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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Trump contra el mundo…; el mundo contra Trump

Trump contra el mundo…;  el mundo contra Trump

Roberto Pérez Betancourt

Cuenta una clásica  historia infantil que cada mañana la Bruja que acechaba a Blancas Nieves se miraba en su espejo mágico y le preguntaba: “¿Quién es la más bella de todo el reino?” El espejito siempre le contestaba: “Tú, sin dudas, mi señora, eres la más hermosa…” Hasta  que un día a la malvada  se le engrifaron los cabellos al escuchar  una diferente  respuesta del espejo parlanchín,  mientras ella contemplaba su propia imagen distorsionada por la ira: “Ya no eres la más bella, mi señora, ahora es Blancanieves”. Entonces la Bruja decidió envenenar la manzana…

  Una parodia actual de esa historia cuenta que el presidente estadounidense Donald Trump, cada nuevo día se levanta del lecho, aspira aire profundamente, se alisa los rubios cabellos ante su espejo enmarcado en oro puro y antes de hacer sus abluciones se pregunta a sí mismo: “¿Qué haré hoy para poner a  temblar más al mundo?”  

   Uno de estos días, Trump halló una respuesta que le pareció genial: “Trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv,  en Israel, y colocarla en Jerusalén”.

   No se sabe si el mandatario intentaba una jugada estratégica al estilo de mover la dama en un tablero de ajedrez para dar jaque al rival, o simplemente intentaba armar una más de las tantas algarabías internacionales, que según algunos observadores le proporcionan un placer singular, especialmente cuando la prensa  de todas las tendencias políticas mayoritariamente le enfila los cañones, y en las Naciones Unidas los estados  se rebelan para protestar; en tanto psiquiatras, psicólogos y hasta legisladores de su propio país no titubean para decir que, simplemente, Trump está loco.

 Recordemos que la decisión del gobierno de Israel de anexarse  a  Jerusalén y proclamarla unilateralmente como la capital de ese país, provocó amplio rechazo en la comunidad internacional, materializado en la resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU, que la consideró contraria al Derecho internacional,  y en señal de protesta por este acto unilateral los Estados miembros de las Naciones Unidas acabaron por trasladar sus embajadas a Tel Aviv, tal como pedía la resolución.

Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo, considerada  sagrada por tres de las mayores religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. La Ciudad Vieja de Jerusalén fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981.

  Por supuesto que nada de lo anterior le interesa a Donald. Incluso hay quienes opinan que él no sabe nada al respecto y que solo le obsesiona  fastidiar al mundo…

  Sin embargo, en realidad Estados Unidos ha sido puesto en la picota pública una vez más,  pues en las Naciones Unidas ningún país defendió la decisión del mandatario norteño. Todo lo contrario: la respuesta ha sido repudio total, tanto como el rechazo mismo que la comunidad internacional hace anualmente del bloqueo económico, comercial y financiero estadounidense contra Cuba, genocidio que este año el señor Trump reiteró con la misma desfachatez con la que, próximas las fiestas navideñas, decide que el arbolito de su embajada se alce en Jerusalén,… “para fastidiar al mundo”.

  No se trata de cosa de juego, pues las derivaciones de la iniciativa “trumpiana” pueden desatar una escalada violenta en el Oriente Próximo, como ha afirmado Nicolai Mladenov, representante de Naciones Unidas en el proceso de paz en esa región.

 “Jerusalén es el corazón de Palestina, el tercer lugar sagrado para los musulmanes, y lo que ustedes han hecho es ilegal e irresponsable, sólo han buscado complacer a la potencia ocupante”, dijo el observador palestino ante la ONU, dirigiéndose a la representación estadounidense.

"El Reino Unido no piensa mover su embajada. Todo paso en el conflicto tiene que hacerse con acuerdo de las partes y encaminado a la creación de dos Estados”, afirmó el embajador británico.

Al saber de esa declaración, Trump alzó la cabeza, miró al infinito, crispó los puños y se alisó el cabello rubio. Lo estaba logrando, estaba, una vez más, “mortificando al mundo”.

Haley,  “la dura”, embajadora estadounidense en la ONU, sintió el rechazo unánime no solo en los oídos cuando hablaron representes de las naciones acreditadas en la ONU, y trató de salir del apuro en un intento por minimizar las consecuencia del hecho, pero a juzgar por los comentarios de analistas, en realidad no pudo ella ocultar lo que ha sido calificado como un bochornoso suceso para EE.UU.

  Las agencias de prensa fueron precisas: Todos los oradores, excepto el ucraniano, que se limitó a leer un aséptico comunicado de 30 segundos, fueron fieles a los enunciados de Naciones Unidas en el conflicto. “Jerusalén es un cuerpo separado cuyo estatuto solo puede resolverse por acuerdo internacional. Por ello una resolución de la ONU exige la retirada de todas las embajadas de la ciudad”, detalló el legado sueco.  “EEUU tiene que precisar cómo se ajusta su declaración a las resoluciones de la ONU sobre Jerusalén.

Estamos realmente preocupados por el riesgo de que aumenten las tensiones”, clamó el francés.  China y  Rusia reiteraron igual opinión.

Por supuesto que las reacciones van más allá de lo dicho por los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. Era evidente que Trump iba contra el mundo. Muy presente estaba su decisión de sacar a su país del acuerdo global para combatir el cambio climático, descabellada a la luz de la ciencia.

Ahora se suma el hecho político, gratuito de por sí, de izar la bandera estadounidense en Jerusalén, como símbolo de soberbia imperial de un individuo que de verdad parece que se cree emperador, al estilo de Nerón, y que un día cualquiera puede ocurrírsele incendiar, no a Roma, sino al mundo entero. No por gusto el epíteto de Trump el loco, cada vez resuena más en la prensa y en el propio congreso de Estados Unidos.

El mundo contra Trump

El consenso internacional es prácticamente unánime  y se expresa en declaraciones públicas de mandatarios,  líderes religiosos, intelectuales, y simples habitantes del planeta que respiran el mismo aire que el señor Trump.

El presidente palestino, Mahmud Abbas hizo saber que  «Mediante estas decisiones lamentables, Estados Unidos boicotea deliberadamente todos los esfuerzos de paz y proclama que abandona el papel de patrocinador del proceso de paz que ejerció en las últimas décadas».

El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erakat, afirmó  que Trump había destruido la llamada solución de dos Estados.

 Naciones Unidas, la Liga Árabe y la Unión Europea expresaron a través de sus voceros que el estatus de Jerusalén debe ser decidido por una «negociación directa» entre israelíes y palestinos.

El Papa Francisco  manifestó su oposición al traslado de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén, y advirtió sobre las desastrosas consecuencias que pueda tener en un mundo con un exceso de guerras.

China exhortó a Israel y Palestina a retomar los diálogos de paz para resolver el estatus de Jerusalén y evitar así más roces.

El representante permanente de Bolivia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Sacha Llorenti, reiteró también el rechazo absoluto de esta nación andino-amazónica a la decisión de Estados Unidos.

El gobierno de Emiratos Árabes Unidos condenó  la decisión del gobierno estadounidense en un comunicado de su cancillería.

El presidente libanés, Michel Aoun, mostró también su solidaridad con Palestina durante una llamada telefónica a su par palestino, Mahmud Abbas, a quien expresó respaldo a la causa de ese pueblo.

El presidente de la República iraquí, Fuad Masum, consideró la medida una violación flagrante del derecho internacional y de las resoluciones de la ONU, así como que pisotea los derechos del pueblo palestino.

¿Loco o sinvergüenza?

   Julia Mirabal,  residente en Miami,  como muchos de sus vecinos se alegraba por el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, logrado bajo la presidencia de Barack Obama, pero ahora estima que “las decisiones que asume el presiente Trump más que de un loco corresponden a un sinvergüenza”.

Pero no todos opinan igual. Luego que el periódico New York Daily calificara literalmente a Trump de loco, y que el New York Times publicara una carta de Bandy X. Lee, siquiatra forense de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, la idea de que Donald Trump  de verdad está mal de la cabeza ha cobrado fuerza a la luz de la ciencia y escala posiciones en un contexto  que puede servir de base para cuestionar legalmente su capacidad de gobernar.

  Según la misiva de Bandy X. Lee,  quien es también editor del reciente libro El peligroso caso de Donald Trump: 27 siquiatras y expertos en salud mental evalúan a un presidente, ya son miles de profesionales en salud mental los que alertan de la inestabilidad sicológica del presidente y los peligros que representa.

Agrega: estamos atestiguando más que su estado usual de inestabilidad, de hecho, un patrón de descompensación: creciente pérdida de contacto con la realidad, señales marcadas de volatilidad y comportamiento impredecible, así como una atracción a la violencia como medio para sobrellevarla. Estas características ponen a nuestro país y al mundo en riesgo extremo de peligro. Lee concluye: apremiamos a la opinión pública y a legisladores de este país a presionar por una evaluación urgente al presidente, por la cual estamos en el proceso de desarrollar un panel separado pero independiente de expertos capaces de cumplir y llevar a cabo todas las normas de cuidado.

A la vez, la realidad alterna que Trump crea a su alrededor todos los días está llegando a niveles que sorprenden hasta a sus propios asesores.

  Señalan analistas que en conversaciones privadas con su equipo y hasta con algunos legisladores aliados, el magnate ha retomado su obsesión de hace años sobre la autenticidad del acta de nacimiento de Barack Obama, y también ha insistido en que perdió el voto popular en la elección por un amplio fraude electoral. Además, está cuestionando la autenticidad de la grabación de sus comentarios sobre cómo él podía tocar los genitales de cualquier mujer porque era famoso y rico que fueron difundidos el año pasado y que admitió que sí era su voz.

A diferencia del cuento de la Bruja y Blancanieves, la respuesta a la gran pregunta:  “¿Está realmente loco Donald Trump?”, o simplemente, como afirma la vecina de Miami, “¿se trata de un sinvergüenza?”, hay que hallarla no en un espejo mágico, sino en las acciones de este individuo, que sin necesidad de especular,  una  mañana cualquiera, después de mirarse al espejo enmarcado en oro  y hacer sus abluciones, podría simplemente  apretar el botón nuclear y ponerle fin a la historia de la humanidad.

¿Nos arriesgaremos? La respuesta la tienen los congresistas estadounidenses: senadores y representantes,  los que pueden poner fin a esta historia de horror y de misterio. (TVY)(Con informaciones de agencias y archivos del autor) (11/12/17)

 

 

 

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