Trapos sucios entre republicanos, y aspiraciones demócratas
Roberto Pérez Betancourt
En Estados Unidos, la competencia por la nominación presidencial en el Partido Republicano eleva el tono de trifulcas televisadas donde se sacan trapos sucios entre los aspirantes a figurar en la boleta en noviembre de 2016.
Todos los implicados aspiran a disputarle el trono de la Casa Blanca al candidato que intente suceder a Barack Obama por los demócratas.
Las acusaciones mutuas se suceden en las discusiones televisadas.
Jeb Bush le recuerda al trigueño de apellido Rubio, -de origen cubano-, el uso indebido que hizo de los fondos de su partido cuando era senador en el estado de La Florida, y ahora, las reiteradas ausencias a la cámara alta a instancia federal, en contra de sus obligaciones de ir a trabajar, porque para eso lo eligieron los votantes.
Sobre esto último insiste el diario sureño Sun Sentinel, al reiterar que el señor Rubio es el senador que más votaciones se ha perdido este año.
El ausentista de apellido Rubio evade responder a su invisibilidad y centra sus explicaciones afirmando que si llega a la Casa Blanca revertiría todo el acercamiento logrado por las actuales administraciones de Estados Unidos y Cuba.
Es obvio. Se trata de un botón de servilismo barato dirigido a complacer a los adinerados anticubanos a fin de obtener los aportes financieros de los que tan necesitado está el muchachón, ansioso por subir al cielo.
De acuerdo con trascendidos del más reciente debate, el blanco de los ataques de la mayoría de los participantes se centró en Donald Trump y en Ben Carson, este último exitoso y ultraconservador neurocirujano, que contra todo pronóstico encabeza las encuestas de popularidad, y a las preguntas sobre las relaciones Cuba-Estados Unidos, dice que él no sabe ni papa sobre eso y antes de responder a los periodistas necesita estudiar el tema.
Le sigue en los numeritos de las encuestas el señor Trump, que ha pasado al segundo escaño.
Recuerdan expertos que ni el hombre del bisturí ni el magnate de los shows televisivos posee experiencia política.
El trigueño de apellido Rubio, apoyado por la extrema derecha, gana puntos, mientras Jeb, de la dinastía Bush, se rezaga y arrastra consigo el historial poco atrayente de su familia. Pero no está descartado, cuando faltan tres meses para iniciar las primarias, que dirán la última palabra sobre el ticket republicano.
En el bando Demócrata, cada vez más, y a pesar de intentos de desmoralizar su actuación, la señora Hillary Clinton recibe el respaldo de personalidades de su partido con mucho poder de convocatoria.
Hillary, siempre que tiene ocasión, recuerda que seguirá la política de Obama en relación con Cuba, a diferencia de todos los probables contrincantes republicanos, salvo Trump, que no necesita el apoyo financiero de nadie y, afirma que está de acuerdo con Obama en el acercamiento a Cuba.
Mis amigos, son casos y cosas de la “primera temporada 2015” correspondiente al del big show estadounidense, la tradicional zafra $$$ de la prensa de ese país, de todos los soportes, tendencias y colores, que se extenderá hasta finales de 2016 y concluirá con la coronación de un nuevo mandatario.
Por lo pronto, Hillary repite y repite que si Obama fue el primer “afroamericano” en ceñirse la corona, ella será la primera mujer en lograrlo para también pasar a la historia…
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