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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

TERRORISTAS PREFIEREN OCTUBRE PARA MATAR

TERRORISTAS PREFIEREN OCTUBRE PARA MATAR

Por Roberto Pérez Betancourt  

El registro de  acciones terroristas contra Cuba  desde el triunfo de la Revolución en 1959, demuestra que los asesinos entrenados, financiados y organizados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana en grupos mercenarios, han preferido octubre para cometer sus fechorías.  

Más de 120 hechos documentados así lo atestiguan: ametrallamientos de personas y locales de entidades cubanas, en la Isla y en el exterior; secuestros de naves aéreas y marítimas, bombardeos de objetivos económicos y civiles, y colocación de artefactos explosivos, entre otros. 

  Por la enorme magnitud de la tragedia, el más connotado de los sucesos aludidos ocurrió el seis de octubre de 1976, cuando, víctima de un sabotaje,  estalló en pleno vuelo la nave de Cubana de Aviación DC-8, matrícula CUT-1201, donde viajaban  73 personas, de las cuales 57 eran cubanas, incluido  el equipo nacional juvenil de esgrima. 

  Poco antes de partir el avión, en Barbados, los venezolanos Hernán Ricardo Lozano y Freddy Lugo colocaron dos cargas explosivas en la aeronave, por instrucciones de los  terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, ambos radicados hoy libremente en la ciudad de Miami, donde, 31 años después, siguen siendo protegidos por la Casa Blanca.  

 Octubre también ha sido  predilecto para infiltrar bandidos a través de las costas  cubanas,  asaltar barcos de pesca en alta mar y atentar contra establecimientos comerciales relacionados con la Isla, como las bombas  colocadas en 1972 en comercios miamenses, desde los cuales se tramitaba el envío de paquetes de personas que allí residen con destino a sus familiares en la ínsula.   

 No han respetado los terroristas las leyes de otros países para cometer fechorías: El primero de octubre de 1977 detonaron un potente artefacto explosivo en el buque cubano Río Damují, que se encontraba atracado en el puerto de El Callao,  Perú, y provocaron daños por 900 mil pesos. 

  El  10 de octubre  de 1972 terroristas en  lanchas artilladas atacaron los pesqueros cubanos Aguja y Plataforma IV. Hirieron a un pescador, secuestraron a otros 11, dinamitaron sus barcos y los  hundieron frente a las costas de la isla Andros. Los pescadores fueron abandonados en una pequeña lancha y rescatados por un helicóptero el 13 de octubre. Las acciones de los criminales provocaron pérdidas por 140 mil pesos.  

 El 30 de octubre de 1997  fue hallado y desactivado un artefacto explosivo  debajo de un kiosco  de la terminal dos del aeropuerto internacional José Martí, en Ciudad de La Habana.

 Se  demostró que este hecho  se vinculaba a otros semejantes y formaban parte de un plan financiado por la Fundación Nacional Cubana Americana, entidad  creada por la CIA.   Luis Posada Carriles daba órdenes desde el exterior a mercenarios  contratados para colocar sus explosivos en la capital cubana, de lo cual resultó víctima el turista italiano Fabio di Celmo, en el Hotel Copacabana. Como consecuencia de esos hechos fueron detenidos dos ciudadanos de origen salvadoreño y otros tres guatemaltecos.  

 También en el 97 se produjo un plan de atentados contra el Comandante en Jefe para ser ejecutado por criminales  durante la VII Cumbre Iberoamericana en la Isla Margarita. Los terroristas fueron finalmente encontrados en Puerto Rico, detenidos, juzgados y finalmente absueltos. 

 Se les incautó un alijo de armas que contenía los fusiles de asalto Barret calibre 50, con mira telescópica, equipos especiales de comunicación y de visión nocturna, y 10 cajas de municiones, entre otros medios.  

Pepe Hernández, uno de los principales integrantes de la mafia anticubana de Miami, era el dueño de uno de los fusiles. Finalmente un amañado tribunal boricua absolvió a todos los terroristas.  

Hemos visto  solo algunas muestras del dolor, el luto y los costos materiales que ha tenido que sufrir y pagar el pueblo cubano en octubre, desde 1959, consecuencia de la política criminal del gobierno norteamericano contra Cuba, ejercida por medio de sus asalariados, los mismos que desde el sur de la Florida prosiguen hoy día sus acciones criminales amparados bajo la sombrilla de Washington.    

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