Voz cero de Trump
Roberto Pérez Betancourt
Mientras el flamante presidente de Estados Unidos, míster Donald Trump, se enfrasca en una controversia de poderes con un juez, que ha vetado una de sus más controversiales decisiones de impedir el ingreso a Estados Unidos de musulmanes procedentes de varios países, el vocero de la Casa Blanca Sean Spicer hace malabares para evitar ser llamado “voz cero” cuando contesta preguntas de la prensa en relación con la política del nuevo ejecutivo sobre las relaciones con Cuba.
“La administración de Donald Trump está realizando una revisión completa de todas las políticas de Estados Unidos hacia Cuba”, fue todo lo que pudo afirmar este “espíker”, algo que por demás se sabía sin necesidad de su presentación ante la prensa.
Según las declaraciones del portavoz, ese análisis tiene un “enfoque en los derechos humanos, como parte de un compromiso con los ciudadanos de todo el mundo”.
La afirmación del hablante suena a tremendismo y sugiere una imagen de lo real maravilloso: El gendarme mundial monitoreando lo que sucede en el globo terráqueo, dispuesto a bajar o subir el pulgar al más rancio estilo de los emperadores romanos para aprobar o reprobar, paradójicamente sin detenerse a reflexionar sobre lo que sucede dentro de sus propias fronteras.
La referencia hace recordar otras declaraciones de pretéritos mandatarios estadounidenses, que no titubearon en exponer su disposición a intervenir y hacer prevalecer “la ley y el orden” al estilo yanqui, a cualquier precio, incluidos los bombardeos, las invasiones, las torturas y otras calamidades, promesas que se llevaron a efecto incluidos los “daños colaterales”.
Precisan observadores que los comentarios de Spicer representan la primera vez que la Casa Blanca se refiere a Cuba de manera oficial tras la llegada al poder del mandatario republicano, el último 20 de enero.
En este contexto la prensa estadounidense destaca la impopularidad creciente del mandatario que se niega a aceptar realidades del cambio climático y cada día evidencia más su desconocimiento en relación con temas cruciales para su país y las relaciones con el resto del mundo.
Según un sondeo de la encuestadora Gallup, el 51 por ciento de los estadounidenses desaprueba la gestión de Donald Trump y considera que no debería ser su líder. Solo el 42 por ciento, de acuerdo con ese estudio, respaldaba el trabajo del nuevo presidente tras una semana de que asumiera su cargo, el 20 de enero.
El asunto también brinda la posibilidad de recordar las palabras del presidente cubano Raúl Castro durante la reciente V Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en República Dominicana, el pasado 25 de enero, donde expresó la voluntad de proseguir el diálogo y la cooperación en temas de interés común con el gobierno de Trump, y precisó que Cuba y Estados Unidos pueden cooperar y convivir civilizadamente, respetando las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambos países y pueblos.
Como se puede apreciar, es justamente una declaración amigable, sin tremendismos, serena y firme, porque también ratificó que no debe esperarse que Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, y recordó que el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a la isla durante 55 años persiste con considerables privaciones y daños humanos, y su existencia dificulta el desarrollo.
Pese a tal política, continuamos en la actualización de nuestro modelo económico y social y seguiremos luchando por construir una Nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible, puntualizó Raúl.
Recordemos:
Cuba y Estados Unidos adaptaron hasta el momento 22 instrumentos bilaterales (acuerdos, memorandos de entendimiento, arreglos y tratados) desde el 17 de diciembre de 2014 cuando comenzó el proceso para normalizar sus relaciones.
Casi una semana antes de concluir su mandato, Obama derogó la política de pies secos pies mojados y del programa de parole para médicos cubanos, que representaban vías de inmigración insegura a territorio norteamericano.
Previamente, Estados Unidos excluyó a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, y ambos países restablecieron relaciones diplomáticas y reabrieron las embajadas en sus respectivas capitales.
Raúl Castro y Obama se encontraron y dialogaron tres veces, la última de ellas cuando el político demócrata visitó de manera oficial La Habana en marzo de 2016, y la Comisión Bilateral Cuba-EE.UU. realizó cinco reuniones.
Esperemos que míster Trump se pronuncie sobre sus reflexiones en relación con Cuba y diga algo más sustancial, para evitar que su “voz cero” pase nuevos apuros ante la prensa.
(Con informaciones de Cubadebate y agencias de noticias).
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