Brasil: Bolsonaro ya no es la amenaza virtual, ahora es el terror real
Roberto Pérez Betancourt
Cuando el ultraderechista ex militar Jair Bolsonaro declaró antes de su elección como presidente de Brasil que no aceptaría un resultado electoral diferente a su proclamación, fue considerado por analistas y políticos de variadas tendencias como amenaza potencial para la democracia en su país y en la región sudamericana; hoy, luego de haber obtenido su ambicionada posición el 28 de octubre último, es visto como el terror real.
La dictadura militar en Brasil se extendió desde 1964 hasta 1985, período que el flamante mandatario brasileño ha elogiado. También ha suspirado por los métodos represivos que caracterizaron la referida etapa de oscuridad y arbitrariedades, que él no se ha ocultado para aplaudir como parte de su plataforma de ideales neofascistas, a pesar de lo cual, fue “bendecido” en las urnas donde obtuvo ventaja decisiva sobre su antípoda, el candidato Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores, que bajo la regencia presidencial de Lula y de Dilma había materializado importantes logros de justicia social para el pueblo brasileño.
Quienes analizan en detalle el resultado de los comicios presidenciales en Brasil, anotan que el individuo electo, con un pasado gris como diputado, recibió 57,5 millones de votos de los 147 millones de electores. Fernando Haddad obtuvo 47 millones de votos. El resto del sufragio potencial se comportó así: 31,3 millones de abstenciones, 8,6 millones de votos nulos y 2,4 millones de votos en blanco.
La resultante de la cuenta es clara: Bolsonaro ejercerá el poder ejecutivo a pesar de que 89,3 millones de brasileños no votaron por él, lo que hace presumir la oposición popular que le espera y abre ventanas al clima de hostilidad en la vida cotidiana de los brasileños.
Bolsonaro presidente es, entre otras cosas, un producto de la activa ola de intromisión imperial orquestada en el área latinoamericana para revertir los avances democráticos registrados en naciones como Argentina, Ecuador y Honduras, que han creado situaciones desestabilizadoras en Venezuela y Nicaragua, Nicaragua y que en el caso de Cuba han fracasado, aunque continúan afectando seriamente las condiciones de vida del pueblo, como es el caso del bloqueo económico, comercial y financiero que directamente la administración estadounidense se empeña en sostener a contrapelo del reiterado consenso mundial en la ONU.
Las más recientes declaraciones de Bolsonaro han ido escalando las tonalidades del terror, cuando anuncia que reprimirá el Movimiento Sin Tierra y al Movimiento de los Sin Techo y concebirá a los participantes en luchas sociales como enemigos internos, como peligros terroristas a los que hay que combatir con leyes especiales, clara alusión a los procedimientos vinculados con la venalidad del Poder Judicial, encaminados a criminalizar a dirigentes de izquierdas y llevarlos a la cárcel, realidad que igualmente ha estado presente en el propio Brasil con el arbitrario e ilegal enjuiciamiento y encarcelamiento de Luis Inacio Lula da Silva, y en Argentina y Ecuador con la persecución y amenazas reiteradas contra los también ex mandatarios Cristina Fernández y Rafael Correa, respectivamente.
Pero Bolsonaro presidente también producto de errores de la izquierda. El eminente sociólogo y sacerdote brasileño Frei Betto ha caracterizado fallos cometidos por la izquierda en Brasil, y en particular por el Partido del Trabajo, que contribuyeron a abonar la llegada al poder del amenazante Bolsonaro. Cito: El involucramiento de algunos de sus líderes en casos comprobados de corrupción, sin que la Comisión de Ética del partido haya sancionado a alguno de ellos (Palocci se excluyó del partido antes de que lo expulsaran). La desatención a la alfabetización política de la población y a los medios de comunicación favorables al gobierno, como radios y televisoras comunitarias y a la prensa alternativa. No haber implementado ninguna reforma estructural a lo largo de 13 años de gobierno, excepto aquella que alteró el régimen de contribución a la seguridad social del funcionalismo federal. El PT es hoy víctima de la reforma política que no logró promover (fin de la cita).
Se pregunta el prestigioso intelectual brasileño: ¿Qué hacer ahora? Y se responde: “Los movimientos progresistas y lo que queda de la izquierda en Brasil con seguridad van a promover marchas, manifestaciones, abajo firmantes, etc., en un esfuerzo para evitar un gobierno fascista. Nada de eso me parece suficiente. Hay que retornar a las bases populares. Los pobres votaron por el proyecto de los ricos. La izquierda se llena la boca con la palabra «pueblo», pero no está dispuesta a «perder» fines de semana para ir a las favelas, a las villas, a la zona rural, a los barrios donde viven los pobres. He ahí las prioridades de la actual coyuntura brasileña: que el PT se haga una autocrítica y se recree; que la izquierda retome el trabajo de base; que el movimiento progresista rediseñe un proyecto de Brasil que resulte un proyecto político viable. En caso contrario, Brasil ingresará durante un largo periodo en la edad de las tinieblas”.
Ciertamente el manto amenazador del fascismo se abre sobre Brasil y sus tentáculos apuntan con extenderse en Latinoamérica”.
No bastarán las proclamas, las protestas callejeras, las consignas y los comunicados desde la izquierda para frenar el avance fascista en Brasil. Será menester retornar a las masas y desde el contacto directo con el pueblo de a pie para reconstruir lo perdido y activar conscientemente la ofensiva política e ideológica.
Para Brasil y el resto del área: recordar aquel alerta del periodista mártir, Julius Fucik, bajo la bota del naci fascismo: “¡Hombres, estén alertas!”
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