Haití: Impedir que muera la esperanza
Roberto Pérez Betancourt
Estremece conocer que las mortales víctimas del terremoto en Haití, estimadas en mas de 150 mil, sobrepasan al conjunto de muertes de civiles registradas en las guerras de agresión de Estados Unidos contra Afganistán e Iraq, e incluso superan a las causadas por el Tsunami de 2004, que estremeció al mundo cuando aquel tren de olas gigantescas aplastó a multitudes.
Conocer la magnitud de la tragedia haitiana rebasa la imaginación cuando científicos añaden sospechas, dadas a conocer en la prensa internacional, en relación con ensayos de armas que estarían realizándose por Estados Unidos, capaces de dirigir un conjunto de ondas energéticas hacia sitios específicos del planeta con premeditada intención de causar conmociones sísmicas como la sucedida en Haití.
Hoy, hambruna e insalubridad en Haití convierten en realidad la más especulativa de las ficciones cinematográficas, matizada con más de 20 mil soldados armados –16 mil de ellos norteamericanos--, los que en vez de escarbar escombros en busca de vidas posibles, amedrentan con su beligerante presencia. Símil ideal de los jinetes del Apocalipsis
¿Se imaginan a un marine norteamericano armado hasta en los calzoncillos, apuntando con su misil a un puñado de haitianos que buscan comida en un basurero preñado de inmundicias? Pues no es metáfora, sino realismo puro sobre excrementos humanos pisados por los tiernos infantes junto a madres que han debido parir allí mismo ante la imposibilidad de ser atendidas en otro sitio.
La alternativa de reventar no era viable para esas madres. La Naturaleza, sabia, lo impedía… y con cada alumbramiento en tiempo real se originaba un milagro cotidiano: La vida sigue a pesar de los muertos y del aguacero de noticias trágicas.
Renace la esperanza entre los haitianos de la mano de la ayuda solidaria internacional, la labor ejemplar de más de 600 médicos y técnicos cubanos y haitianos que estudian en Cuba, sumados a los de otras naciones que hombro con hombro demuestran in situ el valor de la palabra solidaridad.
Las naciones de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), que estaban en Haití antes y durante el terremoto, y siguen allí, multiplicarán su contribución, que debe sumarse a la prometida por otras naciones y organismos internacionales, en un llamado esfuerzo para refundar a Haití, pero con la garantía exigida de que la soberanía de de esa nación ha de permanecer intacta, a pesar de los marines, a quienes todas las fuerzas de buena voluntad unidas deben exigir: ¡Go home!, para que no muera la esperanza…
0 comentarios