El bloqueo contra cuba, retórica y hechos
Roberto Pérez Betancourt
La retórica y los hechos se contradicen cuando Cuba anuncia que volverá a presentar ante el plenario de las Naciones Unidas el proyecto de Resolución: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba”, el próximo 26 de octubre.
En esa fecha habrá transcurrido 22 meses desde que el 17 de diciembre de 2014 el presidente Barack Obama calificara ese mismo bloqueo de obsoleto, anclado en el pasado, una pieza de la Guerra Fría.
También el mandatario estadounidense ha reconocido que el bloqueo ha significado una carga humanitaria para los cubanos, que provocó aislamiento a Estados Unidos y significó un obstáculo insuperable a sus vínculos con América Latina y el Caribe.
Según consta en archivos, también Obama ha reiterado que el bloqueo no funcionó y hay que levantarlo; dijo que no ha funcionado para los objetivos históricos de Estados Unidos, para los objetivos de estas más de cinco décadas.
Pero el propio presidente Obama No ha dicho ni reconocido que el bloqueo es extraterritorial, porque afecta a otros países y empresas, ni ha admitido que se trata de una violación del Derecho Internacional y de los derechos humanos de los cubanos.
Por supuesto, tampoco consta que el ocupante actual de la Casa Blanca haya reconocido públicamente que el bloqueo es inmoral y viola toda ética, ni ha dicho que es una práctica sistemáticamente cruel que se mantiene a pesar de sus propias formales palabras de rechazo.
La retórica de Obama se contradice y contrapone a los hechos.
Sin dejar de reconocer avances en la solución de algunos problemas prácticos mediante la acción del Ejecutivo estadounidense, lo cierto es que este podría hacer mucho más para ser consecuente con sus criterios positivos acerca de levantar el bloqueo, pero todavía no lo hace, cuando apenas restan mes y medio para que Obama de hecho abandone la Casa Blanca.
Es obvio que el informe de Cuba en la ONU, el 26 de octubre próximo, por vigésima quinta ocasión anual, es procedente, oportuno y necesario por razones de ética, y porque por más de cinco décadas el criminal bloqueo se ha convertido en el acto de guerra silenciosa más perverso y vergonzoso del gran país del Norte.
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