Periodismo digital, en primera persona
En la foto: Colocación de ofrenda floral ante el busto de José Martí por los participantes en el encuentro regional de periodismo digital
Roberto Pérez Betancourt
Del 21 al 23 de abril de 2017 se efectuó en Matanzas un evento regional de periodismo digital, convocado por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y el Partido Comunista de Cuba, al que asistieron algunos periodistas, informáticos y funcionarios que se desempeñan en los medios de difusión (prensa plana, radio, televisión) editados en las provincias occidentales de Cuba, los que cuentan además con ediciones en Internet, así como comunicadores que editan sus blogs personales en el ciberespacio y actúan allí en las redes sociales.
Los organizadores tuvieron la gentileza de dedicar ese evento a mi persona. Yirmara Torres Hernández, la presidenta de la filial matancera de la UPEC, tuvo la gentileza de explicar las razones de esa decisión en la apertura de una velada periodístico-cultural efectuada en la reconstruida Sala White, hoy escenario de conciertos en la ciudad de Matanzas.
Como quiera que las palabras que allí pronuncié, a solicitud de la propia UPEC, fueron editadas en varios medios de la web, incluido un vídeo, me he permitido publicar aquí el texto de lo que dije y que a continuación reproduzco:
Ante todo, agradezco el reconocimiento que se me brinda, aunque en realidad lo considero inmerecido, pues en mis 77 años de vida, más de 60 de ellos en trabajos varios, incluidos 51 en el ejercicio profesional del periodismo, solo considero haber intentado cumplir el deber elemental de esforzarme en mis obligaciones laborales, y opino que por realizar el trabajo cotidiano no se precisan elogios.
Comparto con Alfredo Guevara su afirmación de que el principal deber de un periodista es el de hacer periodismo. Si es un periodista comprometido con las ideas que defiende, su deber, obviamente, es hacer periodismo consecuente con esa actitud, para lo cual la mejor inspiración y guía práctica la tenemos en la propia definición que nuestro Fidel Castro ha hecho del concepto de Revolución, en los acuerdos de nuestro congreso y en las directivas del Partido.
No intentaré teorizar mucho sobre el ser periodista y el hacer del periodista. Personalmente tengo presente a nuestro inefable José Martí, quien durante 15 años ejerció la profesión en Estados Unidos y recomendó que el periodista debe conocer desde la nube hasta el microbio. Entre los ejemplos que nos legó Martí resalta el de la honestidad de comprometimiento, pues en el ejercicio del periodismo para varias publicaciones de Latinoamérica, antepuso siempre la convicción en sus ideas revolucionarias y la ética que esto conllevaba en sus relaciones interpersonales y con empresarios, lo que varias veces lo llevó a renunciar a una retribución monetaria si el editor no respetaba sus puntos de vista, o le exigía defender líneas de conducta con las que no concordaba, o le imponía escribir sobre temas triviales.
Hoy no son pocas las necesidades económicas de los periodistas cubanos en activo y de los jubilados, aun sujetos a escalas salariales y pensiones inadecuadas para las exigencias del costo de la vida. Pero creo que esta realidad no justifica a los que deciden vender sus cuartillas a quienes, más que técnica, exclusividad y actualidad, pagan disidencia y mentiras declaradas en publicaciones de reconocido perfil editorial anticubano.
¿Cómo hacer desde la prensa revolucionaria un mejor periodismo?, me preguntan, y para intentar una respuesta cercana a la realidad contaré una breve experiencia personal, esperando me perdonen este pecado de la primera persona. Cuando a los 60 años de edad, padeciendo de serias dolencias físicas, como si estuviera en mis 30, me exigieron en la Agencia de Información que siguiera rindiendo el periodismo reporteril todoterreno que allí se hace en provincias, ante la única alternativa de jubilarme, basándome en la experiencia acumulada, solicité que me concedieran una plaza como comentarista, analista o cronista. La respuesta que me dieron me enfrió el alma: En provincias No existen plazas para esas especializaciones. La realidad me obligó a jubilarme… afortunadamente, porque entonces descubrí que incluso para los de mi generación no se acababan las opciones. Invertí mis ahorros en comprar una computadora en el mercado nacional. Decidí adentrarme, aunque fuera elementalmente, en las nuevas tecnologías informáticas. Ya jubilado, propuse mis servicios como analista, comentarista y cronista a otros medios de difusión, incluidas sus ediciones digitales. ¡Maravilla de la fortuna! Entre las favorables respuestas que recibí estaba la de la propia Agencia que me había negado una plaza especializada en provincia. Me contrató para que desde mi casa, a través del periodismo digital, con auxilio de la televisión, la radio, el teléfono, el correo electrónico e Internet, atendiera diversos asuntos de economía global y de interés nacional e internacional. La moraleja para mí fue clara: No hay que rendirse ante incomprensiones burocráticas ni avances tecnológicos. Estudiar, aprender de los mayores y también de los jóvenes, y poner siempre apasionado empeño en hacer trascender lo local, es la fórmula para seguir vivo y activo en esta profesión desde cualquier apartado rincón del país donde se actúe, en fin de cuentas, hoy, desde una computadora y acceso a Internet, quien se lo proponga puede ser eficaz comunicador, lúcido exponente de la realidad cubana y de los sueños que nos siguen animando más allá del tiempo y los obstáculos de cualquier tamaño.
Compañeros: Antes recordé que el primer deber de un periodista es hacer periodismo. Me gustaría añadir también que el primer deber de un editor es editar. Y que el primer deber de un director de prensa, jefe de información, o funcionario encargado de una publicación, es hacer que sus periodistas y editores hagan periodismo y editen. El periodismo de la mañana desde siempre se hizo de madrugada. Los matutinos que se publican en Internet con la excusa de que “al cierre de esta edición se efectuaba...”, se faltan el respeto a ellos mismos y a sus habituales lectores y destinatarios en general. Los que ejercemos el periodismo desde provincias tenemos la difícil misión de hacer que lo local trascienda a planos nacionales e internacionales. Internet nos brinda esa oportunidad. No existen barreras, y si aparecen hay que luchar hasta eliminarlas. El blog personal puede ser una herramienta esencial en este compromiso, también las redes sociales. Es cierto que demandan mucho tiempo y creatividad para no emborronar espacios con boberías. Esa es nuestra tarea.
Finalmente, reitero mi agradecimiento por el reconocimiento inmerecido. No lo dudo, algún día dispondré del rúter que me prometieron hace años, que me permitiría acelerar la comunicación en el ciberespacio. Pero conservaré mi viejo modem en una caja de cristal para que me acompañe al crematorio el día que me toque. Todavía no he solicitado turno... Muchas gracias.
0 comentarios