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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Pitín nos dejó su sonrisa eterna y su afán de buena persona

Pitín nos dejó su sonrisa eterna y su afán de buena persona

 

Roberto Pérez Betancourt

 

El destacado caricaturista  Gustavo Prado Álvarez (Pitín), falleció el 22 de abril en la ciudad de Matanzas, próximo a cumplir  87 años de edad,  dejándonos  el recuerdo agradecido de su sonrisa eterna, su afán de buena persona y muchas otras cualidades que lo adornaron a lo largo de su larga trayectoria como profesional  de siete décadas, y en especial como  amigo sincero.

  Merecedor de numerosos lauros internacionales y nacionales, incluido el Premio José Martí, y la condición de corresponsal de guerra,  Pitín se radicó en Matanzas desde el año 1990, donde coronó el incansable quehacer, que lo mantuvo activo hasta sus últimas horas, al recibir en 2017 el Premio provincial de Periodismo Bonifacio Byrne A la obra de la vida.

  Conocí a Pitín cuando ya él era un sobresaliente profesional de la sonrisa en el periódico HOY donde trabajábamos entonces. Era  1959, el año del triunfo de la Revolución, cuando el querido diario de los comunistas cubanos volvió a ver la luz gracias al esfuerzo desinteresado de un grupo de compañeros para hacer de la consigna unitaria una realidad palpable en las páginas de aquel periódico, que más tarde se integraría con el diario Revolución para dar paso a Granma.

   Fundador del diario humorístico Palante,  Pitín, junto con el inolvidable Adigio Benítez y otros compañeros  participaba en la ilustración de las páginas de HOY.  Desde mucho  antes ya Gustavo Prado Álvarez  era conocido en el mundo del periodismo gráfico y humorístico  por su capacidad para sacar filo contrafilo y punta a situaciones cotidianas. Él era en verdad un maestro del humor  político y costumbrista, sin estridencias, sino con un sentido terrenal y sencillo  de sus dibujos formidables para comunicar con destinatarios de todas las edades y niveles de instrucción

  Sus labores más recientes las pudimos apreciar en las páginas del semanario Girón, donde fue un constante colaborador, especialmente en la sección  de cartas de los lectores, donde ilustraba situaciones diversas de la vorágine diaria.

 Había nacido Pitín en Ranchuelo, Villa Clara, el primero de mayo de 1931. En este postrer adiós, lleguen nuestras condolencias a familiares y amigos, y la certeza de que  la obra de Pitín perdurará por siempre en la memoria eterna del periodismo cubano y de él aprenderán futuros maestros del arte de la sonrisa y la reflexión inteligente. (TVY)(27/04/18)

 

La entrevista

 

Por considerarlo de interés reproducimos a continuación una de las últimas entrevistas que concedió Pitín, realizada por la colega Jessica Mesa Duarte

 

Lecciones de vida: un poco en broma y mucho en serio

 

Gustavo Santiago Prado Álvarez “Pitín” tiene 86 años, pero no pierde la vitalidad y la frescura del joven que creaba anuncios publicitarios antes del primero de enero de 1959.

“En esa etapa hacía anuncios de cigarros, de cerveza, de zapatos. También hacía caricaturas para la televisión. Con el triunfo de la Revolución se acabó la publicidad en Cuba y empecé a trabajar en el periódico Hoy. Allí seguí haciendo caricaturas a diario, retocaba fotografías, dibujaba mapas, hacía de todo.”

Nacido en Villa Clara, encontró en Matanzas la motivación para seguir adelante, trabajando, haciendo de la caricatura su mejor espejo, con el espíritu de quien bien le hace honores a la extraña y autóctona cualidad de los cubanos de burlarse hasta de sus propios problemas.

“La caricatura debe estar al día con todo lo que ocurra. Es la vida misma la que te brinda nuevas ideas. Dos excelentes consejos son leer mucho, para tener dominio de los temas que ocupan la agenda mediática y dibujar todos los días, eso ayuda a desarrollar las ideas.

“La función del caricaturista es estar al tanto de los procesos de la vida y brindar su propio análisis desde la percepción que tiene de cada hecho, con responsabilidad y ofrecer caricaturas que se ajusten a las circunstancias, al contexto.”

“Pitín” acaba de merecer el Premio provincial Bonifacio Byrne por la obra de la vida. Más de 50 años en el  ejercicio de su profesión, con premios y reconocimientos nacionales e internacionales, avalan este reconocimiento, entregado por la Unión de Periodistas de Cuba en Matanzas.

“Fui fundador del periódico Granma y su suplemento de humor gráfico Palante. Colaboraba en programas de televisión y con la revista Bohemia. Estuve en Canadá, Japón, China, Alemania y Angola.

También he hecho varios libros para niños, para el Instituto de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) y para la UPEC. ¡Uf! Con este ya suman 83 premios: dos medallas de la Unión de Periodistas, premios de la Organización Internacional de Periodistas, también me reconocieron en Japón y en Viet Nam merecí la medalla Ho Chi Minh. Nacionales te puedo mencionar galardones de Salud, la ANAP, Cultura, Tránsito.”

Desde la picardía de la experiencia, le encuentra el doble sentido hasta a los silencios y nos hace disfrutar de una obra de arte.

“Hay gente que cree que la caricatura es un arte menor, pero yo creo que no. Es tan importante como puede serlo la música, la danza, el teatro, la literatura. Y tampoco es un arte fácil, sino que es el resultado de mucha dedicación, de años de trabajo.

“Yo me mantengo trabajando. Todos los meses hago 6 ó 7 caricaturas para Humedal, la publicación que se dedica a la Ciénaga de Zapata, para el semanario Girón, mando también para Palante y Bohemia. Eso sí, trabajo para hacer lo mejor que pueda.”

Ser un constante observador también contribuye a que Gustavo mantenga la frescura de sus creaciones. Analiza cada suceso a su alrededor, desde lo más usual hasta los acontecimientos más insólitos.

Esos cotidianos fragmentos de la vida cotidiana son los que alimentan su inspiración y resultan en los sugerentes dibujos en los que se define un poco en broma y mucho en serio.

“Yo me fijo mucho en todo y de todo voy creando ideas. Me baso en la gente a mi alrededor, sus gestos, sus características físicas y a partir de ahí creo nuevos personajes.”

Cuando le pregunto cuánto hay de Cuba en su obra no duda: “Todo. Las situaciones cambian, las tecnologías, las maneras de comunicar, la manera de vivir y apreciar la vida. Pero lo que no se modifica es el amor por la tierra. Cuba es la protagonista de casi todo cuanto hago.”

Me siento frente a él, enciendo la grabadora, escribo las preguntas en una hoja y se la extiendo. “Pitín” ha perdido mucho de audición, pero su perspicacia parece ser inversamente proporcional a los bajos niveles de sonidos que llegan a sus oídos. Converso con él, pausadamente, en su casa desde donde la inmensa bahía matancera se escucha serena.

En todo momento el caricaturista me da una clase de humildad… “y Manuel, mira, es de Matanzas también y es un maestro. Yo no me considero maestro. Yo aprendo de todo. Todavía estoy aprendiendo a hacer la mejor caricatura. Todavía no la he hecho”. Después me despide con una carcajada. Eso es lo que lo hace auténtico.

Tras los espejuelos que le ayudan a descifrar el mundo asoman unos ojos de abuelo que ha vivido mucho y quien no alcanza a reconocer cuánto ha aportado al desarrollo del humor gráfico, de la cultura cubana. Vuelve a sonreír, como casi siempre y me agradece.

Esta vez me parece que la figura dibujada en un papel sobre la mesa me guiña un ojo. Me despido y me siento feliz de poder conocer a este sencillo hombre que toma el sol en las tardes mientras su mirada se pierde en las aguas azules de la bahía matancera.

 

 

 

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