Cáncer, noticias y esperanzas para todos
Roberto Pérez Betancourt
Si mi padre hubiera tenido la oportunidad de recibir la vacuna cubana contra el cáncer del pulmón no habría fallecido prematuramente, a los 56 años de edad.
Este pensamiento me atenaza cada vez que leo sobre la novedosa terapéutica que también ha golpeado la psiquis de los estadounidenses cuyos familiares, y hasta los propios enfermos, se han mirado en el mismo espejo de incertidumbre y desesperanza cuando escucharon el terrible diagnóstico de su médico: cáncer de pulmón.
Para los deudos de los fallecidos el medicamento es solo anécdota de lo que hubiera sido posible.
Para quienes hoy, en tiempo real, padecen el mal y han sabido del remedio probable sin posibilidades de acceder a él, la información exacerba el ánimo e incentiva el reclamo de lo posible.
Ahora, el diario The Washington Post destaca la buena noticia para los estadounidenses: el primer ensayo en EE.UU. para poner a prueba la vacuna cubana contra el cáncer de pulmón, principal causa de muerte en el norteño país, aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de la nación norteña.
Se abre una puerta de esperanza a cientos de miles enfermos de cáncer de pulmón en ese país, hasta ahora imposibilitados de acceder a la vacuna por el bloqueo económico, comercial y financiero que los políticos de la nación norteña se empeñan en mantener como un muró ignorancia premeditada.
Fuentes acreditadas afirman que la prueba podría comenzar tan pronto como el próximo mes y reclutará de 60 a 90 pacientes. “Es probable que tarde tres años en completarse”, advierte The Washington Post .El ensayo probará la vacuna CIMAVAX-EGF, en combinación con un fármaco de inmunoterapia denominado Opdivo, que ya ha sido aprobado en Estados Unidos.
El objetivo es ver si la combinación de ambos mejora la eficacia del tratamiento. La vacuna desarrollada por el Centro de Inmunología Molecular (CIM), en La Habana, ha sido aprobada por países como Paraguay y Perú.
Esta realidad podría salvar la vida a numerosos padres, que, a diferencia del mío, perdió la vida prematuramente por no disponer de un remedio eficaz.
¿Cuánto más podría lograrse a favor de la salud de los estadounidenses y de muchos otros seres humanos con el derrumbe del bloqueo?
La respuesta se las dejo de tarea a los congresistas, en cuyas mentes está la decisión de poner fin a la ignominia y escuchar el clamor absoluto de los pueblos del mundo, expresado hace unas horas en el pleno de las Naciones Unidas.
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