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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

En el Día de la Prensa Cubana: José Martí, los principios por delante

En el Día de la Prensa Cubana: José Martí, los principios por delante

Roberto Pérez Betancourt

Tres lustros permaneció el patriota y periodista José Julián Martí y Pérez dentro de Estados Unidos, haciendo el verso después de haberse ganado el pan, como él mismo dijera.

Fueron tres lustros de práctica reporteril inédita, sin suficientes recursos materiales, pero con la enorme voluntad y el talento que le hacían trascender en las páginas de las publicaciones con las cuales colaboraba sin permitir restricción a su estilo ni a su pensamiento.

Cuando los intereses de editores y dueños entraban en conflicto con los principios del creador, este declinaba el jornal por la palabra e, inclaudicable, optaba por preservar la honradez del espíritu.

Madurez de intelecto y de práctica revolucionaria anotan analistas que caracterizó esta estancia de quien sería Apóstol de la independencia cubana y paradigma del devenir de su patria para todos los tiempos.

Fueron, sobre todo, 15 años de estudio de la sociedad norteamericana, de su cultura y su historia, de crítica y valoración justa de las derivaciones del pueblo del norte, de sus luchas intestinas, de su guerra civil y de los valores que el capitalismo salvaje intentaba exportar en las postrimerías del siglo 19, como parte de una ideología proyectada a hacer del resto de América el traspatio neocolonial de un imperialismo que nacería precisamente con la guerra de independencia de Cuba frente a España. Tocó a Martí residir “en el seno del monstruo” 20 años después de terminada la confrontación norte-sur en esa nación, en pleno proceso de construcción de los Estados Unidos modernos: desde 1880 hasta 1895, sin contar seis meses de su labor en Venezuela, en 1881.

Fue precisamente esa prolongada estancia la que le permitiría al observador crítico acumular experiencias y cultura de un alcance muy superior a las que tendrían sus coterráneos de la época, e incluso latinoamericanos de ideas progresistas y mucho más recursos, residentes en otras naciones del subcontinente.

El escenario ideológico abierto a la inteligencia activa de José Martí le posibilitó asistir al verdadero sentido de la democracia explicado por los padres de la Unión Norteamericana, al ideario social de Abraham Lincoln, al proceso de abolición de la esclavitud, con sus complejidades, prejuicios e intereses económicos, que determinarían la preeminencia del norte industrial sobre el sur agrícola, y otros hechos vinculados con el quehacer socioeconómico y cultural de la que ya se proyectaba como futura gran nación, que el devenir convertiría en la más desarrollada en el campo económico y militar.

Martí, con su sapiencia anticipadora, vislumbraría y a tiempo alertaría sobre las pretensiones norteamericanas de apoderarse de Cuba.

En el lapso de 15 años, desde Estados Unidos el mundo ofrece otros escenarios a la mirada escrutadora de Martí. A pesar del relativo atraso de las comunicaciones respecto de la tecnología actual, allí podía atisbar y analizar con mayor rapidez y amplitud que desde las tierras del sur.

La puja entre grandes potencias por el nuevo reparto de las influencias en el mundo, Asia y África abiertas al apetito colonial europeo y al asomo de Estados Unidos a la palestra; el desarrollo del capitalismo a partir de la concentración de capitales, el surgimiento del capital financiero, las bases creadas para el nacimiento del imperio, las oleadas de mano de obra inmigrante que llegaban a la nación del norte en busca del sueño americano, la clase obrera y sus contradicciones con el capital… Fueron hechos y escenarios proclives al pensamiento creativo.

Las ideas sociales más avanzadas de la época alimentarían el intelecto del escritor, y muy especialmente del líder político, que sabría unir voluntades de generaciones de isleños, crear el Partido Revolucionario Cubano con la intención de vertebrar el pensamiento y la acción en pos de la guerra necesaria para liberar a su patria del colonialismo español.

De esa savia imperecedera se nutriría posteriormente Fidel Castro para proseguir eslabonando la cadena de la definitiva independencia de Cuba y consolidar su soberanía política.

Precursor del antiimperialismo, Martí encabeza a los pueblos de las naciones de Centro y Sudamérica, así como del arco antillano: “Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo”, afirma.

Desde la cobertura que dio como periodista a la Conferencia Internacional Americana en Washington (1889 y 1890), José Martí apreció y reseñó los propósitos rapaces del gobierno norteamericano respecto del comercio y la economía de las naciones de nuestra América.

En 1891, durante el desarrollo de la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, en la que Martí asumió la representación del gobierno de Uruguay, defendió los intereses de la hermana nación sudamericana y la necesidad de luchar por toda la América Latina, y también por la independencia de Cuba. No faltó la visión previsora de los intereses criollos anexionistas en el análisis martiano. Su verbo lúcido fue claro al respecto y explícito en la intención expuesta en sus crónicas:”Escenas norteamericanas”, tan vigentes hoy como entonces, de cara al presente y al futuro de la acción unitaria latinoamericana, que se proyecta en la contemporaneidad dentro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), en la que Martí desempeña un papel protagónico en la vanguardia de las ideas y de la acción.

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