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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

EL ARTE DE COMER CATIBÍA

EL ARTE DE COMER CATIBÍA


 Por Roberto Pérez Betancourt

 Los excéntricos se distinguen por sus actos inusuales. Por ejemplo, los artistas circenses, que ganan el sustento diario haciendo lo que la inmensa mayoría de
las personas no pueden, o no se atreven.
  Ellos  han existido "desde que el mundo es mundo", según  sabia reflexión de una abuela jubilada de las lides de carpa ambulante.
   Un excéntrico postmoderno, es decir, uno novísimo, puede superar con creces las "habilidades" de sus homólogos de la anterior centuria, o del medioevo, y no necesariamente recurriendo a la supertecnología actual, sino a sus ocurrencias sin par.
   A diferencia de los profesionales, muchos de los  excéntricos de nuevo cuño acostumbran a actuar o lucir sus atributos por el simple disfrute de parecer distintos a los demás, al punto de sentir ese placer inefable de creer que el mundo gira alrededor de ellos. Se trata de los egocéntricos.
   Prueba al canto: Por ahí anda y desanda las calles habaneras un individuo nombrado Luis Antonio Agüero, de 35 años de edad, mostrando su cara atravesada por casi 300 anillos y agujas. Unos 80 de esos aros cuelgan de sus orejas y otros más hasta de su lengua. No caben dudas de que se trata de un excéntrico.
    Hace apenas unos meses el británico Ken Edwards entró en el grupo selecto de extravagantes después de comerse 36 cucarachas de tamaño medio.
Aclaro: no se trata del único come...cucarachas que existe, sino el que más rápido las ingiere.
    Para  no dejar lugar a dudas, el inglés, sin perder su flema acostumbrada, metió 47 ratas dentro de las medias que llevaba puestas, pues su habitual oficio es el de cazar  roedores.
   Otro prototipo perteneciente a esta fauna especial es el señor Monte Pierce, quien se entretiene lanzando monedas con sus orejas. Él ha alcanzado notoriedad, pues puede enviar las piezas hasta tres metros y medio de distancia y realizar otras sorprendentes habilidades con el resto  de su rostro.
.    El también británico Paul Hunn prefiere los efectos sonoros. Una reciente información lo ubica en el pináculo de la fama de las excentricidades, lo que equivale a entrar en el libro de record Guiness tras emitir un eructo que superó los 118 decibelios, comparable –dicen expertos-- al ruido de un avión al despegar.
     Lo cierto es que los practicantes de lo inusual no pertenecen a un país o región específicos. Ellos pueden hallarse en cualquier lugar y a toda hora. Ignoro si a algunos  se les habrá ocurrido intentar  nueva marca mundial de comer el remanente del rayado de la yuca   --también conocida como mandioca-- después de extraerle el almidón.
    Ese subproducto recibe el nombre de catibía.  Creo que sería interesante abrir un capítulo de "comecatibía",  dentro del universo de los excéntricos postmodernistas, después de todo se trata de un clásico de la semántica vernácula.


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