Trump: cuesta abajo en su rodada
Roberto Pérez Betancourt
Al cumplir este mes dos años ejerciendo el poder ejecutivo al estilo del absolutismo monárquico, el presidente estadounidense Donald Trump ha entrado en una espiral que lo lleva cuesta abajo en su rodada, de acuerdo con signos y acontecimientos de las últimas semanas.
Son hechos que han ubicado al rubio mandatario muy por debajo de la popularidad que lo llevó a sentarse en la silla imperial, de acuerdo con encuestas de agencias de investigación política y social, y la opinión explícita de importantes medios de difusión masiva de su propio país, y de otros que siguen el hilo de los acontecimientos desencadenados por las “trumpadas” de quien para algunos entendidos califica ya como el político más inepto de los que se han hospedado en la Casa Blanca.
Según las encuestas s de FiveThirtyEight, el porcentaje de aprobación de Trump es de solo 41%. Esa es la cifra más baja desde septiembre, abajo por un punto. Mientras tanto, su índice de desaprobación se sitúa en el 54%, que es el más alto, por un punto, desde septiembre, lo que evidencia que su base de sustentación en los votantes se debilita progresivamente.
Lo primero que salta a la vista es la lucha interna en el propio partido. De una parte, grupos que rinden pleitesía al señor del que esperan ascensos y favores, y de la otra los tradicionalistas, que no necesitan del prepotente señor de los “tuiteos” sorpresivos y se afanan para reconstruir la conservadora imagen de los republicanos, en un afán que se extiende de cara a la estrategia para afrontar las elecciones presidenciales de 2020, año en el que Trump, sin ocultar ni un ápice de prepotencia, ha asegurado que será de nuevo el candidato y que una vez más se impondrá en las urnas, con lo que al parecer no está de acuerdo buena parte de sus acólitos, unos porque han sufrido en carne propia los desmanes del zar norteño, y otros porque simplemente se avergüenzan de un individuo que cada día da señales de soberbia absoluta, como se califica a sus propias palabras del 4 de enero, cuando afirmó, sin ruborizarse, que no se puede sustituir a alguien que está haciendo un gran trabajo, ante rumores cada vez más sonados, de que algunos congresistas puedan iniciar un proceso político ((“impeachment”) en su contra.
En realidad la acumulación de tropiezos y fracasos de Trump alcanza ya proporciones evidentes de su incompetencia política.
En diciembre último algunos de sus allegados íntimos (Cohen, Manafort y Flynn ) fueron condenados por diversas causas que salpicaron al mandatario.
A esto se ha sumado el cierre del gobierno ante la impertinencia del señor presidente de exigir al Congreso que apruebe sus multimillonarios sueños de construir una especie de “muralla china” en la frontera con México, lo que ha conllevado que unos 800 mil funcionarios estén a la deriva, en tanto la bolsa de valores de Wall Street se precipita peligrosamente ante los ojos de inversionistas y crece la crisis diplomática ante el increíble anuncio en solitario de un mensaje trumpiano en redes sociales de que las tropas estadounidenses abandonarán Siria, sin que previamente ni siquiera lo conversara con sus más encumbrados jefes castrenses, ni con sus aliados en la arena internacional.
Al respecto, el diario español El país publica: “…tan ensimismado en su egolatría (está Trump), que, por lo general, no parece darse cuenta de la magnitud de lo que se le avecina, tanto política como judicialmente (17 investigaciones pesan sobre él y su entorno).
Recientemente, el conservador diario The Wall Street Journal advirtió en un editorial sobre lo calificó el “ocaso” de Trump y la “espiral de declive” en que ha entrado. Se hacía eco también del creciente debate interno del Partido Republicano sobre si Trump debe ser de nuevo candidato o hay que ir pensando en otro nombre.
Lo más reciente en el ámbito político interno, la elección de la experimentada demócrata Nancy Pelosi, de 78 años de edad, como líder de la Cámara de Representantes (con mayoría demócrata), se suma a los desvelos del presidente en descenso.
Ella es la tercera figura en importancia política en la nación norteña, solo detrás del presidente y del vicepresidente, y exhibe una trayectoria que la califica como objetiva y pragmática. Para los analistas significa que está dispuesta a reiterar No a cada antojo del gran ególatra, aunque este se empeñe en chantajes como paralizar eternamente el gobierno si no le aprueban su soñado ideal de “muralla tipo china a lo mexicana”.
No nos olvidemos que se trata de cosas típicas de un sistema que pretende erigirse ante los ojos y oídos del universo como el más democrático de todos, aunque tenga que cargar con el lastre de personajes como Trump al frente de sus destinos… ¿hasta cuándo? Es la gran pregunta que ahora mismo se formulan decenas de millones de ciudadanos estadounidenses, y otras decenas de millones de seres humanos que residen en ese país en las sobras de la indocumentación, temblando cada día ante temor de la deportación, rezando también para que el “sueño americano” se transforme en el gran milagro de expulsar a quien debe pasar a la historia como uno más en el saco de los despreciables. (TVY) 10/01/19).
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