Che, eternamente presente a través de su ejemplo
Roberto Pérez Betancourt
Amigos y enemigos, elogiadores o detractores, desde diferentes ópticas y matices de crítica y tolerancia, a través de los años han pretendido interpretar el pensamiento y la acción política y revolucionaria de Ernesto Guevara de la Serna, universalmente conocido como Che. Los oportunistas, para acomodarlo a sus puntos de vista. Los honesto, para ilustrar a las nuevas generaciones y retroalimentar fuerzas.
A pesar de distintos enfoques e intereses que mueven polémicas en torno a la personalidad de Che Guevara, como ser humano, estadista, político y combatiente, la influencia del ejemplo multifacético que emana de su ejecutoria integral se agiganta en la medida en que transcurre el tiempo, desde su asesinato el 9 de octubre de 1967 en la aldea boliviana de La Higuera.
Esencia de esa mística universal es un principio que guió todas las acciones de Ernesto: la actuación personal no debe desligarse de la palabra del individuo.
Ni el joven inquieto que recorrió Sudamérica en motocicleta, ni el conspirador, ni el guerrillero en la Sierra Maestra o el político y Ministro en Cuba, ni el combatiente internacionalista en África y Bolivia, admitieron actitudes de doble moral.
La idea inconmovible, la que guió todos los pasos del mismo hombre, fue que sólo se puede dirigir a partir del ejemplo.
Esa verdad rompe todos los linderos, gana simpatías, enrumba conductas y ayuda a humanizar a quien sea capaz de interiorizarla y actuar en consecuencia para rebelarse contra la injusticia, hombre o mujer, joven o adulto, en cualquier sitio y a toda hora.
Por eso no sorprende que en manifestaciones obreras, desfiles, mítines estudiantiles o asambleas campesinas, foros internacionales y debates domésticos, desde la aldea hasta el ámbito más universal, se cite a Che Guevara como paradigma de justicia y humanidad, y su imagen multiplicada recorra avenidas y tapice escuelas y hogares, se eleve en pancartas y aparezca sobre camisetas y hasta tatuada en la piel de los humanos.
No se trata precisamente de un culto religioso específico, aunque, en sitios humildes, indios y aldeanos encienden velas e imploran milagros mientras evocan a Che Guevara.
Y es que Che pertenece a todos. A los que piensan y actúan conforme a una cultura formada en aulas de estudios y sedimentada en razonamientos de lo justo y provechoso, hasta aquellos que reaccionan conforme al credo que espiritualmente los engendró, incluidos los que profesan ortodoxas denominaciones religiosas, presumen de ser laicos o se confiesan ateos.
Algunos con la intención de confundir han pretendido dar una interpretación torcida a las motivaciones guerrilleras y hasta temerarias de Che, aduciendo que este buscaba la muerte, como alguna especie de inmolación inspiradora para otros.
Esa es una apreciación inconsecuente con los análisis lúcidos que caracterizaron al Guerrillero Heroico, desde sus exposiciones teóricas hasta las decisiones tomadas in situ, en los instantes más difíciles, y que pueden apreciarse incluso en su Diario de Campaña en Bolivia.
En opinión del escritor Paco Ignacio Taibo II, autor de una biografía de Che Guevara: “No hay una vocación suicida en el Che, pero sí existe -incluso a lo largo de su juventud- una actitud de probarse, de buscar el límite de una manera muy racional. Una especie de ¿hasta dónde doy? La temeridad es un aspecto obligado del tipo de proyecto que desarrolló”.
La lucha social y revolucionaria del siglo XXI no plantea los mismos elementos tácticos que condujeron en 1956 al surgimiento del movimiento guerrillero en Cuba, y que a partir de su experiencia triunfal halló eco en otras zonas latinoamericanas, donde la explotación de obreros y campesinos por parte de la alta burguesía doméstica y los intereses económicos foráneos mostraba relaciones propias de regímenes esclavistas y feudales.
Las iniciativas guerrilleras de Che no pueden descalificarse sacándolas de contexto histórico.
Nadie puede categóricamente afirmar que en el futuro no se repitan las condiciones que originaron la proliferación de guerrillas como única alternativa de liberación.
Hoy, al igual que ayer, hay situaciones especiales, como las de Cuba, que afronta una sostenida agresión y bloqueo por parte de la mayor potencia económica y militar del Planeta, que dura más de 50 años, lo que exige la práctica de una doctrina militar que privilegia la preparación de su pueblo para la defensa, indispensable como táctica y vital en la estrategia.
De nada valdría a los humildes de siempre acceder al poder político en su país sin consolidar las bases que garanticen su independencia económica y la posibilidad real de defenderse ante las amenazas y los ataques de las aves de rapiña imperiales.
En el aniversario 46 de la caída en combate de Che en Bolivia, su ejemplo ético, patriótico y de solidaridad internacionalista sigue sembrando esperanzas, nutre de juventud, vigoriza la rebeldía revolucionaria, inspira voluntades, es actual y no conoce fronteras. Actualizado en 08/10/13).
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