Memoria presente: Asesinatos en nombre de la soberbia
Roberto Pérez Betancourt
Para crispar puños basta leer nombres y edades de quienes en plena flor de su vida fueron asesinados hace 151 años en nombre de la soberbia de los llamados “voluntarios españoles” con la complicidad de los gobernantes en la beligerante colonia cubana.
Había faltado a clases el profesor de anatomía y cinco de los alumnos de 45 matriculados decidieron ir al cementerio de Espada.
Voces oscuras mintieron al afirmar que los estudiantes habían profanado la tumba del periodista español Gonzalo Castañón. Todos los alumnos fueron acusados. Aunque la presunta falta era de carácter civil, el General de División Romualdo Crespo indicó Consejo de Guerra en campaña.
Parecía una broma. Ocho fueron sentenciados a morir fusilados: los cinco que visitaron el cementerio más tres escogidos en sorteo; cuatro a seis meses de cárcel, 31 a penas entre cuatro y seis años...
Aunque el estudiante Carlos Verdugo, de 17 años de edad, se hallaba en Matanzas el día de la visita al cementerio, fue incluido en el fusilamiento. También Juan Pascual Rodríguez, 21 años de edad; José de Marcos Medina, Anacleto Bermúdez, Eladio González, Carlos Augusto de la Torre, todos de 20; Ángel Laborde, de 17, y Alonso Álvarez de la Campa, 16
Fueron asesinados en nombre de la soberbia colonial, de espaldas al pelotón, de rodillas, en parejas y con las manos atadas frente a los muros de los barracones del Real Cuerpo de Ingenieros, aproximadamente a las cuatro y 30 minutos del 27 de noviembre de 1871.
Los cadáveres fueron echados en fosa común. El único pecado de las víctimas era amar a la patria.
Las autoridades españolas nunca protestaron contra la injusticia cometida, ni encausaron a los culpables, al contrario, ascendieron a quienes elaboraron la patraña para obtener méritos ante la Corona.
Los hechos pasaron a formar parte de los muchos ejemplos de historia de opresión y genocidio apañados en juicios inmorales en nombre de un poder hegemónico.
Los ocho estudiantes de medicina moran en el altar de la patria cubana, viven y vivirán por siempre en la memoria de su pueblo.
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