SÓLIDAS RAZONES SIGNAN DERECHO DE CUBA A DEFENDERSE
Por Roberto Pérez Betancourt
El derecho de Cuba a defenderse ante crecientes agresiones del gobierno norteamericano se asienta en razones demostrativas de la errática actuación del presidente George W. Bush, incapaz de prevenir consecuencias de su desenfrenada política guerrerista.
En reflexiones y manifiesto al pueblo de Cuba, bajo el título: “Jamás tendrán a Cuba”, el Comandante en Jefe Fidel Castro acentuó esa realidad en análisis certero del pensamiento festinado y decisiones demenciales del mandatario estadounidense. Valiéndose del pretexto de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., W. Bush desató una feroz invasión contra Afganistán e Iraq, que ha costado cientos de miles de víctimas inocentes a esas naciones, no titubea en amenazar con iguales propósitos a Cuba, y se empeña en desestabilizar los gobiernos democráticos de Venezuela y Bolivia y de otros países.Negativas consecuencias del cruel bloqueo económico, comercial y financiero aplicado por EE.UU. contra la Antilla Mayor desde hace casi 50 años siguen presentes, en un panorama que suma millares de cubanos muertos o mutilados como consecuencia de la guerra sucia que les imponen.
Cuba perdió hace más de 15 años sus principales mercados y fuentes de suministro de alimentos, energía, maquinarias, materias primas, financiamientos a largo plazo y bajo interés, tras desaparecer la Unión Soviética y el socialismo en Europa del este, lo que agravó las dificultades económicas en la Isla. Oportunistamente, la Administración estadounidense conjuga los factores citados y sigue aplicando la llamada “Ley de Ajuste”, que convierte a Cuba en la única nación en el mundo cuyos inmigrantes ilegales son premiados al arribar a Estados Unidos. Ellos son atraídos por la incierta zanahoria de un sueño que en numerosas ocasiones deviene tragedia en el Estrecho de la Florida, donde los ilusionados se arriesgan a inclemencias del tiempo en mar abierto y pierden la vida. En el colmo de intromisión, W. Bush refuerza leyes que arrecian el bloqueo, aprueba presupuestos multimillonarios para la subversión, nombra gobierno interventor para la Isla y da el visto bueno a un programa imperial para aplicarlo allí, una vez que logre derrocar a la Revolución. Simultáneamente, la Casa Blanca echa a rodar intenciones de agresión militar directa contra Cuba, las enuncia indirectamente o las deja entrever en veladas amenazas, como la “cláusula secreta” del llamado “Plan para una Cuba democrática”, eufemismo que edulcora la intención genocida.Con ejemplos contundentes, Fidel subrayó esa realidad y alertó que “Cuba continuará desarrollando y perfeccionando la capacidad combativa de su pueblo, incluida nuestra modesta pero activa y eficiente industria de armas defensivas, que multiplica la capacidad de enfrentar al invasor dondequiera que se encuentre, posea las armas que posea.”
El país antillano está dispuesto a seguir realizando los sacrificios necesarios para fortalecer sus medios de defensa militar.
La experiencia acumulada por los cubanos en las misiones internacionalistas y en la sistemática preparación para la defensa, enmarcada en la doctrina de “La guerra de todo el pueblo”, que diseña el lugar que corresponde a cada ciudadano para proteger a su patria, tornan invulnerable la soberanía cubana.
Esta realidad de contrapartida a planes agresores se matiza con inspiración y fervor patriótico que caracterizan a los cubanos.
Pero ningún analista debe creer que se trata solo de entusiasmo. Son muy sólidas las razones que signan el derecho de Cuba a defenderse, y aparejada a la exclamación emotiva del rechazo al invasor, entrenados y serenos, millones de hombres y mujeres saben apuntar y disparar bocas de fuego.
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