AFIRMA POSADA CARRILES QUE PRESIDENTE W. BUSH LO SUPERA COMO TERRORISTA
Por Roberto Pérez Betancourt
Luis Posada Carriles, libre bajo fianza en Miami, afirma que el presidente de Estados Unidos George W. Bush lo supera como terrorista y se ufana de la vocación criminal de ambos en un documento que aspira a leer ante graduados de la Universidad perteneciente a la ciudad que lo acoge junto a otros elementos de su misma profesión.La primicia corresponde al periodista norteamericano Saul Landau, quien remitió a la publicación digital Cubadebate el borrador de un discurso preparado por el propio Posada Carriles en la celda que ocupaba en la cárcel de El paso, Texas, que indica el destino del panfleto.Con el frío cinismo que caracteriza a asesinos capaces de hacer estallar en el aire un avión como el de Cubana de Aviación en 1976, donde perecieron 73 personas inocentes, Posada Carriles desgrana las ideas que bullen en su cerebro, capaces de estremecer en su tumba al propio Adolfo Hitler, y escribe:“El Presidente Bush ha ordenado matanzas masivas en pro de la libertad en Iraq y Afganistán. En esas tierras, todos los días soldados norteamericanos e iraquíes matan de conjunto muchas veces más el número de personas que murieron en Blacksburg, Virginia…”Se refiere Posada a los 32 estudiantes y docentes de la Universidad de Virginia Tech que recientemente fueron ultimados a tiros por un joven, quien después se suicidó.El individuo a quien medios de prensa estadounidense califican como: “luchador anticastrista” prosigue su disertación: “… Yo soy un cruzado igual que Bush. Personas de mente estrecha citan a Bush: “Quien dé refugio a un terrorista es tan culpable como el terrorista”. Pero él se refiere a los árabes, no a gente que quiere asesinar a Castro como yo.”Luego de confesar una vez más la comunión de ideales que lo unen al mandatario estadounidense, Posada Carriles se autocalifica de patriota, afirma que Bush conoce sus intenciones y sin ningún reparo admite en su discurso que por eso el departamento de Estado norteamericano no lo ha acusado de crímenes de terrorismo.Posada necesita subrayar que entre su ideología y la del usufructuario de la Casa Blanca no existen diferencias, y reconoce lo que está a la vista de todos: “Si matar a personas supuestamente inocentes se convirtiera en sinónimo de terrorismo, entonces habría que acusar al propio Bush de ser un terrorista mucho mayor que yo.”A seguidas Posa precisa objetivos comunes con el Presidente y afirma: “Bush y yo hacemos la guerra contra gente malvada, tales como Castro, Saddam Hussein y Hugo Chávez. No importa si sus hijos (los hijos de norteamericanos) y mujeres mueren por nuestra noble causa. De eso ha tratado siempre la historia. ¿Piensan ustedes que a los valientes cruzados les importaban talessentimentalismos?Luego el autor intelectual de la serie de atentados con bombas en hoteles de Ciudad de La Habana cita a varios presidentes norteamericanos para referir acciones ingerencistas y masacres cometidas por sus respectivos gobiernos a manera de homologación de sus propios actos criminales. Cuando rememora la invasión mercenaria contra Cuba el 17 de abril de 1961 en Playa Girón (Bahía de Cochinos), Posada Carriles revela: “Algunos de nosotros nos quedamos atrás para matar a los comunistas que quedaran después de que los invasores aseguraran la cabeza de playa”.El criminal califica de hipócrita la actuación del presidente Kennedy luego de la invasión, cuando no aprobó una intervención en gran escala, critica el acuerdo al que este llegó con la Unión Soviética de no atacar a Cuba, y se ufana de que él, Posada Carriles no dejó tranquilo al gobierno de Castro.Llegado a este punto, el ego del protegido de Bush se inflama ante la acogida apoteósica que espera recibir de su audiencia y lo traduce entre paréntesis: (“dejar que muera el aplauso”). A seguidas, Posada admite haber sido entrenado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana a la que sirvió junto a su amigo Jorge Mas Canosa, a quien agradece haberlo apoyado, “cuando escapé de aquella prisión en Venezuela donde yo estaba
encerrado después que una gente se fue de lengua por lo del sabotaje al avión en Barbados. “No estoy diciendo que yo tramé ese trabajito. Pero no estoy diciendo que no lo hice.” Luego de este remedo de humorismo macabro, Posada se recuerda en su manuscrito: (“esperar a que terminen las risas”).Obviamente deleitado con sus propias travesuras, amparado por la patente de corso que le da W. Bush: Posada explicita: “Algunas personas me definen como terrorista. Hoy siento orgullo de decir aquí que usé la violencia para tratar de destruir la dictadura de Castro y liberar a Cuba. Y continuaré tratando de hacerlo incluso en el ocaso de mi vida”.Más adelante agradece a Félix Rodríguez, a quien llama su socio, por haber asesinado a Che Guevara en Bolivia, y como anticipándose a algún giro inesperado en el soporte oficial que recibe, anticipa intenciones de chantaje: “Estoy buscado por Cuba y Venezuela –admite Posada--, pero no por la CIA, que me entrenó para liberar a mi país, para quien trabajé más tarde como un leal y exitoso agente desde 1965 a 1976. A fines de la década de 1980, ayudé al Teniente-coronel Oliver North a reabastecer a los contras para que mataran
a sandinistas, aliados de Castro.
”Mis amigos de la CIA me ayudaron a planear y ejecutar planes de
asesinato contra Castro. Les digo eso para ilustrar la realidad y
advertirle que deben planear con precisión sus medidas cuando vayan por el mundo a realizar tareas patrióticas para liberar al mundo del comunismo, el fanatismo islámico y el liberalismo sentimental.”Posada desgrana detalles de los sabotajes que ordenó en La Habana, reitera al igual que su amigo Orlando Bosh que no siente ninguna culpa por la gente que han asesinado, y luego hace malabares de palabras para alardear de sus sabotajes, tratando de no inculpase, sin conseguirlo. El viejo criminal alerta sobre errores tácticos que ha cometido en sus fechorías, no para pedir perdón, sino con el propósito de que quienes sigan su ejemplo en la CIA y en organizaciones contrarrevolucionarias, asimilen esas experiencias a fin de que no sean descubiertos.Como epílogo del discurso que espera pronunciar ante los graduados universitarios de Miami, Posada Carriles desmiente los alegatos de sus propios abogados y alardea:”Ustedes no tienen suficiente edad para pertenecer a la SAS (Sociedad de Asesinos Ancianos). A mis 79 años aún sigo ejerciendo mi profesión”.A seguidas anota un recordatorio para sí mismo: (Levantar el puño, esperar que el aplauso baje antes de abandonar el escenario para buscar el andador.)
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