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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

No era broma: Che presidía el Banco Nacional de Cuba

No era broma:  Che presidía  el Banco Nacional de Cuba

 Roberto Pérez Betancourt       

 "Los enemigos bromeaban, siempre bromean; pero la broma, que  tenía  una intención política, se refería a que un día yo  había dicho: hace falta un economista. Pero desde entonces se  habían confundido y creyeron que yo decía que hacía falta un  comunista, y es por eso que había ido el Che".  Pero el Che era un comunista y era un excelente economista.

 "Ser economista excelente depende de la idea de lo que quiera hacer  quien  dirige un frente de la economía del país, y quien  dirige el frente  del Banco Nacional de Cuba; así, en su doble   carácter de comunista y economista".  

 Así comentó  el líder de la Revolución Fidel Castro las circunstancias en las que Ernesto Che Guevara asumía  la presidencia del Banco nacional de Cuba aquel 26 de noviembre de 1961, hace justamente 53 años.

Las palabras de Fidel fueron pronunciadas  durante un discurso en la Facultad de Derecho de  Buenos  Aires, Argentina, el 26 de mayo del 2003.

  El nombramiento de Che provocó un escándalo  en la embajada norteamericana  en La Habana y motivó el regocijo de los revolucionarios.

   Transcurridos apenas 11 meses del triunfo insurreccional, la  dirección del país había implementado leyes trascendentales,  de amplio beneficio popular, que provocaban la ira de las  oligarquías  externas, y de sus servidores domésticos, al  tiempo que los  tecnócratas intentaban frenar la  radicalización del proceso.

  En ese momento, Che dirigía el Departamento de  Industrialización del Instituto de Reforma Agraria, y  desempeñaba otras funciones en el  Ejército Rebelde, pero no  vaciló en aceptar la responsabilidad.

  Primaba la comprensión de que el Banco Nacional de Cuba era  arteria  vital por la que circulaban las finanzas de la  nación, en primer  lugar la disponibilidad y el manejo de las  divisas, en un contexto  en el que participaban directivos de la banca privada, quienes por  ello estaban en conocimiento de  los proyectos que involucraran  inversiones, créditos, pagos y cobros.

  Las arcas del Estado cubano habían sido saqueadas en la  estampida de  los batistianos a la caída del régimen —424  millones de dólares se  llevaron para Estados Unidos— y de  ninguna manera podía permitirse  que las pocas divisas        convertibles disponibles se fugaran al  exterior, y que  funcionarios serviles impidieran la instrumentación  de  disposiciones revolucionarias.

   Esa realidad caracterizaba el clima que se vivía en Cuba,  cuando técnicos y especialistas se marchaban del país, deslumbrados por la  política de desestabilización  implementada por el gobierno de  Estados Unidos a través de intencionadas ofertas monetarias y facilidades migratorias.

  Fue menester recurrir a los pocos cuadros revolucionarios de   mayor  instrucción, salidos del propio Ejército Rebelde, de  organizaciones que habían participado en la lucha contra la  dictadura, y de los  sindicatos, para fundar una emergente      Escuela de Administración de Industrias, e invocar el ingenio  creador de obreros y campesinos  para salir adelante.

 La designación de Che provocó la irritación en círculos  injerencistas del gobierno estadounidense y en las filas de la  contrarrevolución que aupaba.

   Cuando Guevara plasmó su escueta firma, Che, en la toma de  posesión,  y más tarde rubricó igualmente los primeros  billetes emitidos por el Banco, la reacción pretendió condenar  a la hoguera al comunista  declarado y al economista activo.

   Corrieron los adinerados a cerrar sus cuentas bancarias y a extraer  los "papeles", como apuntó Fidel el 15 de diciembre  de 1959, ante una plenaria nacional de trabajadores  azucareros, ocasión en la que  dejó entrever la posibilidad de  un cambio de moneda, ocurrido al año  siguiente para un rudo  golpe a los planes de la contrarrevolución.

   En el referido discurso, el Jefe de la Revolución fue  categórico al  expresar: "Para que nadie se llame a engaño, el  Che no está ahí para  hacer ninguna barbaridad, el Che está  ahí igual que cuando lo mandamos a Las Villas a impedir que pasaran las tropas enemigas  hacia Oriente; lo he mandado al  Banco Nacional a impedir que se  vayan las divisas y para que el parque que tenemos en divisas pues se invierta                  correctamente."

  En realidad, el Che no era un improvisado, porque poseía  amplia  cultura general, era lector infatigable y crítico,  había profundizado el estudio del marxismo, en particular las  obras  clásicas de Marx y Lenin, y sobre todo poseía una  voluntad política férrea, que le permitía incorporar nuevos conocimientos sobre la  base de la aplicación constante.

 Lo demuestran sus análisis sobre la economía capitalista y del llamado socialismo real, en la antigua Unión Soviética y países de  Europa del este, y la fundamentación de sus tesis,  críticas y anticipadoras del naufragio de aquel modelo.

  Por cierto, sobre su escueta firma que luego aparecerían en  los  nuevos billetes, Luis M. Buch, entonces ministro de la  Presidencia y secretario del Consejo de Ministros, narra en su  libro Gobierno  Revolucionario Cubano: génesis y primeros      pasos que "En la ocasión de tomar posesión el doctor Ernesto  Guevara de la Serna como  presidente del Banco Nacional de  Cuba, firmó el documento de  juramentación con su  inconfundible Che. Yo le objeté, en voz baja, que debía firmar  con su nombre completo, pero él insistió en firmar  así. El presidente Dorticós se percató de la situación, y nos   preguntó: ¿Qué ocurre?

  "Le expliqué que el doctor Guevara estaba firmando como Che y no como Ernesto Guevara de la Serna, que era su nombre. Sin  esperar un  segundo, Che replicó, secamente: Cada uno firma  como quiere.

  "Nos quedamos callados. Así quedó registrada primariamente la sencilla y legible firma con que se defendería con celo  insuperable  las finanzas del país y que, en el cambio de la  moneda de 1961, rompería la espina dorsal a la economía de la  contrarrevolución  cubana".

  El paso breve pero fecundo de Che Guevara al frente del Banco Nacional de Cuba es otra de las muchas páginas brillantes  legadas  por quien pasaría a la inmortalidad con el nombre venerado de Guerrillero Heroico. (Actualizado 26/11/14).

                  

                        

 

             

 

 

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