Niños con pañoletas, padres y abuelos emocionados
Roberto Pérez Betancourt
Hay que mirarlos detenidamente para comprender su seriedad cuando sienten que le colocan la pañoleta azul e instantes después pronuncian aquella frase que sin dudas marcará un antes y un después en su psiquis: “Siempre listos”.
Son los niños más pequeños de la escuela, los que acaban de ingresar en la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), en una actividad que se repite cada año y reúne a los que debutan en las aulas y a las mamás y los papás, también a veces a otros parientes, casi siempre a los hermanos, en ocasiones a los abuelos, orgullosos todos, emocionados al comprender que aquella seriedad de que hablaba antes quiere decir que su bebé ha dado un paso adelante en el calendario de la vida y en el sentir de las cosas.
Juanito miraba hacia los padres y aguantaba las ganas de levantar las manos para saludarlos, mientras con el rabillo del ojo captaba la expresión de Mariela que, puesta en atención, abría y cerraba los dedos de la mano derecha y apretaba los labios para que no se le fuera a escapar un grito de alegría.
Pero Alejandro no podía aguantar los deseos de estar contento y, a diferencia de otros, se reía, porque ya era pionero, diría después, en tato el papá se rascaba la cabeza y la mamá buscaba algo que se le había extraviado en los iris claros.
Emocionante sin dudas este acto con adjetivo de nacional efectuado el viernes último en la escuela que lleva el nombre de Seguidores de Camilo y Che, ubicada en la barriada de Pueblo Nuevo, en la ciudad de Matanzas, una escuela en la que los padres presentes en la actividad en su día también recibieron la pañoleta azul, quizás por eso también están tan emocionados como sus propios niños, porque en ellos ven su propio reflejo a través del tiempo transcurrido.
Actividades como esta se multiplicaron en los planteles de enseñanza primara en toda Cuba, en las que se recordó a Che y a Camilo.
Allá, en el lejano oriente cubano, los escolares de Maisí, de Baracoa y de otras regiones azotadas por el huracán Matthew seguramente debieron posponer este momento de iniciación pioneril. Pero lo tendrán, sin dudas más temprano que tarde, en escuelitas reparadas, reconstruidas y pintadas con la contribución de muchos, incluidos los que desde vecindades cercanas o lejanas acudieron a poner las manos y los hombros solidarios.
Sí, se repetirán allí las emociones pioneriles en actividades como la reseñada antes, con la asistencia de los padres y demás familiares, porque de algo todos estamos seguros: Nadie quedará abandonado. Estamos en Cuba.
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