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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

¿TV o no TV?

Por Roberto Pérez Betancourt  

 Prácticamente desde los inicios mismos de la televisión, expertos en
varias ramas del saber se han preguntado en qué medida la incontrolada
permanencia de los niños ante la pantalla chica les afecta el
aprendizaje y la conducta.


   El tema ha ocupado la atención investigativa de pediatras,
psicólogos, sociólogos, pedagogos, psiquiatras y otros especialistas,
quienes, aunque no muestran conclusiones categóricas, al menos brindan
recomendaciones atendibles.
   La revista Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine (Archivos de
Pediatría y Medicina para Adolescentes) se hace eco de conclusiones
derivadas de tres investigaciones.
   Una de ellas afirma que de 400 alumnos de tercer grado en
California, Estados Unidos, los menos aventajados en Matemática y
Lenguaje disponían de televisores en sus habitaciones, y deduce que
dedicaban más tiempo a mirar televisión.
   Otro reporte indica que de casi mil adultos investigados en Nueva
Zelanda, los menores niveles educacionales se hallaron entre personas
de 26 años de edad que en su niñez habían visto mucha televisión.
   El tercer tema abarcó a unos mil 800 infantes estadounidenses y
encontró que aquellos entre seis y siete años de edad, que dedicaban
más de tres horas diarias a la televisión, mostraban  un desempeño
ligeramente inferior en sus pruebas escolares y de inteligencia, en
relación con los que se exponían menos tiempo a la influencia de la pantalla.
   Aunque para Frederick Zimmerman, investigador de la Universidad de
Washington y coautor del estudio referido, la diferencia no resultó
significativa, sí fundamenta al menos una preocupación latente por los
efectos de la televisión incontrolada en los niños.
   Innegablemente los factores cualitativos son determinantes en el
modelo de investigación para arribar a conclusiones científicas más
completas sobre el controversial tema de los niños y la televisión.
    Así lo evidencian reportes que han tomado en cuenta contenidos
educativos balanceados en algunos programas de televisión, los cuales
han ejercido una favorable influencia en el avance progresivo del
aprendizaje de los niños en variadas escalas de edades.
   De todas formas, no debemos desdeñar la opinión de estudiosos del
tema cuando coinciden en la conveniencia de que antes de los dos años
de edad se excluya la televisión en el entretenimiento infantil, y
después se restrinja a no más de dos horas diarias en programas que
conjuguen entretenimiento y educación, y supriman la violencia gratuita.

 

 

 

 

 

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