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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

EE UU y el ridículo internacional

EE UU  y el ridículo internacional

Roberto Pérez Betancourt 

Usted puede vestirse de mamarracho y salir a la calle para hacer el ridículo público en su pueblo. Pero si usted, presidente de Estados Unidos de Norteamérica, la nación más poderosa del mundo en términos militares y económicos,  “sanciona” arbitrariamente a siete  funcionarios venezolanos y proclama que esa nación “es un peligro para la seguridad estadounidense”, entonces  usted  hace el ridículo ante toda la aldea planetaria que lo observa.

  En consecuencia, se  desborda una reacción de solidaridad sin precedente hacia los venezolanos, al punto que la subsecretaria de Estado de EE.UU. para Latinoamérica, Roberta Jacobson, con voz plañidera dice ante las agencias de prensa: «Me decepcionó que no hubiera más países que defendieran que (las sanciones) no eran para dañar a los venezolanos o al Gobierno venezolano en su conjunto».

  Esa decepción, por supuesto, la provocan millones de firmas ciudadanas más allá de las fronteras geográficas venezolanas, y pronunciamientos  de  organizaciones regionales en rechazo a la amenaza intervencionista,  que ya no funciona en Latinoamérica, y anuncia  que la decepción estadounidense se repetirá  cada vez que pretenda sojuzgar a los pueblos libres.

  Recordemos: La orden  ejecutiva de Obama  califica la situación interna de Venezuela como «amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad estadounidense”. Es  una reiteración de la esencia colonial del imperio, que se considera capacitado para juzgar, condenar e invadir a cualquier nación que estime se aparte de sus lineamientos de servilismo total.

   No se percata Obama que el emperador del gigante norteño  ya no puede ir  repartiendo latigazos  o limosnas sin que se produzca lo que hoy duele a la funcionaria yanqui: la rebelión de los pequeños.

   ALBA, CELAC, UNASUR,  representan el desacato de los decretos absolutistas y demuestran que en los tiempos actuales  el ridículo amenazante del emperador de turno no provoca  aplausos serviles, sino  crea una barrera infranqueable,  genera rechifla generalizada y en este caso   demanda que Estados Unidos establezca una relación de respeto y de igualdad con la nación venezolana, como se pondrá de manifiesto dentro de unos días en la  Cumbre de Panamá.

 

 

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