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DEBATE ABIERTO, la página de Roberto Pérez Betancourt

EN EL EJÉRCITO ESTADOUNIDENSE SE EXTIENDE LA DELINCUENCIA

EN EL EJÉRCITO ESTADOUNIDENSE SE EXTIENDE LA DELINCUENCIA Por Roberto Pérez Betancourt Cada nuevo día se acrecientan los problemas para la política guerrerista del presidente norteamericano George W. Bush, quien, ante el creciente rechazo de los jóvenes de su país a ingresar en las Fuerzas Armadas, amplía el reclutamiento de mercenarios y delincuentes

para llevar a cabo sus programas de expansión en el Medio Oriente.

    Los más de tres mil 500 soldados norteamericanos muertos y los más de 30 mil heridos en las guerras de agresión contra Afganistán e Iraq, sin que se conozca cuántos de estos últimos perecieron, y la ausencia total de incentivos morales, son algunos de los factores que deciden en la poca voluntad de los estadounidenses para vestir el uniforme militar.   Un cable de la Prensa Asociada da cuenta que, para captar reclutas, el Ejército norteamericano ha ampliado sus ofertas de dispensar historiales delictivos a personas involucradas incluso en crímenes graves, así como a quienes presentan problemas médicos, adición a drogas o bajo cociente intelectual.   En condiciones normales tales aspirantes serían absolutamente rechazados, pero en la coyuntura actual no solo les admiten, sino les brindan mayores incentivos económicos, en ausencia de verdaderos valores éticos que estimulen el ingreso en las filas de los marines o el army.   Un informe del Pentágono afirma que casi una cuarta parte de los reclutas en el año 2006 necesitaron algún tipo de dispensa. En el 2003 fue de 20 por ciento y aproximadamente unas 30 mil exoneraciones morales fueron aprobadas cada año entre 2003 y 2006.   Encuestas realizadas por AP/Ipsos revelan que la población estadounidense se opone por abrumadora mayoría al restablecimiento del servicio militar obligatorio, y afirma que tampoco alentaría a sus hijos a entrar en este.   Las campañas publicitarias pagadas para captar soldados han sido reforzadas por incentivos económicos que incluyen un bono por enrolarse en el ejército aumentado de ocho mil a 10 mil dólares, y también se elevó el monto de las becas de 50 mil a 70 mil dólares para quienes quieren seguir estudios universitarios.   Obviamente, a jóvenes pertenecientes a familias pobres, especialmente de origen afro americano, inmigrantes latinoamericanos, asiáticos y de Europa del Este, necesitados de empleo no les queda otro recurso que entrar a servir en los cuerpos armados y jugarse la vida por una causa ajena.   En Estados Unidos, país considerado el más rico del mundo, cifras oficiales atestiguan que residen unas 40 millones de personas en niveles de pobreza buena parte de las cuales carecen de status legal, lo que es aprovechado por los reclutadores para prometer residencia a cambio de ingreso en las fuerzas armadas.   De países donde la juventud carece de los recursos más elementales también se nutren los invasores ejércitos de Estados Unidos, ya sea a través del reclutamiento directo o en calidad de "fuerzas aliadas", formadas estas con la complicidad de gobiernos subordinados, que envían a sus ciudadanos a guerrear como mercenarios.   Millares de soldados de fortuna con experiencia bélica y entrenados en métodos de represión y torturas, también son emplantillados mediante elevadas ofertas monetarias, en los propios Estados Unidos y en otros continentes.   Ellos integran fuerzas paramilitares que de hecho participan de la política de agresión en Iraq y Afganistán, especialmente al servicio de transnacionales encargadas de avituallamientos y "reconstrucción", que verdaderamente se aprovechan de los multimillonarios presupuestos aprobados para la guerra, interés real de los políticos promotores de ese gran negocio.   La globalización de la delincuencia es, a ojos vista, un fenómeno consustancial al reacomodo operativo del capitalismo salvaje en su fase actual, cuyas fuerzas armadas se sacuden escrúpulos de ética y moral.   

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