y la sufren en su propio entorno, como refleja igualmente la prensa estadounidense cuando toma declaraciones y cita testimonios de personas que han presenciado esos actos vandálicos por parte de agresores, ya sean ladrones, drogadictos desenfrenados, pandilleros del crimen organizado o agentes del orden.
Un cable de la Prensa Asociada (AP) subraya que los crímenes violentos en Estados Unidos crecieron durante dos años consecutivos: 2015 y 2016, sobre lo cual el periodista Sadie Gurman cita estadísticas del Buró Federal de Investigaciones (FBI), que revelan aumentos significativos de la delincuencia en las más importantes ciudades del país norteño.
El hecho no pasa inadvertido al presidente Donald Trump, que lo utiliza como prueba de que el país atraviesa una peligrosa ola de crímenes, achacándola a la presencia y actuación de inmigrantes, que según el mandatario actuarían asociados al tráfico y consumo de drogas, de manera que esta “verdad” justificaría su política de erigir muros, deportar masivamente a indocumentados, separando a hijos de padres, e incluso echando por la borda el programa de protección a los llamados “soñadores”, jóvenes indocumentados que durante años han estudiado y trabajan en la propia nación.
La AP recuerda que en el año 2016 se registró un incremento de los tiroteos y robos, hasta 4,1 por ciento más respecto de 2015, en tanto los homicidios de distinta naturaleza llegaron a un 8,6 por ciento en la misma etapa, y dispararon el índice de violencia del 3,9 por ciento a más del 10.
Sobre esos números, el Secretario de Justicia estadounidense, Jeff Sessions, ha declarado que “es una tendencia preocupante que amenaza con echar atrás los avances que hicieron más seguros a nuestros barrios y comunidades”, y sentenció que los años de reducción del crimen han sido reemplazados por aumentos.
Fuera de Estados Unidos, numerosos medios de difusión siguen atentamente el comportamiento de la criminalidad y también de la represión en la nación norteamericana.
Agencias cablegráficas refieren que Público.es, informó recientemente en Madrid que hace dos años unas 1134 personas fueron ultimadas en Estados Unidos, la mayoría negros.
Por su parte, una investigación del diario británico 'The Guardian' reveló que los jóvenes de la comunidad de origen afro en EE.UU. tienen nueve veces más probabilidades de ser asesinados a manos de la Policía que cualquier otro.
Casi dos tercios de los afroestadounidenses se declaran preocupados por la presidencia de Donald Trump, según una encuesta que reseñó AFP.
Solo un cinco por ciento de los entrevistados dijo que espera que sus decisiones políticas afecten positivamente a la población negra, mientras que el 64 por ciento dijo que el impacto será negativo.
El 84 por ciento manifestó que sienten que el país ha tomado una orientación errónea. El sondeo se dio a conocer tras las críticas reiteradas de Trump a los jugadores de fútbol de EE. UU. que se arrodillan durante la ejecución del himno para protestar por la injusticia racial; la mayoría de ellos, negros.
Esta realidad es recurrente en los mayores noticieros que emiten las cadenas televisivas estadounidenses de habla hispana, que gozan de mayor audiencia, así como otros de perfil editorial netamente latino, y los locales en ciudades en los que la población de origen latinoamericano registra alto índice en relación con el total de la ciudadanía.
Y mientras esa inseguridad y crímenes continúan su espiral ascendente, con trasfondo de injusticia social recurrente, drogadicción, mafia, corrupción y otras calamidades que alimentan tales conductas, altos representantes del gobierno de Trump, y el propio Presidente, que todavía no cumple un año en el poder, se encaraman en podios internacionales, incluida la Asamblea General de las Naciones Unidas, para disparar ráfagas de diatribas sobre presuntas violaciones de derechos humanos en naciones a las que lanzan advertencias, amenazas, y les auguran un inferno de calamidades, simplemente porque no se pliegan a sus demandas imperiales, o simplemente hablan en lenguaje de bombas y exterminios indiscriminados, como han hecho en varios países del Medio Oriente, y los que ahora mismo siguen haciendo, sin el menor recato y con el mayor descaro.
Finalmente, les ofrezco un dato: En el libro 'El peligroso caso de Donald Trump: 27 psiquiatras y profesionales de la salud mental evalúan a un presidente'. ('The dangerous case of Donald Trump: 27 Psychiatrists and Mental Health Professionals Assess a President') 27 médicos han analizado la parte pública de la vida del líder norteamericano y han calificado al mandatario del "hombre más peligroso del mundo". (con información de agencias)
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