¿Epidemia de Estrés por temor al coronavirus?
Roberto Pérez Betancourt
Lo llamamos estrés del malo. Es esa reacción neurovegetativa que experimentamos ante el temor de sufrir un mal cualquier, psíquico o físico. Nerviosismo, ansiedad, inapetencia, ira, hipersensibilidad… y muchas otras formas de reacción son imputadas a eso que sintéticamente nombramos estrés, y que los científicos clasifican en “malo”, cuando nos afecta seriamente, y en “bueno”, cuando estimula a emprender acciones positivas.
En estos días todos nos sentimos amenazados por ese microorganismo viral, mutación de un coronavirus causante de una seria enfermedad respiratoria que ha sido bautizada como Covid 19, presente en cientos de países y responsable de millares de muertes con expectativas terribles para un futuro inmediato, que ha obligado a cerrar fronteras, enclaustrarse en casa o en centros hospitalarios que acogen a los sospechosos de estar contaminados y de poder contaminar a otros; en fin, una película de horror, pero en tiempo real, actual con proyecciones de futuro y vaticinios mortales, también para la economía empresarial, doméstica y de naciones enteras…
Dada esa situación sintéticamente descrita, ¿cómo no sentirse estresado? Pues sí sucede que el estrés cabalga paralelamente como otra forma de pandemia de temor creciente, inhibidor de acciones, propiciador de melancolías, pesimismos, desesperanzas… Y ante este cuadro conocido es menester actuar con la misma energía con la que las autoridades sanitarias prevén y combaten la propagación del virus maligno.
¿Qué hacer? Respirar, cantar, concentrarse. Son tres recetas basadas en el más universal de los métodos de investigación científica: observar, anotar, practicar. Son recomendaciones de neurocientíficos sobre técnicas fáciles de aplicar.
Aires a los pulmones, respiración consciente, terapéutica…
Inhalar profundamente por la nariz durante cinco segundos, sostener la respiración por un segundo, luego soltar el aire por la nariz, lentamente, contando hasta cinco, una y otra vez, durante varios minutos. Los resultados son sorprendentes, expresados en tranquilidad y sosiego.
En la ducha o en la oficina, en el campo o en la ciudad: la música es sanación
Cantar. No por gusto las amas de casa cantan y tararean cuando están muy estresadas por los quehaceres domésticos, es una respuesta natural. “Así espanto los malos pensamientos, los disgustos, los sinsabores, las peleas domésticas, las dificultades económicas, con el canto, con las canciones dichas en voz alta o tarareadas en mi mente”, me comenta una amiga de muchos años y sobradas experiencias vitales.
¿Y qué dice la litaratura? Nos aconseja eso mismo, cantar, tararear, pues es una manera práctica de estimular el vago simpático, ese que cuando estanos ansioso nos provoca un saltico en la boca del estómago, un desasosiego indefinido…
Nervio vago porque emerge del cerebro y serpentea por el cuerpo como una supercarretera de comunicación, conectando el cerebro con órganos como el corazón, los pulmones y el estómago, la caja de la voz y los oídos.
Un estudio de 2013 con coristas mostró que cantar, tararear, ayuda a mantener el compás del ritmo del corazón.
Concentración y terapia ocupacional, práctica, manual, doméstica…
Y por último quizás lo primero: concentrarse en una solo actividad, evitando que el cerebro se sobrexcite intentado abarcar lo imposible. ¿Cuesta trabajo?, Pues sí, pero hay una forma particularmente eficaz de concentrarse: el trabajo manual, eso que los psicólogos y psiquiatras llaman “terapia ocupacional”. Ponerse a fabricar un objeto cualquiera, pequeño, artesanal, utilitario o para adornar un mueble; hacer una piñata, una cadeneta de papeles multicolores para fiestas, nos pone a concentrar la atención y nos aparta de pensamientos negativos, de ansiedades, de preocupaciones, y con esta nueva realidad el estrés, esa vaga sensación desagradable que algunos en sus creencias metafísicas hasta pueden nombrar “mala vibra”, y otros, en sus conocimientos científicos, avalados por la práctica como valoración de la verdad, llaman estrés del malo, sin dudas desechable sobre la base de la voluntad aplicada, para lo cual valen las recomendaciones aquí descritas.
Ya lo sabe, no permita que las preocupaciones lo arrastren al desasosiego, hay que ganarle la batalla al estrés malo y al coronavirus indeseable, con inteligencia, sin dejar de lavarnos las manos…
(*)El estrés (del latín stringere ‘apretar’ a través de su derivado en inglés stress ‘fatiga de material’) es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada. Fisiológica o biológica es la respuesta de un organismo a un factor de estrés tales como una condición ambiental o un estímulo. El estrés es el modo de un cuerpo de reaccionar a un desafío. De acuerdo con el evento estresante, la manera del cuerpo a responder al estrés es mediante el sistema nervioso simpático de activación que da lugar a la respuesta de lucha o huida. Debido a que el cuerpo no puede mantener este estado durante largos períodos de tiempo, el sistema parasimpático tiene tendencia a hacer regresar al cuerpo a condiciones fisiológicas más normales (homeostasis). En los humanos, el estrés normalmente describe una condición negativa (distrés) o por el contrario una condición positiva (eustrés), que puede tener un efecto mental, físico e incluso de bienestar o malestar en un ser humano, o incluso en otra especie de animal.(Wikipedia).
(TVY)(Con informaciones de sitios web especializados y archivos del redactor)(16/03/20).
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