DICIEMBRE, OTRO MES DE LUTO TERRORISTA
Por Roberto Pérez Betancourt La historia del terrorismo anticubano en diciembre, desde 1959, demuestra que tampoco en este mes de fiestas y meditaciones descansan los criminales patrocinados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana. Desde asesinatos a sangre fría hasta sabotajes de toda índole aparecen en la relación de más de 80 fechorías correspondientes al último mes de cada año, según documentación del Centro de Información para la Prensa. Los métodos son variados: infiltraciones clandestinas de mercenarios con planes de sabotear y asesinar, colocación de bombas --una de las actividades preferidas--, incendios intencionales, secuestros de naves aéreas, ametrallamientos, atentados personales, piratería marítima, asaltos a mano armada, entre otros. Quienes ejecutaron esos delitos forman parte de connotadas organizaciones anticubanas organizadas, entrenadas y financiadas directamente por la CIA, o a través de entidades que suelen servir a esta para enmascarar acciones ordenadas por el gobierno estadounidense. Es palpable la tozudez de 10 administraciones de EE.UU. que han empleado cientos de millones de dólares de los contribuyentes para sufragar gastos de su guerra sucia contra Cuba, mantener a serviles mercenarios y comprar conciencias proclives al soborno, sin lograr desestabilizar a la nación antillana. Los daños en vidas humanas y en pérdidas materiales provocados por tales acciones vandálicas son lamentables y cuantiosos. Larga resulta la relación de sucesos en diciembre. Baste mencionar algunos correspondientes a la década del 90 del siglo XX, demostrativos de que el terrorismo contra Cuba se mantiene activo, con la presencia de asesinos que evaden la justicia, hospedados en el sur de la Florida con la complacencia de la Casa Blanca. Buena prueba de ello es Luis Posada Carriles, tipificado como peligroso terrorista por la propia administración de W. Bush, la que, lejos de extraditarlo a Venezuela para responder por delitos pendientes -como corresponde según tratados internacionales-, en alarde de doble moral lo mantiene libre en territorio estadounidense. He aquí varios ejemplos de enfermizo terrorismo contra Cuba en el último mes del año. El día 26 de 1990 fue secuestrado el avión agrícola AN-2, matrícula CUA-1188, en Las Tunas -oriente del país-- y conducido a la Base Naval de Guantánamo, ilegalmente ocupada por EE.UU. desde principios del siglo XX. El costo de ese vandalismo fue de siete mil 320 pesos. El día 28 de 1993 dos aviones de la organización HAR violaron el espacio aéreo de la Isla. Tres terroristas procedentes de Miami se infiltraron por Matanzas el 29 de diciembre de 1991. Se les ocuparon armas y otros medios de guerra. Según trascendió, habían recibido entrenamiento en un campo situado en la calle 168, en Miami, donde se preparaban también alrededor de 60 personas más. El 21 de diciembre de 1977 la contrarrevolucionaria Omega-7 ejecutó cuatro acciones de sabotaje con bombas en Miami y Nueva Jersey, EE.UU., para dañar a emigrados de origen cubano y agencias de viajes con vínculos comerciales con Cuba, lo cual significó una burla a las autoridades del país que les brinda refugio a los terroristas. Un 23 de diciembre de 1962 terroristas asesinaron a un campesino e hirieron a su hermano en la provincia de Sancti Spíritus -centro de Cuba- y también incendiaron la Tienda del pueblo. Todavía está fresco en la memoria de muchos cubanos el sabotaje incendiario de grandes proporciones en la tienda La Época, en La Habana, el 31 de diciembre de 1960, sofocado después de 22 horas, el cual fue dirigido por la organización terrorista Movimiento 30 de Noviembre. Ocasionó 34 lesionados y pérdidas por más de 10 millones de pesos. Es solo una pequeña muestra de la maldad traducida en luto y sangre por parte de quienes no descansan en afán demencial de lo imposible: extinguir la soberanía del pueblo cubano, que dentro de unos pocos días completará 49 años de haberla conquistado definitivamente .
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Joel Mancebo -