Jair Bolsonaro en la mirilla de escándalos y corrupción
Roberto Pérez Betancourt
Cuando se inicia la cuenta en reversa para la toma de posesión el primero de enero de 2019 de Jair Bolsonaro como presidente electo de Brasil, el ex capitán, rodeado de una corte militar, ya enfrenta hechos de corrupción y su gobierno se avizora dentro de cánones de extrema derecha, represión, neoliberalismo y exclusiones sociales.
El asunto gana notoriedad en los medios de difusión, incluidas agencias de noticias que ponen la sazón en el tema de la corrupción, junto al de los controversiales perfiles de los ministros que Bolsonaro ha elegido para su gobierno y a sus declaraciones públicas, las cuales lo dejan mal parado y lo colocan como gran admirador del supremacista Donald Trump.
Ha trascendido que a través de la cuenta bancaria del asesor de su hijo, el senador electo Flavio Bolsonaro, pasaron 1,2 millones de reales (algo más de 300.000 dólares) entre enero de 2016 y enero de 2017, considerados incompatibles con sus ingresos.
La información figuraba en un informe del Consejo de Control de Actividades Financieras (COAF), y este dinero llegó a salpicar las cuentas de la futura primera dama, Michelle Bolsonaro, lo que fue rápidamente difundido por los periódicos durante el fin de semana último.
El diario español El País se pregunta: ¿Errores ingenuos, insinuaciones malintencionadas de los medios o un político que creyó en el propio personaje que ganó las elecciones en una cruzada anticorrupción contra el Partido de los Trabajadores?
Recordemos además las mentiras a raudales difundidas por Bolsonaro y su equipo de campaña electoral en torno a los ex mandatarios brasileños Luis Inacio Lula da Silva (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016), las cuales ocuparon cintillos en la prensa derechista para contribuir a desacreditar al Partido del Trabajo y a Fernando Haddad, su candidato presidencial en los últimos comicios, quien asumió esa responsabilidad luego del golpe judicial que arrebató a Lula la candidatura cuando reconocidas encuestas lo ubicaban como amplio favorito para retornar a la presidencia de Brasil.
En este contexto, analistas subrayan el apoyo de los militares al gobierno de Bolsonaro, quien increíblemente ha elogiado a la dictadura castrense que dominó a Brasil desde 1964 hasta 1985, y se ha declarado partidario de los métodos represivos, incluidas las torturas, que caracterizaron la actuación de los “hombres de armas” a quienes aplaude junto con ideales neofascistas que no oculta.
Junto con Bolsonaro, acaba de recibir la acreditación como vicepresidente de la nación el general de la reserva Hamilto Mourao. Igualmente, siete de los 22 ministros de Bolsonaro (suprimió otros siete antiguos ministerios, incluido el de Trabajo) son militares y para analistas expertos son ellos los que en la práctica gobernarán, lo que no extraña, habida cuenta el propio Jair advirtió antes de ganar los comicios que contaría con el apoyo de sus compañeros de tropa.
Al respecto, la prensa local y los corresponsales extranjeros dan cuenta de que en el Centro Cultural Banco do Brasil (CCBB), de Brasilia, que sirve de base para el Gobierno de transición, “los militares circulan con la misma desenvoltura que los políticos y los periodistas que cubren la actualidad política de la capital”.
Esa misma prensa destaca que Jair Bolsonaro moderó el lunes último su habitual discurso despectivo. A pesar de sus incontables declaraciones racistas, homófobas y misóginas, hizo un llamamiento a la unidad nacional al recibir el diploma de electo de manos de la presidenta del Tribunal Electoral, Rosa Weber.
En el plano económico, basta saber que será el economista Paulo Guedes, moldeado en la Universidad de Chicago (cuna del liberalismo económico moderno), obcecado con privatizar todo lo que se pueda, quien dirigirá un súper ministerio de Economía, encargado de Hacienda, Planificación, Comercio Exterior y lo que quedará en orden burocrático-funcional de lo que antes fue el Ministerio del Trabajo. Lo hará auxiliado por un grupo de viejos amigos de la misma escuela, quienes se harán cargo, entre otras instituciones, de la petrolera Petrobrás, el Banco de Fomento y del Banco Central de Brasil.
Igualmente se ha dado a entender que Guedes gozará de amplia autonomía para actuar sin injerencias de otras esferas del gobierno, lo que parece incluir… al mismo Bolsonaro!, quien antes de comenzar a gobernar ya aparece en la mirilla como blanco de próximos escándalos de múltiples aristas.
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