Béisbol: El Totí no tuvo la culpa
Foto: Yordanis Samón, uno de los ausentes en la selección que más rindieron a la ofensiva en el campeonato nacional.
Roberto Pérez Betancourt
Lo afirmo rotundamente: El Totí, ave que suele cargar las culpas de cualquier tipo, esta vez nada tuvo que ver con la derrota del equipo Cuba de béisbol ante el de Holanda 14 carreras por 1, nocao humillante, el martes-miércoles último, hora doméstica antillana, que decretó dejar el certamen, hacer maletas, salir de Japón y regresar al Caribe.
El eufemismo, expresión que suele utilizarse para sustituir a otra mal sonante, con matiz de grosería o de cierta violencia, aparece en estos días “a pululu”, (viejo neologismo que denota abundancia) en relación con las causas que motivaron la apabullante humillación sufrida por el conjunto cubano, impensable para una selección que, a pesar de sus lagunas reconocidas antes de iniciarse el Clásico beisbolero de alcance mundial, jamás, a ningún “conocedor de este deporte” (en Cuba suman millones, incluidos cronistas y narradores habituales), se les habría ocurrido vaticinar.
Pero sucedió y ha motivado despliegue de titulares en las páginas deportivas de casi todo el mundo en las que la palabra humillación aparece no con intención peyorativa, sino como calificativo sin el eufemismo aludido, en su acepción clásica y dolorosa. Preciso: no hablo de política, que tan lamentablemente suele ser mezclada en reflexiones con intenciones referidas al deporte cuando de Cuba se trata.
Tampoco confundo la magnesia con la gimnasia ni suelo tener la aptitud camaleónica de la que gozan algunos “entendidos” opinantes para adaptar criterios a situaciones específicas, en baja y en alta de jugadores y de equipos. Nada de eso. Intento llamar a las cosas por sus nombres, como los siento.
El sitio digital Cubadebate ha abierto una encuesta para que los navegantes en las naves de la digitalización opinen sobre los más y los menos en el equipo cubano. Lástima que solo se ofrezca una opción, decir, solo se puede marcar a uno de los participantes en cada caso, porque en justa realidad, las decepciones fueron varias y los que destacaron, a fuer de justeza, también superan la unidad numérica.
Esta mañana de miércoles, para un lector matutino de los sitios digitales la mayor de las decepciones estuvo en comprobar que solo el diario Granma con la firma de Oscar, trajo la noticia y el comentario de este revés de marcador tan abultado, que sepultó las posibilidades del equipo antillano de seguir en la disputa.
Las demás páginas deportivas cubanas en la red de redes aun a las cinco de la mañana aguardaban por el despertar de sus redactores para referirse a lo sucedido y, lamentablemente, todavía insertaban las predicciones de lo “difícil, pero probable de vencer a Holanda”, que, de paso, hace unos cuantos años atrás, era uno de los más débiles en cualquier escenario beisbolero, pero que fue ascendiendo, en tanto en el caso cubano ha ocurrido lo contrario, la involución (por factores y causas múltiples, conocidas, debatidas, pero aún sin resolver).
Tres veces ha ganado Holanda a Cuba en mundiales: 6-2 y 7-6 en 2013 y ahora 14-1. Los cubanos ganaron en 2006 por 11-2, cuando todavía el plantel nacional tenía donde escoger. En este Mundial de 2017, Cuba ganó dos juegos: frente a China (¡) y Australia (con la decisiva participación de Alfredo Despaigne y su cuadrangular con bases llenas). Perdió cuatro partidos: dos con Japón, otro frente a Israel (¿) y el último ante los tulipanes.
Las mayores decepciones ofensivas esta vez correspondieron a Frederich Cepeda (067 de average), Carlos Benítez (091), Yordan Manduley (000).
Merecen reconocimiento por su destacada actuación: Alfredo Despaigne (474 con tres cuadrangulares) (Yurisbel Gracial (435 y un jonrón), Víctor Víctor Mesa 428, incluidos dos dobletes) y Yosvany Alarcón (333).
Entre los lanzadores destaca positivamente Miguel Lahera.
El resto está en débito: Lázaro Blanco fue la gran decepción como favorito. Los demás, en su mayoría, evidenciaron que en el momento en que actuaron no estaban aptos para afrontar el reto sostenido en una pelota del calibre del Clásico.
En cuanto a la dirección del manager oficial, Carlos Martí, este, a la hora de anunciar decisiones y cambios, siempre se remitió “al colectivo cuando lleguemos al hotel”, indicación que daba a entender una dirección “colegiada”, es decir, con criterios de otros, algo plausible siempre que la decisión en última instancia corresponda al que está nombrado como Director y no a alguien que pudiera haber estado en la sombra del “dogao”.
De todas maneras, se apreció un estilo de dirección demasiado conservador, pasivo, inexpresivo, muy contrastante con el que empleaba don Víctor Mesa -controversial, peleón, pero dinámico e innovador-. Disgustó bastante el empecinamiento de no cambiar una alineación y a unos peloteros que no producían.
Además, la preparación psicológica mostró sus déficits en el comportamiento apático, en demasiadas ocasiones, de un colectivo que se veía derrotado antes de perder, algo muy diferente a lo que suele ocurrir en los conjuntos cubanos.
¿Retornará Cuba a los planos estelares a nivel mundial del deporte nacional? No tengo la menor duda de que lo hará. Pero para lograrlo habrá que “mover el cubilete”, romper esquemas mentales y organizativos, atenerse a realidades insoslayables del béisbol actual. De lo contrario, seguiremos adormeciéndonos con eufemismos y camaleónicas explicaciones, de unos y de otros. (16/03/17)
0 comentarios