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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

Ecos de la visita de Obama a Cuba

Ecos de la visita de Obama a Cuba

 Roberto Pérez Betancourt

Durante tres jornadas el presidente Barack Obama cumplió amplia agenda de trabajo durante su visita a Cuba, a donde llegó el domingo 20 de marzo, acompañado de su familia.

  Durante su estancia, Obama  vio lo que quiso mirar, dio muestras de ser excelente lector de telepronter, y tuvo en cuenta a las audiencias de aquí y de allá.

  Subrayó Obama, una y otra vez, su apelación a las nuevas generaciones a que hagan borrón de la historia y comiencen a contar desde ahora, al estilo de “el pasado pisado”, de manera que sea sepultada la memoria de crímenes, agresiones, y daños materiales que durante más de 50 años han infligido a los cubanos los que detentan el verdadero poder en el vecino país del norte.

 También Obama dibujó un cuadro idílico de oportunidades bajo la empresa privada, dirigido a captar a jóvenes talentos, para lo cual se autocitó como ejemplo de voluntad para materializar el sueño americano de los que han llegado por autoesfuerzo, sin citar, eso sí, los multimillonarios fondos que necesitó para ocupar el sillón presidencial en la Casa Blanca, aportados por sus patrocinadores.

  Tampoco se refirió Obama a los millones de seres humanos, inmigrantes y nativos, que han despertado de su sueño americano en medio de la pesadilla de padecer deportación y otros efectos del capitalismo salvaje, incluida la exclusión en el respeto a algunos de los derechos humanos básicos.

  Los ecos de la prensa internacional recuerdan que el mandatario estadounidense utilizó las tribunas abiertas de par en par en La Habana y hacia el Mundo para abogar por la empresa privada, y sin autocríticas calló lo que no deseó comentar, jugó dominó con Pánfilo, el popular personaje humorístico de la televisión cubana, y cenó en un restaurante privado de los llamados “paladar”.

  Durante su periplo no faltó su formal recordatorio al Congreso de su país sobre la necesidad de levantar el bloqueo contra Cuba, que él, según la práctica eufemística de la visión estadounidense, sigue llamando embargo…

  Y después Obama se marchó en su enorme avión presidencial, no sin antes volver a exhibir ante las cámaras su sonrisa de buen comunicador, sabiendo que su actuación en La Habana había hecho historia y elevaría su rating de popularidad dentro de Estados Unidos.

  Se fue Obama con la promesa de seguir conversando y abriendo caminos. Lamentablemente, el bloqueo se quedó y la ocupación de la base naval de Guantánamo también.

  Pero, igualmente, la población cubana, que vio y escuchó a Obama, ha expresado mayoritariamente su inquebrantable decisión de no olvidar y de que lo vivido sea transmitido a hijos y nietos, porque lo único que no está permitido a la condición humana es borrar la historia, a fin de recordar siempre de donde vinimos y poder proyectar hacia dónde vamos, como seres humanos, y como nación a la que nadie le regaló ni le compró su soberanía.

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