Metamorfosis de los videojuegos
Roberto Pérez Betancourt
Cuando los videojuegos irrumpieron en la vida cotidiana cautivaron a grandes y chicos. Poco a poco sus contenidos y funcionalidades fueron sufriendo una metamorfosis inducida, que progresivamente iba absorbiéndoles el tiempo libre y hasta el laboral y de estudios a los deslumbrados jugadores.
Lo que comenzó como un atractivo entretenimiento ha devenido tema de polémicas sobre todo para psicólogos, psiquiatras y padres de familias, quienes cada vez más se percatan que la gran mayoría de los videojuegos han dejado de ser graciosos pasatiempos interactivos para convertirse en una especie de alucinógeno electrónico, estimulante de la participación de cientos de millones de personas a escala mundial en esa especie de drogadicción atrapadora de voluntades.
El fenómeno puede ocasionar graves trastornos de conductas a grandes y chicos.
Aunque en países subdesarrollados esta moda de entretenimiento puertas adentro es cuantitativamente menor, por obvias razones económicas, esto no significa que estén exentos de los perjuicios que ocasiona, como es el caso de Cuba.
Sucede que de aquellos inofensivos saltadores de obstáculos y capturadores de frutas premiadas, que aparecían en los primeros videojuegos, en los últimos años la industria electrónica del llamado entretenimiento ha desarrollado infinidad de modalidades regidas por un mismo patrón: aniquilar al rival.
No importa que usted asuma el rol de policía, ladrón, terrorista, infante de marina, asesino en serie, custodio, o simple transeúnte dentro de la trama del video juego. Su misión será impedir que lo maten y para lograrlo deberá exterminar a los demás.
Un estudio de la Academia Americana de Pediatría confirma lo que habían evidenciado anteriores investigaciones: cuando los niños son expuestos a la violencia en los medios de difusión -incluidos los videojuegos-, pueden generar conducta agresiva en el futuro. Es algo para tener en cuenta.
En la medida de lo posible, contribuyamos a parar sus negativos efectos en beneficio de la familia misma y la sociedad.
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