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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Contra el odio y las mentiras; por la unidad y la soberanía

Contra el odio y las mentiras; por la unidad y la soberanía

Roberto Pérez Betancourt


Avituallados con las armas del odio gratuito que les han proporcionado expertos en mover cordeles de marionetas, aspirantes al hacha del verdugo contaminan  las redes sociales con virus de odio y mentiras, en vano propósito de convencer a desmemoriados, pobres de espíritu e ingenuos de que salgan a las calles el 15 de noviembre a manifestarse contra la Revolución que le dio a todos y cada uno de los cubanos el derecho de pensar y de estudiar, de luchar por la soberanía de su patria y de su propia dignidad de ser humano y buena persona.   

   Es por ello la negativa que han recibido oficialmente las solicitudes de los revoltosos en varias provincias, conforme a la letra de la Ley de Leyes vigente, lo que frustra sus propósitos desestabilizadores y alerta a lo que se exponen como retadores de la constitucionalidad.

  La voluntad mayoritaria del pueblo, con apego a la Ley, respalda la determinación del gobierno cubano de no permitir que quienes bailan al compás de los dictados de Washington confundan a otros e interrumpan la tranquilidad ciudadana, uno de los bienes más preciados por las familias y los millones de visitantes procedentes de diversas regiones del mundo, que elogian la hospitalidad, el orden y las garantías que disfrutan en el archipiélago cubano.

  Sabe que la tranquilidad y la seguridad pública son altamente apreciadas por todas las personas  que nos visitan, y que el turismo es  la principal industria actual, locomotora que impulsa a otras ramas de la producción y los servicios,  esperanza del país para salir de la coyuntura adversa que propiciaron especialmente la pandemia de Covid 19, que junto con la grave enfermedad conlleva una crisis económica mundial sin precedentes,  y el bloqueo de 62 años, que desde el norte imperial ha recrudecido las arbitrarias y extraterritoriales decisiones con intención letal sobre el cuello de las familias cubanas.

   No es casual que la gritería ambulante haya escogido el 15 de noviembre para intentar un sabotaje social público. Cinco días después el presidente Joe Biden cumplirá 79 años de edad. Según los voceros públicos de la revuelta inconstitucional, la ocasión sería propicia para agradecerle al mandatario yanqui su respaldo y el rompimiento de sus promesas preelectorales, cuando anunció que de resultar electo retomaría el acercamiento con el gobierno cubano emprendido por Barack Obama, cuando él propio Biden ejercía como vicepresidente.

  Coincide también el 15 de noviembre con la fecha anunciada por la Isla para la reapertura gradual de las fronteras y la flexibilizarán de los protocolos higiénico sanitarios establecidos a causa de la emergencia provocada por la pandemia para la llegada de los viajeros, fecha coincidente con el inicio de la temporada alta del turismo. 

 

  La mala intención: entregar la patria al viejo sueño imperial

 

  La intentona de sabotaje social público, manipulando el derecho constitucional de libre expresión y manifestación, pasará a la historia como uno más de los tantos intentos de desestabilizar a Cuba y propiciar una revuelta para derribar a la Revolución y abrir las puertas a los invasores yanquis.

 Pero en Cuba no hay analfabetos. Aunque los corifeos del intervencionismo intenten saltar la letra de la Constitución para intentar confundir, y nieguen artículos esclarecedores sobre la imposibilidad de que el derecho de unos sirva de asidero para violar el derecho de otros, no lograrán sus propósitos.

   El 86,5 por ciento del pueblo en votación democrática del  Referéndum Popular, el 24 de febrero de 2019  aprobó la Constitución vigente, publicada en la Gaceta Oficial número 71, y que en su Artículo 4 establece:

   La defensa de la patria socialista es el más grande honor y el deber supremo de cada cubano. La traición a la patria es el más grave de los crímenes, quien la comete está sujeto a las más severas sanciones. El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable. Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución.  

 Y en su artículo 229 también establece que “En ningún caso resultan reformables los pronunciamientos sobre la irrevocabilidad del sistema socialista establecido en el Artículo 4, y la prohibición de negociar bajo las circunstancias previstas en el inciso a) del Artículo 16”. 

   La gritería ambulante lo intentó el 11 de julio de este año. La propia acción popular frustró el sabotaje, cuya estrategia apunta a crear un clima internacional favorable a una intervención armada de Estados Unidos en Cuba, viejo sueño imperial, quimera de antiguos y novísimos herederos de la más rancia contrarrevolución asentada en el sur de la Florida, donde desde hace 63 años sueña con revertir las conquistas de la Revolución triunfante el primero de enero de 1959.

   Los propósitos conocidos de los que dictan las órdenes es reinstaurar en Cuba la dictadura de la burguesía y sus aparatos represivos, los grupos de paramilitares y sicarios que sembraron el pánico y la muerte en épocas de la pseudorrepública y las dictadoras de Machado y de Batista; el desempleo crónico, la drogadicción, el reinado de los terratenientes y las transnacionales.

 

Auspiciadores de la subversión contra el socialismo y la unidad nacional

 

  Se trata de un contexto en el que se ha redoblado el programa de subversión e influencia ideológica y cultural dirigido a desprestigiar el modelo socialista de desarrollo y resquebrajar la unidad nacional presentando como opción la restauración capitalista.

   Los objetivos prioritarios de las campañas mediáticas desestabilizadoras se enfocan hacia los jóvenes, mujeres y académicos, al sector artístico e intelectual, los periodistas, deportistas, personas de la diversidad sexual y las religiones. Se manipulan asuntos de interés para grupos específicos vinculados con la protección de animales, el medio ambiente, o manifestaciones artísticas y culturales, todo ello dirigido a desconocer a las instituciones existentes.

Entre los más furibundos auspiciadores de la anunciada revuelta pública se aparecen  los congresistas Marco Rubio, Mario Díaz-Balart y María Elvira Salazar; el terrorista reconvertido Gutiérrez Boronat,  la llamada  Fundación Nacional Cubano Americana y la recua mercenaria de la Brigada 2506. 

Otros entusiastas de que los ingenuos y resentidos le sirvan la mesa son los cabecillas del llamado Consejo para la Transición Democrática de Cuba, apuntando con la mirilla a un soñado golpe anticonstitucional y que gozan, sin ocultarlo de amplio financiamiento para sus acciones ilegales a través la National Endowment for Democracy (NED), una tapadera del gobierno estadounidense.

 Si alguien aun duda de la complicidad y los dictados de Washignton, basta un reciente cable de Prensa Latina, fechado el 17 de octubre último , que patentiza:
   Estados Unidos confirmó  mediante una declaración del portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, su respaldo a la realización de una marcha en Cuba declarada inconstitucional por sus fines desestabilizadores.

 


La política agresiva del gobierno estadounidense quedó reflejada también este fin de semana en un editorial del diario The Washington Post, que se une a la campaña contra la Revolución cubana.
El rotativo apoya las acciones contra la estabilidad en la nación antillana e insta a los cubanos a salir a las calles a pedir un cambio del sistema político establecido en la Constitución, ratificada por el 86,5 por ciento de los ciudadanos en un referendo popular hace dos años.
The Washington Post, como era de esperar, está haciendo el trabajo de la Casa Blanca al pintar una imagen ficticia de la realidad cubana, escribió en su cuenta de Twitter Carlos Fernández de Cossio, director para Estados Unidos de la cancillería de la isla.
El llamamiento a manifestaciones en Cuba inmediatamente recibió el apoyo público de legisladores estadounidenses, operadores políticos y medios de comunicación que alientan acciones contra el pueblo, intentan desestabilizar el país e instan a la intervención militar, señalan las autoridades de la nación caribeña.

 

La Unidad, nuestra arma estratégica

 

El derecho a manifestarse, ciertamente es un derecho, regulado también en el nuevo texto constitucional de 2019 (Art.56), y su ejercicio debe ser con fines lícitos y pacíficos, lo que significa:  no atentar contra otros, no vulnerar la paz ciudadana, no estimular la reversión del orden.

Existen límites generales que condicionan que una actuación sea lícita, y el vigente texto (Art.45) los establece: el disfrute de unos derechos no puede suponer lesión a los derechos de otras personas, o que afecten la seguridad colectiva, el bienestar general, el orden público, y siempre bajo el respeto a la Constitución y a las leyes.

Ningún pueblo está a salvo de la mentira y de la calumnia en la era de la “posverdad”. Es una realidad que Cuba enfrenta todos los días, mientras persiste en su voluntad de construir una sociedad más justa, soberana y socialista, en paz con el resto del mundo y sin interferencias o tutelas extranjeras.

  La máxima dirección del país ha explicitado que continuará trabajando en las leyes derivadas de la nueva Constitución y en el fortalecimiento de la democracia socialista, vinculada a la justicia y la equidad social; el ejercicio pleno de los derechos humanos; la representación efectiva y la participación de la sociedad en los procesos económicos y sociales en curso, hacia un socialismo próspero, democrático y sostenible. Todo ello en un entorno cada vez más libre de los lastres del burocratismo, del centralismo excesivo y de la ineficiencia.

Como alertara el general de Ejército Raúl Castro en el octavo Congreso del Partido: La unidad de la inmensa mayoría de los cubanos en torno al Partido y la obra e ideales de la Revolución ha sido nuestra arma estratégica fundamental para enfrentar con éxito todo tipo de amenazas y agresiones. Por eso esta unidad debe cuidarse con celo y jamás aceptar la división entre revolucionarios bajo falsos pretextos de mayor democracia, pues ese sería el primer paso para destruir desde adentro la propia Revolución, el socialismo y por consiguiente la independencia nacional y volver a caer bajo el dominio del imperialismo norteamericano. 

 

 

 

 

 

 

 

 

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