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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Cuba: 50 años de victorias

Cuba: 50 años de victorias

Vindicación de la soberanía cubana

 

Roberto Pérez Betancourt

 

  El nueve de enero de 1959, al día siguiente de haber entrado  en La Habana al frente de la Caravana de la Victoria, tras el triunfo de la Revolución armada, Fidel Castro  anunció la expulsión de la misión militar norteamericana en Cuba.

   Ocurrió durante la comparecencia del Líder revolucionario en el programa de TV Ante la Prensa, 48 horas después que la administración de Dwight D. Eisenhower reconociera al nuevo Gobierno Revolucionario.

   Para esa fecha,  buena parte de los más connotados esbirros de la tiranía batistiana se hospedaba en territorio estadounidense.

   Acostumbrados al servilismo y la contemporización con los gobernantes norteamericanos, diplomáticos y representantes de medios informativos de ese país quedaron estupefactos. No podían dar crédito a lo que acababan de escuchar.

   Una pequeña islita del Caribe, de apenas seis millones de habitantes, vindicaba su derecho a la soberanía nacional al rechazar la tradicional “contribución militar” con que la nación más poderosa del orbe acostumbraba apuntalar en otros países sus servicios de inteligencia y represión.

   Raudos corrieron los reporteros a los teléfonos para reportar la noticia. En la sede de la embajada norteamericana en La Habana se armó el corre-corre. El embajador Earl T. Smith, que el día anterior había visto desbordarse la alegría popular para recibir a su Máximo Líder, presintió que le quedaba poco tiempo en aquella oficina rodeada de transparentes cristales.

   Desde allí todavía  podía imaginar al águila imperial posada sobre su pedestal simbólico.

   A una pregunta sobre la decisión del gobierno de EE.UU. de retirar la misión militar si el Gobierno Revolucionario lo solicitaba, Fidel respondió de manera tajante:

   “(...) El Gobierno de los Estados Unidos no tiene derecho a tener una misión aquí permanentemente, eso en primer lugar. O sea, que eso es una prerrogativa  no del Departamento de Estado, si no del Gobierno Revolucionario de Cuba”.

   Para que no quedaran dudas, el  13 de enero Fidel confirmaría:

“(...) No hay derecho a que sigamos manteniendo a los que estuvieron enseñando a los soldados a matar cubanos. (...) no queremos espías dentro de las fuerzas armadas de la República, ni conspiradores”, dijo en su discurso pronunciado en el almuerzo homenaje que el Club de Leones ofreció al Ejército  Rebelde, el 13 de enero de 1959.

   Historiadores han hecho notar que el gobierno norteamericano y sus dependencias no emitieron un juicio final, ni siquiera inmediato, sobre la decisión soberana de Cuba.

   El presidente Eisenhower aguardaba, recopilaba información. Se había negado a extraditar a los esbirros y criminales de guerra que tras servir a  la dictadura de Batista se habían refugiado en territorio norteamericano. El embajador Smith solicitó su renuncia al Departamento de Estado.

   Bajo el gobierno de la Cuba mediatizada, en 1925 se había erigido un monumento a las víctimas de la controvertida explosión del buque norteamericano Maine en la rada habanera, en 1898.

   Ese hecho había servido de pretexto para  la intervención militar de la Unión en la larga lucha insurrecta que desde 1868 libraban los cubanos  frente al colonialismo español, de manera que tras la salida de España, entraron los marines en la Isla.

   En la cúpula de ese monumento se divisaba  un águila imperial.

   En 1960 el gobierno revolucionario respetó el obelisco aludido. Pero el águila fue derribada.

   Estaba muy fresca la imagen de un marine norteamericano orinando sobre la estatua del héroe cubano José Martí. Estaba muy fresca la sangre de 20 mil cubanos derramada en la lucha frontal contra la tiranía que servía a  intereses hegemónicos.

   Con la expulsión de la misión militar estadounidense, la nación antillana subrayaba   su derecho soberano a decidir su destino, sin pedir permiso ni claudicar.    Cincuenta años más tarde, esos valores y principios permanecen invictos.

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