Salvador Allende, un siglo de perdurable existencia
Roberto Pérez Betancourt
Confiaba Salvador Allende Gossens en la tradición democrática de su pueblo cuando su verbo culto y sereno sonaba a redención socialista y dibujaba el futuro que ansiaba, sin distinción alguna, para los latinoamericanos de variados acentos, para los humanos todos. Así sigue soñando este hombre de cumpleaños: un siglo de perdurable existencia, más allá de balas y traiciones.
Nació Allende en la ciudad puerto de Valparaíso el 26 de junio de 1908, la misma donde viera antes la luz Luis Emilio Recabarren, creador del movimiento obrero y fundador del Partido Comunista de Chile.
Tras una exitosa campaña de Unidad Popular, el socialista Allende ganó la presidencia y gobernó entre 1970 y 1973, caracterizándose por impulsar leyes que intentaban consolidar avances de justicia social mediante el rescate de los importantes recursos naturales y económicos de su país, incluida la nacionalización de la explotación minera.
Tal práctica política y administrativa dentro de la estructura de un sistema clásico capitalista, regido por leyes de ganancia e intereses hegemónicos extranjeros, llevó al gobierno de Unidad Popular a continuos choques antagónicos con los clásicos dominantes de las principales fuentes de riquezas y medios de difusión masiva de Chile.
Confiando siempre en la institucionalidad del Estado, apoyado por la voluntad política de obreros y campesinos explotados, pero sin percatarse a tiempo que se fraguaba la gran traición, encomendada a los más inescrupulosos elementos militares puestos a las órdenes de la Agencia de Inteligencia de EE.UU., físicamente desarmado, Allende intentó asaltar el cielo.
Fue traicionado y derrocado por el ejército dirigido por fascistas, entre los que destacaría la siniestra figura de Augusto Pinochet, erigido después en el gran dictador del pueblo chileno y , junto a otros de su misma calaña, protagonista de la larga noche de masacres y torturas a los revolucionarios.
El 11 de septiembre de 1973, luego de su postrer alegato al pueblo y al mundo, Allende murió en el Palacio de La Moneda, sede del gobierno, mientras era atacado salvajemente por aviones, cañones y fusiles.
La Fundación Salvador Allende de Chile presentó recientemente un cronograma para recordar el nacimiento de este patriota, bajo el lema Cien años, mil sueños…
El 20 de enero de 1959 Salvador Allende se empapó de entusiasmo en La Habana con el triunfo de la Revolución cubana, el primero de ese mes, y entabló relaciones de amistad con sus líderes. Entre estos había un hombre de su misma profesión de médico, cuya personalidad, mucho y poco a la vez, se le parecía: el Comandante Ernesto Che Guevara.
Años más tarde, Allende recordaría que de su primer encuentro con el Guerrillero Heroico guardaba como un tesoro el libro Guerra de guerrillas, que aquel le obsequiara con una dedicatoria de trascendente contenido: “A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente, Che".
Al conocer la noticia del asesinato de Che en Bolivia, Allende comentaría: “…me causó un pesar profundo. Comparto el dolor de miles y miles de mis compatriotas”.
Posteriormente, siendo Presidente del Senado chileno, se entrevistó con los sobrevivientes cubanos de la Guerrilla boliviana, a quienes otorgó amparo y facilitó su desplazamiento para salir del Cono Sur. Escribiría entonces: “…Cuando llegaron aquellos guerrilleros que acompañaban al Che yo estuve con ellos en Iquique… (después en otras localidades) Pombo y otros firmaron aquel libro Guerra de guerrillas, que yo llevaba, y ellos escribieron lo siguiente: “En el libro que le obsequió el Che queremos que queden estas palabras como homenaje de los que fuimos sus compañeros de la guerrilla boliviana”.
Allende, como Che y otros de semejante estirpe invencible, siguen viviendo en la conciencia de los pueblos que se inspiran en sus ideales y ejemplos para seguir combatiendo por la libertad total .
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