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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

El afán de EE.UU. por el ridículo y la calumnia

El afán de EE.UU. por el ridículo y la calumnia

Roberto Pérez Betancourt

 

   En su pertinaz afán por hacer el ridículo ante el mundo, el gobierno de Estados Unidos volvió a “certificar” a Cuba como uno de los países promotores del terrorismo.

   Durante sus ocho años en la Casa Blanca, con reiterados dislates léxicos y gestuales, W. Bush alimentó iniciativas hilarantes de expertos  en humor negro, y fue tenaz el empeño de inclinar el pulgar desde el trono imperial para incluir a la mayor de las Antillas en esa arbitraria lista que pretende  dictar sentencia desde  la real inmoralidad.

   ¿Seguirán transitando  los asesores del nuevo mandatario la misma senda de inauditos desatinos?

   Contundente fue la respuesta de Cuba al reiterar que  no reconoce autoridad política ni moral al gobierno de EE.UU. para hacer lista alguna, sobre ningún tema ni para ‘certificar’ buenas o malas conductas, adelantó Bruno Rodríguez, ministro de Relaciones Exteriores. 

   Desde 1959  la Isla  ha sido víctima del  terrorismo exportado por EE.UU. en forma de sabotajes, invasión armada, amenazas de guerra nuclear, atentados a dirigentes, bloqueo económico, comercial y financiero, así como  agresiones políticas, mediáticas, químicas y diplomáticas...

   Solo entre octubre de 1960 y abril de 1961 la Agencia Central de Inteligencia (CIA)  introdujo en la Ínsula 120 toneladas de explosivos y armas durante 30 misiones aéreas clandestinas y   31 infiltraciones marítimas.

   También  realizó  110 atentados dinamiteros, colocó 200 bombas, descarriló seis trenes, quemó 150 fábricas y ocasionó 800 incendios en  plantaciones agrícolas, ilustran cómputos de hechos reportados.

   Hasta 1997, las administraciones norteamericanas  de alguna forma patrocinaron  cinco mil 780 acciones terroristas contra Cuba, 804  de gran envergadura, incluidos 78 bombardeos contra la población, los cuales dejaron miles de víctimas.

   Los atentados terroristas  han costado la vida a tres mil 478 cubanos y han dejado inválidos para siempre a dos mil 099 personas.

   Es  historia  pródiga en materia de protección la que las autoridades  norteamericanas brindan a terroristas hospedados en el sur de la Florida: dos de ellos, Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, encabezaron el equipo  que en octubre de 1976 hizo explotar en pleno vuelo una nave de Cubana de Aviación donde perecieron 73 pasajeros.

   La invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos), el 17 de abril de 1961, y  los bombardeos sobre territorio isleño  que la precedieron, fueron  cruentas acciones  patrocinadas y ejecutadas  por el gobierno norteamericano,  las que ocasionaron  la muerte de  176 patriotas cubanos, más  de 300 heridos y 50 discapacitados.

   El sabotaje al barco La Coubre en  puerto habanero, a las 3.10 p.m. del día cuatro de marzo de 1960, dejó un centenar de muertos, entre marinos europeos, obreros y soldados cubanos.

   En 1997, el terrorismo contra Cuba asumió la modalidad de atentados dinamiteros en   centros turísticos, organizados por  Posada Carriles y la llamada Fundación Cubano-americana, ambos engendros de la CIA. Como consecuencia de esos actos perdió la vida el joven turista italiano  Fabio di Celmo.

   ¿Cómo  ignorar la  responsabilidad de  las administraciones estadounidenses en los sucesos referidos?

   ¿Cómo es posible que al cabo de medio siglo de esas siniestras historias todavía se empeñen en falsear la realidad  entre criminales y víctimas? ¿Acaso el mundo ignora el expediente de terrorismo de estado de la nación norteña?

   A las referidas  preguntas  el politólogo norteamericano Noam Chosmky añade: ¿Y de los golpes de estado contra nacientes democracias en la  periferia, o de los planes de exterminio de  disidentes, como el Plan Yakarta, que en pocos  meses cobró medio millón de vidas en Indonesia a  mediados de los años 60?

   ¿O, más cerca de  nosotros, las criminales atrocidades sistemáticas fríamente aplicadas por el Plan Cóndor en el Cono Sur,  causantes de torturas, desapariciones y muertes  de decenas de miles de personas?

   Habría que añadir muchos más sucesos. Baste recordar la invasión de Iraq y las órdenes para matar, torturar y saquear allí, al igual que en Afganistán.

   Jamás el territorio cubano se ha utilizado para organizar, financiar o ejecutar actos terroristas contra los Estados Unidos de América ni ninguna otra nación.

  El Departamento de Estado, que falsamente califica a  Cuba de “patrocinar el terrorismo”, no puede decir lo mismo de su propia nación. ¿Será que padece el síndrome del ridículo crónico y la calumnia?

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