El bloqueo, lo que viene
Roberto Pérez Betancourt
Una vez más la comunidad internacional expresó este martes en la ONU la condena al bloqueo (embargo) económico, comercial y financiero, que sucesivas administraciones estadounidense han aplicado contra Cuba con carácter extraterritorial e intención genocida de rendir a nuestro pueblo para que entregue su soberanía.
Luego de especulaciones por agencias de prensa sobre cómo votaría Estados Unidos, y la nueva derrota imperial en la ONU, sigue siendo el Bloqueo el impedimento mayor para la normalización de relaciones multilaterales entre Cuba y Estados Unidos, al margen de las embajadas abiertas en Washington y en La Habana, y de los acercamientos propiciados por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro.
Hasta tanto el Congreso estadounidense no derogue las leyes de ese país que sustentan el bloqueo, no fluirán los vínculos económicos y comerciales entre ambas naciones, a pesar de que una y otra constituyen mercados naturales recíprocos.
Baste recordar que este propio año 2015 la Oficina del Tesoro de los Estado Unidos ha multado a bancos y compañías, lo que ha afectado también a la contraparte cubana, que ha perdido su comercio con esas entidades.
Además, varias compañías norteamericanas y de otras latitudes se han retractado de comerciar con nuestro país por miedo a esas multas arbitrarias, con la amenaza adicional de prohibirle a los multados comercializar con entidades estadounidenses.
Cualquier transacción autorizada exige de Cuba pagar por adelantado sin utilizar el dólar, ni disfrutar de créditos.
En Cuba no existe ninguna ley que afecte al pueblo estadounidense o limite el comercio con ese país. Los productos norteamericanos pueden entrar aquí al igual que lo hacen los de cualquier otra nación.
Ahora voceros de la extrema derecha anticubana exigen que Cuba haga concesiones. ¿Qué concesiones económicos o comerciales debería hacer nuestro país? En realidad Ninguna, porque el bloqueo es unilateral.
Cuba ha reiterado siempre, que en los ámbitos de la soberanía y la independencia de la nación no hará ninguna concesión.
Por lo tanto, después de la votación en la ONU, la pelota, en buen ping -pon político, sigue en manos del ahora muy presionado congreso estadounidense que, más tarde, o más temprano, tendrá que avenirse a los tiempos actuales.
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