Salud de jóvenes: Realidades detrás de la fachada
Roberto Pérez Betancourt
Estadísticas que citan factores principales relacionados con la salud y la mortalidad de los jóvenes en Latinoamérica y el Caribe, suelen enmascarar las verdaderas causas del drama que se acentúa en la región por el déficit asistencial.
En el grupo de entre 15 a 24 años de edad, estudiosos afirman que las causales fundamentales que conducen a la muerte son homicidios, accidentes del tránsito asociados a la ingestión de bebidas alcohólicas y otras drogas, y el suicidio.
Se incluyen entre las mujeres las complicaciones del embarazo, parto y puerperio, pues 38 por ciento de ellas queda embarazada antes de cumplir los 20 años; entre el 15 y 20 por ciento de los bebés, son hijos de adolescentes.
Las conductas de riesgo que asumen los jóvenes aparecen vinculadas implícitamente con el ejercicio de la propia voluntad, condicionado por cierta “herencia o hábitos de carácter cultural”, pero no suelen analizarse realidades socioeconómicas y políticas predominantes en donde residen.
De esa forma, frías estadísticas y conceptos aislados que tratan de explicarlas, corren el riesgo de ocultar las verdaderas esencias de los problemas, lo cual enturbia el análisis causal y entorpece la comprensión de soluciones vinculadas con la necesidad de cambios estructurales.
El Centro de Estudios de la Juventud en Cuba afirma que en el segmento de las jóvenes mujeres de Centroamérica --entre 10 y 19 años de edad--, las razones más frecuentes de egresos hospitalarios (31 por ciento) se relacionan con gestación, parto y puerperio.
Lógicamente esos elementos científicamente son inseparables de educación sexual, alimentación y condiciones generales de atención sanitaria y médico asistencial, los cuales determinan las elevadas tasas de mortalidad infantil y de muertes maternas que se aprecian en la mayoría de los países del área.
El contraste es Cuba, donde las condiciones sociopolíticas y económicas garantizan una atención estatal que privilegia a la madre y al niño, la cual se traduce hoy en la tasa de mortalidad infantil de apenas 4,8 por mil nacidos vivos, la más pequeña de Latinoamérica y menor a la de EE.UU.
La pandemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) eleva el contagio y la tasa de mortalidad entre los hombres y mujeres comprendidos de 15 a 24 años de edad en América Latina, donde se aprecia un incremento del 15 por ciento anual de la propagación de otras enfermedades de transmisión sexual.
Sin estar exenta de riesgos y de sufrir consecuencias de tales enfermedades, la juventud tiene en la Isla el privilegio de contar con un sistema de salud gratuito, de cobertura universal, moderna y eficiente.
Como parte de la prioridad de que goza la atención a los menores, también se aprobó la extensión de la atención a los adolescentes hasta los 17 años 11 meses y 29 días en los hospitales pediátricos de todo el país.
Sin embargo, en Cuba tal servicio deviene igualmente privilegiado por el Estado y se mantienen los índices de infestación dentro de rangos mínimos y la estrategia de brindar eficaz seguimiento a los enfermos, quienes mejoran su calidad de vida y prolongan la expectativa de existencia.
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