Cuba, Venezuela y los principios
Roberto Pérez Betancourt
Las voluntades políticas de Cuba y Venezuela dieron vida a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), que por vez primera en la historia inicio un verdadero proceso integracionista exitoso en Latinoamérica y el Caribe, sin exclusión, basado en la solidaridad, la cooperación y el mutuo beneficio socioeconómico, sin la presencia injerencista del gobierno estadounidense.
A decir del vicepresidente cubano Miguel Díaz Canel, “el ALBA es un ente de unidad, capaz de enfrentarnos al colonialismo y el neoliberalismo en la región”.
Los pensamientos de plena justicia social de Fidel Castro y Hugo Chávez se conjugan en la existencia del ALBA, junto a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), decisivos en la presencia por vez primera de Cuba en la Cumbre de las Américas, este mes, pues las naciones de nuestra región han condicionado su participación en ese evento a la asistencia de la nación cubana.
En este contexto, Cuba alza su voz solidaria con la nación y el pueblo venezolano, amenazados a través de una especie de ultimátum lanzado por el presidente Obama, que en desfase increíble ha calificado a Venezuela como “amenaza a la seguridad estadounidense”.
Los ilusos creyeron que en el actual clima de conversaciones para el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, la Isla caribeña pasaría por alto la velada amenaza intervencionista yanqui.
Quienes así actúan olvidan que el historial de solidaridad internacional de los cubanos no se sustenta en mezquindades, sino en principios de verdadera humanidad, como lo ha demostrado en numerosas ocasiones en el campo de la salud, la independencia de los pueblos, los desastres naturales y otras calamidades en las que Cuba ha estado siempre del lado del deber, como en esta hora está junto a los hermanos venezolanos, con la presencia física de sus colaboradores, y con el activismo internacional, que moviliza a millones de voluntades para firmar el respaldo al gobierno de Nicolás Maduro, exigiendo que Obama anule el insulto a la obra de infinito amor emprendida en Venezuela por el Comandante Hugo Chávez.
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