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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Matanzas a 220 años de nombrar sus calles

Matanzas a 220 años de nombrar sus calles

Roberto Pérez Betancourt

Los nombres de las calles de la ciudad de Matanzas están de cumpleaños. Debo remontarme a los años finales del siglo 18 y consultar el trabajo investigativo El urbanismo temprano en la Matanzas intrarríos, entre 1693 y 1800, de las especialistas Martha Escalona y Silvia Hernández para conocer que, por acuerdo del Cabildo el 12 de marzo de1794 - hace justamente 220 años--, las calles de Matanzas fueron bautizadas con nombres de personalidades a quienes de alguna forma se les reconocía incidencia en la prosperidad de la urbe portuaria, de creciente interés económico y comercial en esta época.

Antes de esa decisión, para orientarse las personas utilizaban el nombre o apellido de los vecinos… Los nombres asignados a las vías paralelas a partir de la calle Río, denominada Orrelly, Ricla, Gelabert, Contreras, Manzano y Palomino; siguen las traviesas, comenzando desde la Plaza de Vigía en vuelta del Potrero: Calle de Rodríguez, Lamar, Morejón, González, Estévez, Baeza, Martínez, García, Portillo y Roque.

Los nuevos apelativos distinguieron a los integrantes del cabildo de aquella fecha, aunque algunos sobresalían por ser personalidades de la historia de Matanzas. La calle de Rodríguez por el Comandante del Castillo de San Severino en 1736, Don Ignacio Rodríguez Escudero, y la de Gelabert por Don José Antonio de Gelabert, Juez de tierras asentado en la ciudad en 1749.

Estas serían las contemporáneas: Río, Medio, Milanés, Contreras, Manzano, Daoiz (paralelas), Magdalena, Matanzas, Jovellanos, Ayuntamiento, Santa Teresa, Zaragoza, Manzaneda, Dos de Mayo, América, San Carlos y Compostela (traviesas, nombres que sobrevive hoy.

Valoran los historiadores que, aunque parezca cosa sencilla el nombrar las calles, el acto implica una conciencia de pertenencia, crecimiento y orden. Como colofón a lo que concierne al siglo XVIII, el entorno de la plaza de la Vigía fue el emplazamiento urbano por excelencia.

Después de 1820, comienza a fomentarse el barrio de San Juan de Pueblo Nuevo, en terrenos de Doña Rita de Sotolongo, donde el santoral católico sirvió de principal asidero para nombrar a las calles de este barrio.

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