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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Historias del más acá y del más allá

Historias del más acá y del más allá

Roberto Pérez Betancourt

Las historias del más acá y del más allá, involucran a personajes variopintos, algunos con vocación de soñador suicida, ese que en la medianía de la vida echa por la borda sentimientos, creencias, familia y recuerdos de lo vivido para emprender una aventura viajera, encandilado por el estribillo de que “la ilusión no se come, pero alimenta”.

De esa realidad aliñada se nutren espectáculos hablados de la televisión estadounidense, algunos de alta popularidad, que atrapan a millones de telespectadores.

Ese certificado de audiencia vende caro los espacios de anuncios en la caja de ensueños.

Las madejas de los guiones entrelazan medias verdades y mentiras completas de personas que venden sus historias y presencia por módicas sumas y se prestan a mostrarse ante las pantallas para que gocen los televidentes.

La premisa de consuelo, que se ofrece en ocasiones como justificación para mostrar crudas miserias de los seres humanos, es que servirán de experiencia a otros para que no incurran en los mismos errores.

A los testimonios la combinación que forman productor y guionista añade imaginación y surgen los asuntos, preferentemente basados en tragedias sexuales que involucran a transgéneros, transexuales, lesbianas, gais y heterosexuales en eventos donde abundan relaciones incestuosas, pederastia, homofobia, tráfico humano, parafilias, violaciones e infidelidades.

No faltan los sobornos, secuestros y estafas en la larga relación de temas a los que el público consumidor de este tipo de espectáculos hablados le gusta asomarse.

A este género pertenece la historia de Ramsés, hijo de Briseida, una cubana que emigró a Miami, donde se hizo ciudadana estadounidense y 15 años después instó a su hijo a que vendiera la mansión que había heredado en La Habana, valorada en más de 100 mil dólares, y le mandara el dinero a fin de multiplicarlo, le decía, mientras tramitaba los papales para que se mudara con su familia a “La Yuma”.

La sorpresa para Ramsés llegó cuando tocó a la puerta de su madre en Miami y comprobó que ella había derrochado el dinero en los casinos de Las Vegas y no lo podía acoger en su casa, porque residía en una vivienda subsidiada donde se lo prohibían.

Ramsés, sus dos hijos y esposa, fueron a vivir su sueño americano dentro de un viejo auto, debajo de un puente.

Si usted se enteró de esto en un show hablado hecho en Miami, no es pura coincidencia. Son historias del más acá y del más allá.

 

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