DEJARSE LLEVAR POR LA MALA VOLUNTAD...
Por Roberto Pérez Betancourt
Para matar a 33 personas a balazos y herir a una veintena más, una a una, fríamente, tiene alguien que haberse intoxicado durante muchos días con sutiles dosis envenenadoras del alma que inducen rencores enfermizos, hasta dejarse llevar por la mala voluntad.
Le ocurrió a Cho Seung-Hui, de 23 años de edad, inmigrante surcoreano residente en Estados Unidos.
Reportes de prensa afirman que dejó una nota en su dormitorio en la universidad de Virginia Tech en la que criticó a los ''chicos ricos'', la ''degeneración'' y los ''charlatanes mentirosos''. «Ustedes me hicieron hacer esto», escribió Cho, según fuentes citadas por la cadena ABC.
Los primeros 32 muertos fueron personas a las que Cho quizás ni conocía. El número 33 fue él mismo, cuando se suicidó para sellar la que ha sido calificada como la peor tragedia de ese tipo en Estados Unidos.
Las noticias que implican escuelas, universidades y estudiantes suelen tener una cobertura importante en los medios de difusión, habida cuenta de que forman parte de un sector muy sensible de la sociedad, al que se asocian términos como juventud, hijos, nietos, padres, profesores...
En estos días, otra información vinculada al sector estudiantil norteamericano ocupa también espacios en medios informativos, aunque en sitios mucho más discretos.
Está referida a que un grupo numerosos de jóvenes de una escuela secundaria de Nueva York afronta multas por miles de dólares por el “delito” de haber viajado a Cuba para conocer detalles de su sociedad, intercambiar opiniones y conocimientos con muchachos iguales que ellos en un ambiente fraternal.
Recuerdan analistas que esos estadounidenses se expusieron al violar las disposiciones del gobierno de su país, que prohíben a sus ciudadanos viajar a la Mayor de las Antillas por temor a contagiarse allí con ideas subversivas, tales como fraternidad, igualdad social, solidaridad, educación gratuita y otras por el estilo.
La Administración del presidente George W. Bush ha sido particularmente incisiva en preservar a sus ciudadanos del contagio con la sociedad cubana, endureciendo las medidas restrictivas incluidas en el bloqueo económico, comercial y financiero que EE.UU. impuso arbitrariamente a la Isla prácticamente desde hace 48 años.
En 2004 el Departamento de Estado aplicó nuevas disposiciones encaminadas a dificultar aún más cualquier vínculo interpersonal, académico, estudiantil, humano, en fin, entre norteamericanos y cubanos.
El colegio Beacon, de donde proceden los estudiantes amenazados con represalias, organizó antes excursiones de sus pupilos a diversos países, incluidas giras por Sudáfrica, México, España y Francia.
La dirección del plantel se ha desentendido de la responsabilidad de que el profesor Nate Turner y sus muchachos hayan viajado a la Isla caribeña.
Retorno ahora al seguimiento de los sucesos de la Universidad de Virginia Tech, el gran titular que ha ocupado la atención de prácticamente toda la prensa norteamericana, y busco el contenido del discurso de seis minutos que el presidente W. Bush dedicó a los conmocionados alumnos, familiares y profesores del gran plantel educacional.
Tras las recurrentes frases bíblicas citadas por el mandatario norteamericano, llama la atención el contenido semántico de las palabras que ha hilvanado en un consejo: “… A los que están enfurecidos: No dejarse llevar por la mala voluntad”.
Imposible no asociar esa sabia recomendación de actualidad con la propia ejecutoria del señor Presidente norteamericano para que una pregunta salte en el aire: ¿Estará George W. Bush inspirado en su propia experiencia en Iraq y en Cuba?
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