Lincoln Díaz-Balart anda vendiendo a Cuba en nombre de un futuro gobierno
Desde Miami, donde reside, el periodista Edmundo García nos brinda esta crónica referida a un conocido personaje, Lincoln Díaz Balart, integrante de la comunidad auspiciadora del terrorismo contra Cuba, amigo de sus amigos, aprendiz de su padre, ususfructuador de la industria anticubana de la contrarrevolución, que se financia con los millones de dólares de los contribuyentes norteamericanos que anualmente el gobierno estadounidense pone a disposición de esta clase de individuos a quienes la historia no absolverá. Aquí se las dejo para que se informen, especialmente Supermán y Carlitos. RPB.
Edmundo García
Lincoln Díaz-Balart renunció al congreso de los Estados Unidos cuando le faltaba poco para llegar a los veinte años reeligiéndose a mansalva por el Distrito 21. Aunque dijo que era para luchar mejor por la libertad de Cuba, aquí en Miami nadie se lo tragó y todavía la gente comenta que se lo van a creer cuando Alex Rodríguez renuncie a los Yanquis de New York porque prefiere jugar en la liga de Hialeah.
En Puerto Rico hay algo más que comentarios; la prensa allá ha vinculado a Lincoln con hechos de corrupción. De vez en cuando Lincoln Díaz-Balart aparece por la caverna mambisa de Pérez Roura apoyando a un candidato a la política local, estatal o nacional, como hizo hace poco con Mitt Romney, junto al que prometió liquidar las remesas y viajes a Cuba demostrando estar totalmente ajeno a lo que quieren los cubanos del sur la Florida, del nuevo Miami. Para no hablar de los norteamericanos, que no permiten que nadie les diga donde pueden o no pueden viajar.
Pero además de una reunioncita de la organización anticubana La Rosa Blanca por aquí, o un discursito bravucón por allá, o una perorata en Radio Mambí, a lo que de verdad se dedica ahora Lincoln Díaz-Balart en Miami es a defender intereses de conglomerados asiáticos, a dormir a la opinión pública para que acepte los grandes casinos en la ciudad y a dar vaselina para que pasen leyes en Tallahassee que beneficien las inversiones de capitalistas de Singapur, Taiwán, Malasia y hasta de Hong Kong.
El ex congresista Lincoln Díaz-Balart es hoy el flamante consejero, cabildero y abogado del Genting Group para sus inversiones en Miami. El Genting Group es un emporio del juego, de origen malayo, con intereses multimillonarios en el mundo entero y poco tiene que ver con los empleos, los estudios, ni con los seguros de los cubanos de Miami.
Si no fuera tan bochornoso, falso y entreguista, sería muy gracioso conocer que Lincoln Díaz-Balart le vende Cuba a la elite corporativa de esas compañías en nombre de un futuro gobierno en La Habana.
Lincoln les recomienda a los capitalistas asiáticos que por ahora no pongan ni un centavo en Cuba, que esperen a que la oposición tome el poder e instaure un gabinete que les beneficie.
Con el Coco Fariñas de Presidente, Yoani en la Cancillería y Elizardo Sánchez redactando una nueva constitución, vaticina Lincoln que entonces sí los capitales asiáticos van a estar seguros. Sin olvidar por supuesto un proyecto de ley de Antúnez, Senador por Placetas, para romper relaciones con China; o la promesa de la Enmienda Macho Rico para prohibir los viajes a Rusia o a Venezuela.
Una de dos: o Lincoln Díaz-Balart se cree que estos inversionistas son bobos, o está haciendo otra de sus piruetas de viejo camaján batistiano.
Comoquiera, ni aquí ha sido original el ex congresista porque hay quien dice que el difunto Jorge Mas Canosa, primer presidente de la igualmente camajana Fundación Nacional Cubano Americana, prometía bojear la isla en un crucero repleto de negociantes, desde el que les iba a ir mostrando puntos en la costa cubana donde podrían levantar sus rascacielos. Un cuento de camino por cuyo desenlace solo unos pocos siguen esperando todavía.
6 comentarios
Roberto -
SUPERMAN -
APRENDE A ESCUCHAR LA (VERDAD).
Roberto -
Roberto -
Roberto -
Carlos -
Roberto, para informarme con lo que dice Edmundo, yo leo directamente el editorial del Granma, que es de donde el se nutre para su labor propagandistica de agente de influencia dentro de Miami. Yo oigo a Edmundo al menos dos veces por semana; lo hago como ejercicio de tolerancia para tratar de suavizar mis perspectivas, a veces extremas. Nunca coincido con sus puntos de vista ni en un 5%, pero defiendo su derecho a decir lo que quiera, y reconozco que es valiente.