Blogia
DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

ONU: Crónica de Actualidad anticipada

ONU: Crónica de  Actualidad anticipada

Roberto Pérez Betancourt

Este 31 de octubre y en días sucesivos, las primeras páginas y las glosas  internacionales de la inmensa mayoría de los medios de difusión masiva en el mundo reiterarán  una noticia, que no por recurrente dejará de poseer el valor informativo de la actualidad, cuando la Asamblea General de la ONU vuelva a votar masivamente a favor del proyecto de Resolución: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba”.

  Es una victoria esperada, a pesar de las triquiñuelas, maldades, sobornos, amenazas, trampas y otras armas empleadas por la actual administración del presidente Donald Trump en vano intento de revertir la historia.

  En 2017 el resultado de la votación fue una paliza descomunal  contra la soberbia y el genocidio que la actual administración estadounidense se empecina en sostener contra Cuba a través del bloqueo económico comercial y financiero. El resultado del la votación en el pleno de la ONU sobre la  Resolución que condena esa política imperial fue de  191 por 2.

  Las 191 “carreras” fueron anotadas por  miles de millones de ciudadanos de igual número de países. Las dos anémicas de EE.UU. por los dedos de una embajadora cortada a la imagen de su benefactor desde la Casa Blanca, y un títere movido por hilos desde el mismo escenario: Israel, ya seguramente usted sabía…

  Antes, el discurso del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla contenía toda la verdad y la razón de un pueblo que durante 60 años ha soportado y resistido esa política hostil, y que a pesar de los males afrontados no claudica en su afán irrenunciable de seguir siendo libre y soberano.

  Este año, Trump ha movido todos los hilos posibles para evitar el contundente golpe, precisamente víspera a las elecciones parlamentarias en Estados Unidos, las que igualmente absorben su atención e intentos de cambiar la óptica de los votantes, para lo cual se aprovecha de la gran marcha de inmigrantes centroamericanos hacia territorio norteño, haciendo ver el “peligro” que entraña para los ciudadanos estadounidenses la entrada en su país de esa “ola de asesinos, delincuentes y malparidos”, términos despectivos que sin encomendarse a Dios, quizás al Diablo,  suele utilizar el rubio de ademanes y acciones neo fascistas.

   Volverán los asalariados de Washington a repetir este año las falacias del anterior en relación con el respeto a los derechos humanos, cuando emitieron declaraciones irrespetuosas, ofensivas e injerencistas  contra Cuba y contra el gobierno cubano, asunto que en días recientes retomaron, tratando  infructuosamente  de revolver y tergiversar, acudiendo a ilegales métodos, incluso en el propio seno de la ONU, y que en su momento tuvieron la debida respuesta de la delegación antillana.

   “Estados Unidos, donde se cometen flagrantes violaciones de los derechos humanos que suscitan profunda preocupación de la comunidad internacional, no tienen ni la más mínima autoridad moral para criticar a Cuba, un país pequeño, solidario, de amplia y reconocida trayectoria internacional; un pueblo noble, trabajador y amistoso”, refutó el Canciller Rodríguez Parrilla en 2017.

    Allí el jefe de la diplomacia cubana caracterizó al imperio, responsable de la mayor parte de las guerras que se libran hoy en el planeta y que asesinan inocentes, y es el factor decisivo de inestabilidad mundial y de gravísimas amenazas a la paz y a la seguridad internacional, pisoteando el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.

  Cuando los entonces presidentes de Cuba,  Raúl Castro Ruz, y de Estados Unidos, Barack Obama, anunciaron el 17 de diciembre de 2014 un acercamiento razonado entre ambas naciones, el mandatario estadounidense  calificó al bloqueo como fracasado y obsoleto, ineficaz respecto a sus objetivos, causante de daños al pueblo cubano y de aislamiento al gobierno de los Estados Unidos.  Después lo describió como inútil para hacer avanzar los intereses estadounidenses; fallido, sin sentido, inviable y una carga para los ciudadanos, lo calificó. Pero nunca se reconoció al bloqueo como una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de los cubanos,  ni se reconoció a este como un quebrantamiento del Derecho Internacional o un acto de genocidio, según la Convención de Ginebra; ni se renunció a sus fines de avasallamiento de nuestro pueblo.

 No obstante, Barack Obama  entonces declaró reiteradamente su decisión de emplear sus facultades ejecutivas y de trabajar con el Congreso para levantar el bloqueo.
Un reflejo práctico de esta voluntad fue el voto en abstención de los Estados Unidos, en 2016, de esta resolución.

  Con la llegada de míster Trump a la presidencia del Imperio y su contubernio con la extrema derecha anticubana de Miami, cambió radicalmente la política de acercamiento a Cuba, lo que evidencia cuan inestable pueden ser las relaciones con una nación que durante más de 200 años ha intentado anexarse a la Mayor de las Antillas.

  El 16 de  junio de 2017 el presidente  Donald Trump proclamó al bloqueo como un eje fundamental de su política anticubana y anunció un grupo de medidas dirigidas a su endurecimiento.

  En un discurso anticuado y hostil, propio de la Guerra Fría, y ante un auditorio compuesto, entre otros, por rancios batistianos, anexionistas y terroristas, el gobernante estadounidense retomó gastadas alegaciones sobre supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba para justificar el fortalecimiento del bloqueo.

   “El presidente Trump no tiene la menor autoridad moral para cuestionar a Cuba. Preside un gobierno de millonarios destinado a aplicar medidas salvajes contra las familias de menos ingresos y los pobres de este país, las minorías y los inmigrantes. Sigue un programa que alienta el odio y la división. Pregona un peligroso excepcionalismo y supremacismo, disfrazado de patriotismo, que provocará más violencia. Ignora la voluntad de los electores: dos tercios de los estadounidenses y también de los cubanos residentes en los Estados Unidos apoyan el fin del bloqueo.

Las políticas vigentes en los Estados Unidos dañan a los ciudadanos, impera la corrupción de la política, secuestrada por los llamados «intereses especiales», es decir, los intereses y el dinero corporativos; la falta de garantías de educación, salud y seguridad social, las restricciones a la sindicalización y la discriminación terrible de género”, así dijo el Canciller Rodríguez Parrilla en la ONU el año pasado, y agregó:

  “Merecen condena el uso de la tortura, el asesinato de afroamericanos por la policía, las muertes de civiles por sus tropas, el uso indiscriminado y racialmente diferenciado de la pena de muerte, el asesinato, la represión y vigilancia policial de inmigrantes, la separación de familias y la detención o deportación de menores y las medidas brutales con que amenaza a los hijos de inmigrantes ilegales que crecieron y se educaron en los Estados Unidos.”

  Como expresó el Presidente Raúl Castro Ruz, el 14 de julio de 2017, «reafirmamos que cualquier estrategia que pretenda destruir a la Revolución, ya sea mediante la coerción y las presiones o recurriendo a métodos sutiles, fracasará. [...] Cuba tiene la voluntad de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con los Estados Unidos, sobre la base de la igualdad y el respeto a la soberanía y la independencia de nuestro país, y de proseguir el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés común con el gobierno norteamericano.

«Cuba y Estados Unidos pueden cooperar y convivir, respetando las diferencias y promoviendo todo aquello que beneficie a ambos países y pueblos, pero no debe esperarse que para ello Cuba realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia [...] o que negocie sus principios o acepte condicionamientos de ningún tipo, como no lo hemos hecho nunca en la historia de la Revolución».  Fin de la cita.

   Sí, este 31 de octubre y en días sucesivos, la noticia correrá a través de los sitios en Internet y las redes sociales, se hará cintillos en otros medios de prensa, o ocupará  discretos lugares en aquellos medios cuyos perfiles editoriales suelen plegarse a las exigencias del Imperio. Pero aparecerá, porque la Actualidad no es valor informativo referido  únicamente a la última sensación de la moda o del espectáculo burlesco o político, también tiene que ver con la reiteración de un récord de dimensiones olímpicas y mundiales: será la vigesimoséptima ocasión (27) ocasión en la que la gran trompetilla del universo caerá sobre la maldad y la sinrazón, encarnadas en esta oportunidad por un émulo de Nerón, cuya soberbia y megalomanía volverán a padecer con el “síndrome de los aplausos”, una vez que atruenen tras la votación que condene el Bloqueo  en la gran sala de las Naciones Unidas. (Con archivos del autor)

 

 

 

 

 

0 comentarios