EL TIEMPO DE JORGITO
Por Roberto Pérez Betancourt
Dentro de un mes y cinco días Jorgito cumplirá 12 años y recibirá su diploma de sexto grado. Le brillan los ojos pícaros cuando se lo dicen, y aprovecha la alegría de la abuela para recordarle que a él le gusta mucho dibujar, tanto como el flan que ella le hace, y cuando escucha al locutor de la televisión anunciar que Hoy se celebra el Día de la Infancia, Jorgito proclama a viva voz que él es un niño feliz, y este primero de junio será como un cumpleaños adelantado, insinúa, y quiere enterarse de todo lo que sucederá.
Jorgito escucha al locutor de la televisión cubana cuando recuerda que el Día de la Infancia se instauró por Naciones Unidas en 1954,”¡hace ya 53 años!”, exclama el muchacho, demostrando que la nota de matemática no se la regalaron, y afirma que “eso es más que los años de abuelo, quien entonces sería un niño”.
Desde su sitio de reposo Jorgito quiere saber más, pero en esta fecha al abuelo se le han extraviado las palabras e intenta hallarlas. Ambos escuchan de nuevo al locutor cuando informa con voz impersonal que este primero de junio, en el mundo, 600 millones de niños viven en la pobreza sin acceso a servicios de salud, a 121 millones de ellos se les niega el derecho a la educación, 352 millones están obligados a trabajar y más de dos millones son obligados a ejercer la prostitución…
“Esos son números importantes”, comenta Jorgito, y sus pupilas buscan las del abuelo. Es su gesto habitual de pedir auxilio para entender mejor. Pero el anciano sigue tratando de hallar palabras descarriadas… ¿Cómo explicarle al nieto que a su edad él debía trabajar 10 horas de cada día, los domingos también, para poder comer, ayudar a sus padres y aprender algunas letras y números?
El abuelo no siente deseos de estropear este amanecer de tomeguines que festejan el cese de la lluvia nocturna e inventa una canción de colores: “¡Llegó la diversión!”, exclama, y ve alegrarse de nuevo el rostro de chico. ¡Querría decirle tantas cosas…!
En la mente del abuelo bullen las ideas. Jorgito recién ha salido del quirófano del hospital, donde los médicos, tras años de lucha, han hecho la proeza de resucitar la risa del niño. Definitivamente el nieto no estará entre las estadísticas nefastas. “Tu tiempo es otro”, dice el abuelo, pero Jorgito no atiende porque está admirando el increíble flan que la abuela le acaba de traer de su cocina mágica.
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