Discriminación: clave de la hipocresía institucional
Roberto Pérez Betancourt
Derechos humanos en EE.UU. (III)
Según tiras cómicas y de aventuras, películas de Hollywood y propaganda oficial del gobierno de EE.UU., este país, el de mayor poder económico y militar, es campeón mundial de la democracia y los derechos humanos. ¿Será verdad o mentira?
La realidad que se vive segundo a segundo en los 50 estados de la Unión, muestra un panorama muy diferente al que quiere hacerse ver a sus propios residentes, y a los de otras naciones, muchas de las cuales son también víctimas del hegemonismo estadounidense.
Todavía hoy la discriminación racial continúa siendo un problema social profundamente arraigado en la sociedad norteamericana, donde las minorías de origen afro, latino y de otras etnias, ocupan segmentos inferiores en los ámbitos económicos y de acceso a servicios educacionales y de salud.
En términos relativos esos grupos poblacionales aparecen en primer plano en los indicadores de delincuencia, marginalidad, víctimas de abusos sexuales y chantajes, exclusión social, población carcelaria y mendicidad, entre otros.
Estadísticas oficiales afirmaban en agosto de 2007 que los ingresos monetarios medios de familias negras en EE.UU. eran 39 por ciento inferiores a los de las blancas, y del 28 por ciento menores en las de origen latino.
En el año 2006 la tasa de pobreza entre los negros triplicaba a la de los blancos. La de los latinos duplicaba a esta última. En la de salud, 20 por ciento de los primeros no disponían de seguro. El índice ascendía a más del 34 por ciento en los latinos, mientras que en el sector de los blancos rebasaba el 11 por ciento, obviamente correspondiente a los pobres.
Similares características presentan las personas afectadas por el SIDA. The Washington Post reportó el 26 de noviembre de 2007 que 80,7 por ciento de los tres mil 269 casos que padecían esa pandemia, entre los años 2001 y 2006, correspondían a población negra, cuyo riesgo de infectarse era siete veces superior por sus inferiores condiciones de vida.
También las cifras son elocuentes sobre la discriminación que sufren las personas al buscar empleo, donde los factores étnico y sexista, de manera negativa, se acentúan en mujeres, niños e indocumentados, explotados a veces con métodos de esclavitud impuesta mediante chantaje de deportación o fuerza bruta.
La Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de EE.UU., reveló que de 75 mil 768 denuncias recibidas en el año 2006, el 35,9 por ciento era por discriminación racial.
Múltiples y variados casos de exclusión y maltratos de personas negras hay en educación. Solo en Iowa el estudiantado de ese sector poblacional, aunque representaba apenas cinco por ciento del registrado en escuelas públicas, registró 22 por ciento del total de suspendidos en estudios, divulgó el diario Chicago Tribune, el 25 de septiembre de 2007.
En el ámbito judicial la discriminación de los negros es aún más escandalosa, por el doble rasero que se aplica, según el cual los de piel oscura tienen siete veces más probabilidades de ir a la cárcel por delitos varios, en comparación con los blancos, y en relación con drogas 10 veces más, aunque ambos segmentos las venden y compran en igual proporción.
La discriminación sexista llega hasta las dos cámaras legislativas de Estados Unidos, donde las mujeres apenas ocupan 16 por ciento de los escaños, aunque ellas representan 51 por ciento de la población de ese país. De 100 posiciones, en la Cámara de Representantes 16 las ocupan las féminas, y en el Senado solo 70 de 435.
En realidad todos los indicadores de vida y sociedad revelan que las mujeres afrontan las mayores dificultades en comparación con los hombres, desde hallar empleo, hasta salarios, vivienda, seguros, acoso sexual, violencia doméstica y laboral.
A finales del año 2006, en Norteamérica había 12,8 millones de menores de 18 años de edad viviendo en la pobreza, cifra que suponía el 17,4 por ciento del total de población infantil del país, y el 35,2 por ciento de los estadounidenses en esa situación.
Cada día, más niños deben sobrevivir sin asistencia médica en la nación norteña. Hasta finales de 2006, cuando la tasa llegó al 19,3 por ciento, unos 8,7 millones de menores de 18 años de edad carecían de seguros médicos, un ascenso del 11,7 por ciento en comparación con el año 2005.
Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo que sentencian niños a muerte. Algunos estados de la Unión todavía no tienen edad límite para la imposición de la pena capital. Es allí donde más infantes reciben prisión perpetua.
La realidad expuesta demuestra que desde los cómics, hasta los filmes de aventuras, al igual que los políticos más encumbrados, mienten sobre la realidad de los derechos humanos en EE.UU., donde la violación y la discriminación constituyen claves de la hipocresía institucional.
(AIN) (Fuente utilizada: Reporte de la Oficina de Información de la República Popular China sobre los derechos humanos en Estados Unidos, en 2007)
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