Viejos propósitos, nuevas tácticas
Roberto Pérez Betancourt
El viejo y fallido propósito de desestabilizar a la Revolución cubana y lograr un cambio de régimen político, proclive a los interés imperiales, por medio de chantajes, intimidación con base en agresiones terroristas, bloqueo genocida, infiltración de agentes sediciosos, bombardeo radiotelevisivo y otras tácticas conocidas, causantes de multimillonarios daños a la economía cubana y de millares de muertes de ciudadanos honestos, han dado paso a nuevas tácticas que procuran el mismo fin con procedimientos redimensionados, los cuales toman en cuenta el envejecimiento poblacional y la actual composición demográfica de nuestro país.
Esa realidad se asienta en un hecho: han transcurrido más de 54 años desde que la Revolución comandada por Fidel Castro izara sus banderas de victoria.
Sobre esto, el Presidente Raúl Castro ha caracterizado las nuevas modalidades de subversión, sobre la base de una plataforma de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfilada contra las esencias mismas de la Revolución y con el afán de generar una ruptura ideológica entre generaciones.
En esta línea se ubica el revelado plan del gobierno estadounidense de formar una red de mensajería orientada hacia jóvenes, a lo que se suma una nueva fuente de financiamiento de casi 700 mil dólares en los últimos seis años, a través de la Oficina de Transmisiones a Cuba.
Esa suma se destinó a pagar a colaboradores extranjeros que sigan el guión de la propaganda anticubana, revelado en el blog Along the Malecón, del periodista Tracey Eaton.
Según la fuente, ese dinero ha servido para pagar a artistas, escritores y colaboradores diversos entre enero de 2008 y abril de 2014.
Es obvia la nueva táctica de utilizar a mercenarios del ámbito intelectual desde escenarios europeos, medio orientales y latinoamericanos para construir una falsa opinión internacional y presentarla en contra de la revolución cubana.
Como vemos, es una pequeña muestra de nuevas tácticas que utiliza el imperio en afanes de viejos planes desestabilizadores, que hoy apuntan al relevo generacional cubano, pero que igualmente están condenados al mismo fracaso de siempre.
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