Propósitos y verdades del derrumbe de Torres Gemelas siguen en controversia
--Por una nueva investigación
Roberto Pérez Betancourt
Millones de cuartillas e incontables conjeturas se tejen en busca de las verdaderas causas, motivos, autores intelectuales y consecuencias del derrumbe de las llamadas Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, justamente una década atrás, el día en que ante los ojos del mundo espectador, en las pantallas de los televisores aparecieron los aviones atravesando los edificios como si fueran de pastel, marcando un minuto aciago en el devenir, porque desde entonces, y hasta la fecha, el suceso, inédito, dejaría abierta la caja de Pandora y los demonios del mal proclamarían una excusa soberbia para desatar iras y ambiciones en “cualquier oscuro rincón del Planeta”.
La primera consecuencia fue la muerte de dos mil 996 personas en los hechos descritos, según datos ofrecidos por diversas fuentes periodísticas. Seres inocentes, la mayoría presentes en el lugar del siniestro, muchos de ellos simples trabajadores de limpieza y mantenimiento, lo que en la jerga militar podría llamarse “víctimas colaterales”, aunque en realidad no estaban en otro sitio, sino allí mismo, cuando los edificios colapsaron sospechosamente, como si una implosión demoledora, premeditada, los arrastrara verticalmente hacia abajo para sepultar indicios, -evidencias las llamarían los investigadores--, sobre las verídicas causas de aquel inusitado suceso, aparentemente provocado por el calor del incendio que desataron las naves aéreas tras el impacto de los aviones, aunque esta teoría ha sido desmembrada y refutada científicamente por expertos independientes.
Lo cierto y trascendente es que el hecho inauguró una nueva era en las acciones bélicas y en el accionar estratégico de la principal potencial mundial: las guerras de conquista, encabezadas con la bandera del “antiterrorismo”, especie de patente de corso de la modernidad, autoextendida en pos de la cacería de petróleo y otras materias primas; una cruzada amparada con el gran pretexto: la venganza contra los terroristas islámicos de Al Qaeda. Algo así como la presentación de un filme de aventuras de varias entregas, pero se trata de la vida real, más acá de la ficción, donde “las bajas colaterales” no son chiste ni eufemismos, sino muertos que eran vivos, y las bajas directas han sido -siguen siendo- decenas de miles de seres humanos aplastados por las bombas, las mismas que en este instante, mientras usted lee estas líneas, están cayendo sobre ciudades de Libia, un país que nadie vinculó entonces con los atentados del 11 de septiembre, pero, como otros, también está pagando las consecuencias de la cruzada liderada por Estados Unidos, apoyada por sus homólogos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los pueblos de Afganistán e Iraq ya conocieron de ese poder destructivo de la supuesta lucha contra el terrorismo internacional. Otros, en cercano escenario, ven con gran preocupación acercarse la hora del desastre: Siria y Yemén en la mira imperial. Más acá, en Latinoamérica, algunos gobiernos denuncian a las voces que irresponsablemente, desde posiciones de extrema derecha y venganza reprimida, claman porque el estilo post 11 de septiembre se aplique contra naciones del área, contestatarias, como Cuba, que ha resistido a pie firme más de medio siglo de constante agresión imperial y terrorismo de estado.
A lo largo de los últimos 10 años se han expuesto numerosos análisis, bien documentados, sobre las probables verdaderas causas de aquellas “demoliciones in situ”. Las conclusiones de unos expertos, como suele ocurrir en términos de jurisprudencia norteamericana, son enfrentadas a las de otros “expertos”, en busca de una especie de “tabla ajedrecística”, que ignore las raíces del suceso y se conforme con la paz de los sepulcros y el devenir de la venganza.
Pero la inteligencia de quienes ejercen el poder del raciocinio no se rinde ante evidencias claras, y hoy, en círculos académicos y en los ámbitos políticos más serios, muchos afirman que el 11 de septiembre tuvo una motivación premeditada para disparar los presupuestos bélicos norteamericanos, que mucho han contribuido a la bancarrota y la persistente crisis económica que hoy, ahora mismo, renovada y con intenciones de perdurar, empobrece y atenaza a las familias “menos favorecidas por la fortuna”.
¿En realidad fallaron los sistemas de seguridad norteamericanos el 11 de septiembre o se hicieron de la vista gorda? De todas formas, el suceso nefasto permitió ampliar a niveles inusitados nuevas medidas de control, incluida la llamada Ley Patriota, que posibilita hurgar en la vida y milagros de todos y cada uno de los norteamericanos, ralentiza la circulación aérea y en cuyo nombre se han cometido –se cometen- injusticias innombrables, que la gran prensa no publica y especialmente padecen los inmigrantes en el suelo norteño, como jamás pensaron, al comprobar que el sueño americano en realidad es una especie de lotería que premia a uno en un millón, el resto padece la pesadilla de todos los días de la “migra” y de la opresión institucionalizada, extraterritorial, ahora “¿justificada?”. (TVY)(10/09/11).
Por una nueva investigación
(Tomado de www.11-septiembre-001.biz/inicio.html )
Fue hace más de 1 año cuando por casualidad llegó hasta mí el documental "Confronting the evidence –Confrontando la evidencia", sin lugar a dudas un documental fantástico y además de lo poco que hay con subtítulos en español sobre lo acontecido en EE.UU. el 11 de septiembre del 2001.
Al verlo, mi opinión, que coincidía y se basaba en la versión ofrecida por los diferentes medios de comunicación, se vio muy afectada. Asaltado por la duda seguí buscando información y me encontré que, en lugar de demostrar que todo eran teorías de la conspiración fruto de las mentes de unos inconformistas, sus argumentos se veían reforzados.
El 11 de septiembre ha cambiado mi manera de ver el mundo en que vivimos y ahora creo que los políticos y poderosos son capaces de cosas que nuestra mente difícilmente puede considerar. Los expertos y toda la gente que demanda justicia en los EE.UU. han levantado el telón y han dejado a los hombres del petróleo, las armas y la guerra al descubierto. Yo creía, como otros muchos, que la política exterior le había pasado factura a los EE.UU. y que los integristas se tomaron la revancha. Creía que Osama bin Laden, no era aquel que en los años ochenta organizó a los mujaidines en Afganistán para luchar contra las fuerzas de ocupación soviéticas. Creía que era enemigo de su propia familia y de los líderes saudíes. También creía que era el enemigo N.1 de los ciudadanos de los EE.UU. pero...
Para entender el 11 de septiembre, una de las primeras cosas que debemos entender es que la información que nos han transmitido ha sido practicamente nula, (de ahí que hasta hace poco y muy probablemente hoy día, la mayor parte de los europeos no supieran que el edificio No. 7 o WTC7, de 47 plantas, se vino abajo el mismo día y en el mismo sitio que las torres gemelas sin haber sido impactado por ningún avión).
Para entender el 11 de septiembre, tenemos que hacer un grandísimo esfuerzo, no para darnos cuenta de que la versión oficial (911 Commission Report) es un insulto a la inteligencia, puesto que eso tendréis oportunidad de comprobarlo con un poquito de curiosidad, un poquito de lectura o simplemente viendo algún documental, sino para poder llegar a tomar en consideración la posibilidad de que gente del gobierno de los EE.UU. fuera capaz de asesinar a sus propios ciudadanos y afrontar "el despertar" de lo que descubrir tal horror supone para nuestro paradigma...
¿Tuvieron G.W.Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz algo que ver con todo lo sucedido antes, durante y después del 11 de septiembre del 2001?¿Estuvieron las autoridades americanas a la altura de las circunstancias? ¿Dónde estaban el presidente y el vicepresidente de los EE.UU. en esos momentos tan duros?
La respuesta es... comprobémoslo siguiendo su agenda política con documentos como el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, redactado por la flor y nata "neocon", o el libro escrito por el que fuera consejero de Carter, Zbigniew Brzezinski titulado El Gran Tablero de Ajedrez, testimonios de testigos de primera línea como fueron las decenas de personal de los equipos de primera intervención, datos técnicos aportados por expertos de las diferentes asociaciones que se han creado pidiendo la reapertura de la investigación por una comisión realmente independiente.
(Tomado de www.11-septiembre-2001.biz/inicio.html )
Por una nueva investigación
(Tomado de www.11-septiembre-001.biz/inicio.html )
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